¿Por qué son tan importantes las ondas gravitacionales?

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Fusión de dos agujeros negros en uno, hecho que produce ondas gravitacionales. / LIGO

El Universo está ahora mucho más cerca. Esta semana se ha producido un hallazgo que pasará a la historia de la Física y que abre la puerta a conocer mucho más de lo que se sabe hasta ahora sobre el origen y la formación del Universo: se han podido detectar por primera vez en la historia las ondas gravitacionales.

Se ha estado hablando mucho sobre ellas, pero ¿qué son realmente y qué suponen para la ciencia? Las ondas gravitacionales son perturbaciones del espacio-tiempo, que es la materia de la que está compuesto el Universo, cuyo estudio permitiría obtener datos y conclusiones sobre su creación a los que el hombre no ha tenido nunca acceso.

Lo interesante no es que se hayan descubierto las ondas gravitacionales. En realidad, su existencia es algo que ya avanzó Albert Einstein en 1916 dentro de su Teoría de la Relatividad. El genio señaló la existencia de estas ondas que se forman al liberar parte de su masa los cuerpos del cosmos. Lo que ocurre es que nunca pudo probar su existencia. Es más, afirmó que nunca sería posible oírlas, ya que se producen a demasiada distancia de la Tierra.

Einstein, que una vez más volvió a acertar identificando las ondas gravitacionales, falló en su predicción. Justo cien años después de que formulase la Teoría de la Relatividad, la ciencia ha avanzado tanto como para ser capaz de escuchar las ondas gravitacionales, que se mueven de forma similar a las que se forman en agua estancada y que viajan a la velocidad de la luz.

Esta semana el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO), ubicado en Estados Unidos y en el que trabajan más de mil ingenieros de 15 países (incluido España), ha anunciado que, después de 15 años de investigaciones, ha sido capaz de descifrar las ondas producidas por la fusión de dos agujeros negros.

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Señales de las ondas gravitacionales detectadas. / LIGO

Las ondas gravitacionales originan una especie de tormentas que son capaces de deformar el espacio y el tiempo, acelerándolo y desacerelándolo, e incluso de modificar la distancia entre dos planetas.

Su hallazgo supone una nueva era para el conocimiento del Universo (del que se calcula que el ser humano sólo sabe el 5% de su historia y composición) y arroja luz a la hora de estudiarlo, ya que se podrán analizar aspectos desconocidos hasta ahora de los agujeros negros o las explosiones estelares.

Al poder escuchar las ondas gravitacionales que originan estos fenómenos, se podrían medir factores como su intensidad o su frecuencia y reconstruir lo que ocurrió en cada caso. Esto podría llevar, en el futuro, a comprender el origen del mismísimo Universo, que se estima que sucedió hace 1.300 millones de años al fusionarse dos agujeros negros compuestos por decenas de masas solares.

De todas formas, para llegar a entender el origen del Universo, todavía es necesario que avance bastante la ciencia. Lo positivo es que el primer paso para lograr este hito se acaba de dar y el camino que hay que andar se está empezando a dibujar. En la actualidad, el LIGO es capaz de analizar lo que ocurre a una distancia de 1.000 millones de años luz de la Tierra, pero no ha llegado a su alcance máximo. Los ingenieros del observatorio están trabajando para aumentar su sensibilidad y se espera que para 2020 alcance total capacidad.

Además, la Agencia Espacial Europea no quiere quedar fuera de esta nueva carrera interestelar y ya prepara su propio observatorio detector de ondas gravitacionales, que llevará por nombre LISA y cuyas investigaciones servirán para complementar las del LIGO. Aún falta mucho camino por recorrer, pero estamos asistiendo al nacimiento de una nueva etapa para la Física y la Astronomía, y acercándonos un poco más al origen del Universo.

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