Los rebrotes ponen en el foco las condiciones de alojamiento de los temporeros

  • Por primera vez, el alojamiento de los temporeros está en el centro del debate, más allá de las soluciones más y menos desafortunadas que se emprenden a nivel local
  • Más de quince días después de los incendios de Lepe y Lucena en Huelva, los temporeros siguen sin una alternativa habitacional
  • En Albacete las quejas continúan tras el traslado de los temporeros. Denuncian que no hay separación entre quienes han dado positivo en la prueba PCR y quienes no

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Ya lo venían alertando las organizaciones que trabajan con colectivos migrantes desde el inicio de la pandemia. La situación de los temporeros migrantes en muchos lugares del campo eran caldo de cultivo para la expansión de la covid-19. Sin acceso a agua o hacinados en infraviviendas era imposible que mantuvieran la distancia de seguridad o se asearan con frecuencia para protegerse del virus. Poco cambió durante el estado de alarma, aunque los rebrotes han puesto de nuevo en el foco las condiciones de vida y de alojamiento de los temporeros, quienes durante los últimos meses han desarrollado la labor esencial de recolectar los alimentos que comemos.

Los casos de coronavirus que se registraron entre los temporeros en Huesca y Lleida, en la comarca de Segrià, contribuyeron a situar a Lleida en el centro del mapa del rebrote. Hace un par de semanas el Hospital Arnau de Vilanova, el centro hospitalario de referencia en la provincia, informó de que una gran parte de los hospitalizados, alrededor de un 30%, eran trabajadores del sector hortofrutícola.

Desde hace varios años los colectivos y las organizaciones demandan un alojamiento digno para los temporeros en Lleida. El convenio colectivo exige a los empresarios agrícolas dar alojamiento a los temporeros, pero muchos de los trabajadores migrantes duermen en las calles de la ciudad antes o después de comenzar la campaña de verano o se ven obligados a alquilar vivienda con varios trabajadores en el caso de que se encuentren en situación irregular. Un problema que es habitual despertó este año los temores de la población ante una posible nueva oleada de covid-19.

Este año han aparecido nuevas soluciones de habitabilidad para los temporeros. El futbolista del Mónaco Keita Baldé pagó el alojamiento a unos 80 temporeros que no tenían donde dormir, otros han dormido en pabellones instalados por el Ayuntamiento. Por otro lado la ONG Open Arms, en colaboración con el Consell Comarcal del Segrià, ha atendido en un pabellón a los casos leves y asintomáticos de covid-19 de los trabajadores del campo. El número de personas ingresadas en centros hospitalarios por esta enfermedad continúa a la baja y la situación comienza a estabilizarse.

Albacete: tensión por un confinamiento en malas condiciones

En Albacete, la combinación del coronavirus y las malas condiciones de los asentamientos de los trabajadores del campo acabaron por estallar en una protesta. Algunos enfrentamientos desafortunados con transeúntes y periodistas pusieron el foco en una población normalmente castigada e invisibilizada. Más de 20 personas habían dado positivo en la prueba PCR de covid-19, así que se les impuso una cuarentena de 15 días en un lugar sin las condiciones mínimas de habitabilidad, algo que derivó en que algunos se escaparan y realizaran una protesta. Un primer incidente en 15 años de temporadas.

Después, se habilitó un recinto de ferias y muestras de la Diputación donde entre 250 y 300 temporeros siguen haciendo la cuarentena. Solo pueden salir por motivos de salud, en caso de que deban ser atendidos en el hospital. Sin embargo, las quejas continúan. “Las condiciones son muy malas, para esto mejor estar en la cárcel”, comenta Salif Sy, de la Asociación de Migrantes Africanos de Albacete. Según denuncia esta asociación, las camas se encuentran pegadas, se forman grandes colas, solo hay ocho baños para todos y la comida no es adecuada. “Los chicos además están nerviosos porque no les han facilitado intermediarios o traductores con las autoridades, muchos temen perder sus trabajos si siguen en cuarentena”, indica Sy.

Pero la principal queja, según Sy, es que los temporeros se encuentran compartiendo un mismo espacio y no hay separación entre las personas que han dado positivo en la prueba de la covid-19 y quienes han dado negativo. “Nosotros decimos que hagan el confinamiento que sea necesario, lo que recomienden los médicos, pero no puede ser que los positivos y negativos se encuentren mezclados”, señala el activista. Otra gran preocupación es qué ocurrirá cuando acabe el confinamiento. El asentamiento donde se encontraban se ha destruido. Muchos denuncian haber perdido pasaportes y otras pertenencias que tenían allí, como las bicicletas con las que se desplazaban para trabajar.

Huelva: temporeros en la calle sin solución

Hasta tres incendios se han producido en una semana en los asentamientos de trabajadores de Huelva. Quienes allí vivían se han visto obligados a dormir en la calle. Ante la falta de reacción por parte del consistorio, varios de ellos organizaron una protesta frente al Ayuntamiento de Lepe, que finalmente decidió establecer una zona de alojamiento en el polígono La Gravera. Los colectivos migrantes protestaron porque era un lugar aislado, sin sombras y alejado 7 km del núcleo urbano. La Unidad Militar de Emergencias (UME), que iba a realizar la instalación, se marchó esta semana tras informar desfavorablemente de esta opción propuesta por el Ayuntamiento.

Más de quince días después de los incendios de Lepe y Lucena, casi 200 personas siguen sin una alternativa habitacional, según asegura a cuartopoder Seydou Diop, jornalero de Lepe y miembro de la Asociación de Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (ANUSCI). “Queremos un techo digno donde la gente pueda descansar y comer”, indica. La coordinador Solución Asentamientos, compuesta por su organización y otros actores como CGT, PCE y Jornaleras de Huelva en Lucha, denuncian “la incapacidad puesta de manifiesto por las administraciones a todos los niveles, local provincial, autonómica y estatal, para encontrar una solución digna a un problema que afecta no sólo a Lepe sino a Lucena, Palos, Moguer, municipios todos ellos con vergonzosos asentamientos”.

De momento no han surgido casos de coronavirus entre los temporeros, aunque no parece la mayor preocupación del Consistorio de Lepe que, de momento, ha llevado a cabo la acción de demandar a la ANUSCI por “presión política permanente” por la concentración que mantienen los colectivos migrantes a las puertas del Ayuntamiento. El gobierno local, del PP, denuncia ser víctima de una campaña de desprestigio por parte del PSOE. Mientras tanto, la situación de los temporeros sin techo continúa sin solución a la vista.

Por primera vez, el alojamiento de los temporeros está en el centro del debate, más allá de las soluciones más y menos desafortunadas que se emprenden a nivel local y regional. Los colectivos de personas migrantes entienden que es una nueva oportunidad para exigir condiciones laborales y de habitabilidad dignas, al tiempo que exigen un reconocimiento por su labor como trabajadores durante la pandemia. La regularización coyuntural de las personas en situación irregular que han emprendido en tiempos de covid-19 países vecinos como Italia o Portugal parece todavía lejos de ser una realidad.

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