Ayuda fiscal a la pequeña empresa

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El capitalismo, nos dicen, es la variable económica de la teoría de la evolución de las especies. Este modelo de comportamiento biológico, trasladado al análisis de la empresa, implica el triunfo de los mejores -los más adaptados al paradigma del supuesto homo oeconomicus rationalis- en la lucha por la supervivencia en los mercados. El gran Joseph Schumpeter acuñó la metáfora de la “destrucción creadora” para referirse a la ley inexorable de las crisis que sufre el capitalismo de manera recurrente, un deus ex machina que comparece periódicamente para expulsar de la producción, el consumo y el empleo a los ineptos y desatar nuevas fuerzas y oportunidades de negocio favorables a los que poseen el vigor y el instinto indispensables para beneficiarse de las catástrofes económicas. Ese superviviente garantiza con sus innovaciones tecnológicas la prosperidad de su empresa y también la salvación del público hasta la siguiente caída del capitalismo en el pozo.

La recesión actual, sin embargo, no se ha acomodado a lo que nos dicen esos teóricos sociales (aunque Schumpeter, al final de sus días, le daba -¿premonitoriamente?- pocas posibilidades de supervivencia al propio capitalismo). La experiencia de los dos últimos años demuestra, por el contrario y frente a la opinión mayoritaria, que miles de empresas gestionadas con profesionalidad y prudencia (que no hay que confundir con el miedo) se han visto forzadas a echar el cierre por el colapso financiero que, iniciado en el sistema bancario, se ha extendido como una correa de transmisión a todo el tráfico económico hasta llegar a las empresas, destruidas frecuentemente por el parón del consumo y la insolvencia de sus clientes. En una crisis financiera de estas características, la política tributaria no tiene mucho que decir para reparar los destrozos. Sería como disparar a un elefante rabioso con una escopeta de aire comprimido. Lo mejor es apartarse de su camino antes de que el paquidermo te atice con la trompa. No obstante y pese a sus limitaciones, la política tributaria puede ser un alivio a la espera de tiempos mejores y está capacitada para suministrar un paliativo a la empresa, una ayuda para que resista las inclemencias del ciclo recesivo si éste no se prolonga demasiado.

Para algunas empresas, el disfrute de los últimos incentivos fiscales propuestos por el Gobierno será algo más que el chocolate del loro. Es el caso de la Disposición Transitoria Octava del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011, que exonera del pago del gravamen “operaciones societarias” (con la contrapartida de menores ingresos fiscales para las comunidades autónomas) a las pequeñas y medianas empresas por los aumentos de capital social que realicen en los años 2011 y 2012. Respecto al ámbito subjetivo de la exención, ésta afectará a las “empresas de reducida dimensión”, según la definición establecida por la Ley del Impuesto sobre Sociedades. Es decir, se beneficiarán de este nuevo estímulo fiscal las empresas cuya cifra de negocios sea inferior a 8 millones de euros, tomando en cuenta a estos efectos la contabilidad del período impositivo inmediato anterior. Por “cifra de negocios” debemos entender el importe de los ingresos ordinarios de la empresa, obtenidos por las ventas de productos y las prestaciones de servicios, deducidos los descuentos concedidos y los tributos indirectos, como el IVA. Además, debemos considerar igualmente que otro artículo del Proyecto de Ley de Presupuestos –el 76- prolonga durante tres años adicionales la aplicación del régimen de “empresas de reducida dimensión” en el Impuesto sobre Sociedades aunque la entidad traspase la cifra indicada de 8 millones, en determinados casos y condiciones.

El Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, uno de cuyos conceptos es el mencionado de “operaciones societarias”, está cedido en su integridad a las comunidades autónomas, teniendo éstas libertad plena para determinar el tipo de gravamen. En los aumentos de capital, la decisión sobre el tipo corresponde a la comunidad en cuyo territorio radique el domicilio fiscal de la entidad. Ahora bien, lo usual en la mayoría de comunidades es que el tipo de gravamen sea el 1%, recayendo en el supuesto analizado aquí sobre el importe nominal del capital ampliado, con adición de las primas de emisión exigidas, en su caso.

