El enigma de las 10 y 10

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¿Por qué casi todos los anuncios de relojes marcan las 10 horas y 10 minutos? El ángulo en forma de V que señalan las agujas del reloj cuando, dos veces al día, son las 10 y 10, sugiere al observador los conceptos de belleza y armonía; se trata, lógicamente, del ideal perseguido por cualquier agencia de publicidad. Sin embargo, la belleza no es una foto fija, un canon inamovible y tampoco constituye el ADN de la sensualidad. Cada época tiene sus gustos y, además, el paladar humano también aprecia lo imperfecto y lo deforme. Sin embargo, esa posición inalterable de las 10 y 10 en los “spots” publicitarios de marcas de reloj atrae como los ojos de la vieja Medusa la mirada del consumidor.

Parece una seducción extraña en una cultura como la actual, muy refractaria a la pausa, a la geometría estática y a la ausencia de movimiento. El índice decreciente de marginalidad, el hastío que nos infiere la reproducción continua de la misma imagen, el uso constante de las mismas palabras y las ideas repetidas de siempre, nos incitan a todos al cambio. Viajar incesantemente, cambiar con frecuencia de pareja o de ropa, son actitudes mayoritarias que prueban la irritación e incluso la furia que nos produce la sensación de quietud, una sensación que nos acerca a la muerte de la que queremos librarnos. La moda –en todos los ámbitos de actividad- es el gran invento humano para olvidar la certeza ineludible de la muerte. Pero tampoco este argumento nos ayuda demasiado a responder a nuestra pregunta -a desentrañar el enigma de las 10 y 10- cuando caemos en la cuenta de que esa V eterna grabada sobre la esfera del reloj parece una antinomia incoherente respecto a la función y los objetivos de la publicidad. La publicidad nos irrita porque, cortando el relato del tiempo, nos impone brutalmente su espíritu de repetición. De ahí su estética permanentemente renovada y voluble, ya que la publicidad debe engañarnos ocultando su verdadera naturaleza, que es la monotonía. Y, sin embargo, los anuncios de relojes son, con absoluto descaro, siempre los mismos –uno tras otro indican todos las 10 horas y 10 minutos- porque el publicitario intuye que ese ángulo que parece retener el tiempo nos ofrece un consuelo inefable y misterioso.

Dándole vueltas al tema, esa V me sugiere en su simetría un centro equidistante entre dos aspas inacabadas, que podría ser la cruz del Redentor entre los dos ladrones ajusticiados con Él. Sería un mensaje de salvación de las garras de la muerte, el triunfo de la victoria divina. “In hoc signus vincit”. Pero también sería la señal de la victoria profana en muchas lenguas, vivas o muertas, incluso en grafías distintas a la latina; pues la victoria de los griegos –la “niké”- es en su lengua escrita una “uve” que se pronuncia como “ene”. Y, si queremos aproximarnos a la frontera de lo atrabiliario, la V puede representar también el “Monte de Venus” femenino, que para los varones supone alcanzar la cumbre de la victoria, pero sin esfuerzo y con sumo placer, pues los individuos de sexo masculino suben a la cima de esa montaña invertida que es la V descendiendo a las profundidades de la fuente renovada de la alegría y la vida.

Todo conspira, en el fondo, para satisfacer la máxima aspiración humana: parar el tiempo. Las 10 y 10 de los relojes publicitarios quizás sean el deseo de un sueño imposible, el más imposible de todos. Puede que las manillas del reloj de las 10 y 10 –la primera corta, la segunda larga, muy distintas pese a su inapreciable inversión a la figura de las 2 menos 10- contengan el espejo en el que, como en el agua helada de un lago invernal, se refleja la imagen de nuestra juventud, lo mejor de nosotros, el deseo de fuerza y el anhelo de belleza moral. Quizás esas agujas publicitarias nos permiten detener el tiempo a voluntad, silenciando el movimiento y el ruido del engranaje de ese artefacto –el reloj- que nos conduce a la medianoche. A ese instante final en el que las agujas, acabado su recorrido, empiezan a palpitar otra vez y a medir, desde su inicio, la vida de otros individuos.

2 Comments
  1. Eulalio says

    Debe de ser tan sencillo como una cuestión de espacio y percepción: al colocar las agujas a ambos lados del eje central todos los componentes del reloj se aprecian mejor, que es lo que quiere la publicidad. Sin embargo, en este enlace de Google, cuesta encontrar un reloj que marque las 10 y 10: http://www.google.es/images?q=reloj&hl=es&gbv=2&tbs=isch:1&ei=zEkkTKbrOYWUjAf3gr1s&sa=N&start=0&ndsp=20
    Saludos

  2. Jota Mos says

    No me había fijado, pero sin duda el tema de la V de victoria tiene su cosa. también, durante la Segunda Guerra Mundial, la resistencia holandesa adopto la V de los Orange como simbolo de esperanza en la victoria. Es un simbolo que se hace mucho con los dedos,seguro que los psicologos lo recomiendan para la publicidad subliminal. «compra este reloj y triunfaras en la vida».

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