Diálogo social macro en España, pero la realidad es muy micro

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Hace tiempo que quiero hablar de esto y nunca me acuerdo. Siempre me ha parecido un poco de chiste ver a los sindicatos y la patronal hablando de acuerdos, diálogo social, convenios, etcétera, mientras desde el Gobierno se quejan de los salarios ligados a la inflación y asuntos así de grandilocuentes. Se refieren al mundo de las grandes corporaciones, que son las que aplican a rajatabla los convenios colectivos, tienen comités de empresa fuertes (¡y con varios sindicatos por medio, incluso algunos independientes!), capacidad de huelga o de presión, etcétera.

Pero la realidad en España es que el 99% de las compañías son Pymes (o micro-Pymes, con menos de 50 empleados y escasa facturación), que generan el 67% del empleo. Es decir, hay un gran mundo, fuera de los empleados en Endesa, Repsol, Caja Madrid, Santander, Corte Inglés… Y en ese universo de desheredados, las cosas son muy distintas.

Ahí no hay convenio que cumplir. Los cheques comida y gastos de desplazamiento brillan por su ausencia, al igual que los trienios. Muchos patronos han tenido que aplicar bajadas de sueldos, porque, como se sabe (y es cierto), las Pymes están muy estranguladas. Y si no cobran, no pagan a sus empleados porque no tienen líneas de crédito ni fondos propios… ni gestión sujeta a control.

Por tanto, hablarles a esos empleados de salarios ligados a la inflación provoca risa, de la misma manera que les causa amargas carcajadas la indignación de los funcionarios por su histórico e inédito recorte salarial. Al menos, ellos cobran religiosamente todos los días 1, cosa que en muchíiiisimas Pymes no ocurre. Quién sabe si no acumulan incluso meses de retraso.

España es un país de pequeñas empresas, pero están dejadas de la mano de Dios. Otro tema que me pregunto es ¿por qué no hay facilidades para que sus empleados tengan fondo de pensiones de empleo? ¿Sólo tienen derecho los de Repsol o Telefónica? (por citar más ejemplos).

¿Y la conciliación? Son cosas que parecen al alcance de compañías cotizadas en Bolsa, que lo incluyen pomposamente en sus memorias de responsabilidad corporativa (está de moda), pero son ciencia ficción en empresas de 30 empleados (por ejemplo).

Siempre me he preguntado qué se puede hacer para incluir a la Pyme y micro-Pyme de lleno en la realidad del debate social, cosa que ahora no ocurre, por muchas entidades públicas que haya dedicadas a este segmento. Esto lo saben muchos pretendidos empresarios, que se amparan en el escaso número; es decir, en el ‘aquí nos conocemos todos’, para imponer condiciones precarias o poco adecuadas a sus empleados. El que proteste, a la calle y en ese casi no habrá un sindicato fuerte que les defienda, haga huelga o, cuando menos, monte el pollo. En la Pyme, todo el mundo acoquinadito, no vayas a ser tú el siguiente.

Por cierto, es importante que los empleados en Pymes sepan que si tienen algo que reclamar, deben hacerlo por la vía legal, porque está prohibido el despido por reclamación. Es decir, si hay un retraso en los pagos o alguna arbitrariedad así, deben denunciarlo en los tribunales de trabajo. Si lo hace por vía oral sólo en la empresa… las consecuencias pueden llegar por vía rectal  en muchas ocasiones (perdón por la grosería).

Me está quedando un artículo muy revolucionario aunque insisto en que me considero una persona liberal, a favor de la libertad de oportunidades, la menor injerencia posible del Estado y la meritocracia. Pero nuestro país tiene un tejido productivo muy mini, que choca con el grueso diálogo social y político. Deberíamos meditarlo.

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