¿Qué entidades se beneficiarán de esta exención prevista sólo para los años 2011 y 2012? A mi juicio, las siguientes:

– aquellas que estén soportando de forma aceptable la recesión y hayan decidido ampliar sus fondos propios para acometer nuevas inversiones; en estos casos resulta obvio que conviene anticipar dicha decisión a cualquiera de los años indicados y pedir el desembolso del capital adicional a sus socios.

– las que tengan problemas de financiación bancaria, así como las que estén resolviendo su financiación mediante cuentas internas con sus socios.

– y, sobre todo, las que igualmente sean deudoras de sus socios por la concesión de préstamos; en este supuesto, como en el anterior, convendría anular el saldo vivo del préstamo con cargo a la ampliación de capital y entrega de las nuevas participaciones a los socios acreedores; con esta operación, la empresa aliviaría su carga financiera y ambas partes -el socio y la sociedad- evitarían los inconvenientes fiscales que suponen las “operaciones vinculadas” y, al mismo tiempo, el socio dejaría de declarar en su IRPF una renta de capital –los intereses del préstamo a cargo de la empresa- que en muchos casos habrá sido declarada por aquél, debido a las  exigencias legales, incluso no habiendo percibido su importe de manera efectiva.

Como digo más arriba, el Proyecto de Ley de Presupuestos para 2011 también ha ampliado, durante tres ejercicios, la eficacia del régimen de “empresas de reducida dimensión” aunque la empresa alcance una cifra de negocios superior al importe de 8 millones de euros. Aquí el beneficio incidirá en la aplicación de unos tipos de gravamen inferiores en el Impuesto sobre Sociedades (el tipo ordinario es el 30%), que, en determinados casos –aquí la empresa no puede superar como cifra de negocios la cantidad de 5 millones de euros- y siempre que se cree o se mantenga empleo, serán aún más reducidos. Valga en este último caso (sólo para los períodos impositivos iniciados en 2011) la siguiente fórmula de tipos impositivos: el 20% para la parte de base imponible comprendida entre 0 y 120.202,41 euros, y el 25% para la parte de base imponible restante.

En resumen: mejores condiciones legales para la ampliación de capital y para la tributación en el Impuesto sobre Sociedades a favor de la pequeña empresa. Algo es algo, y sobre todo este “algo fiscal” va en la dirección correcta para ayudar a los que, no siendo “caballeros de fortuna”, están sufriendo en carne propia los desmanes de quienes, pese a su irresponsabilidad social, han sido rescatados con el dinero y el esfuerzo de todos.

2 Comments
  1. Justerini says

    Lo cierto es que algunas teorías -tanto liberales como socialdemocratas- de las de «toda la vida» han hecho el ridículo en los últimos tiempos.Por lo pronto esta mega-crisis vino cuando empezaban a re-escribir el famoso Tema de las crisis ciclicas, porque los USA llevaban récord de anhos creciendo y Espanha se salto la crisis del 2000del reto de socios europeos.

  2. Jota Mos says

    Las pequeñas empresas se hunden mientras ganan las grandes multinacionales. este capitalismo ha entrado en una crisis por que su fín no es el progreso y crear riqueza y trabajo, sino especular con el dinero para enrriquecer a unos cuantos. Aunque quizás sea siempre así el capitalismo. En este mundo actual se ha globalizado la economía, pero no en cambio hemos creado instituciones, organizaciones e infraestructuras universales en otros campos. Nos ha vencido la premura por el dinero, la economía que enrriquecen a unos cuantos a cambio de un futuro incierto para todos. En algo nos hemos equivocado. Cuando cayó el Socialismo sovietico se ponía como ejemplo a China por hacer lo contrario que la URSS. China no libero su sistema político, pero si su economía. La URSS lo hizo al reves y fue un desastre. Osea que es mejor anteponer lo economico a lo politico y así se ha globalizado el mundo, pero esta claro que eso tampoco funciona del todo.

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