Cautivo y desarmado

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Imagen de archivo del presidente de la Fundación Ideas, Jesús Caldera. / fundacionideas.es

¿De qué sirve poner sobre la mesa un conjunto de atinadas propuestas cuando se da por hecho que no se van a aplicar? La Fundación Ideas, que preside el ex ministro de Trabajo, Jesús Caldera, ha elaborado un documento con alternativas progresistas para la reforma del sistema financiero internacional, asunto que, cuando menos parcialmente, se debería abordar en la cumbre que el G-20 celebrará en Cannes el próximo mes de noviembre.

El brillante, minucioso y didáctico trabajo de los profesores Antonio Estrella y Rafael Fernández –que consiguen que incluso un periodista lo entienda- , localiza los problemas, aporta las soluciones y asume -con una naturalidad desalentadora- que no serán esas las recetas que se extenderán tras la cita de Cannes.

El estudio plantea alternativas respecto a cuestiones como los paraísos fiscales, los marcos regulatorios, las agencias de calificación o las retribuciones de los directivos de las grandes compañías. En este aparado, argumenta que no parece razonable que las grandes entidades financieras premien más la temeridad que la responsabilidad, repartiendo sueldos y primas millonarias a aquellos que obtienen mayores rentabilidades con independencia de los riesgos que asumen. Y apunta también las soluciones: introducir limites retributivos y establecer desincentivos fiscales al peso excesivo de las stock options y los blindajes desorbitados con el que se protegen los consejos de administración de las granes empresas. “No obstante, la solución ha de pasar por una reforma profunda -y poco probable, precisan los autores- de los sistemas de gobernanza de las entidades financieras para que los accionistas puedan ejercer un control efectivo sobre la gestión de los directivos”.

Todavía desanima más el capítulo relativo a los paraísos fiscales, cuyos efectos devastadores se describen con precisión suiza pero que, como dice el corrido, así se van a quedar. “El G-20 se muestra de momento demasiado generoso con los paraísos fiscales (y normativos)… Esta laxitud no es anecdótica, porque  los paraísos constituyen una pieza clave en el engranaje financiero internacional. Su existencia resulta fundamental para que las granes fortunas y las mayores empresas (y no solo las financieras) puedan seguir funcionando por libre, rentabilizando su riqueza al margen de cualquier regulación u obligación fiscal, y para que algunos países disfruten de una extraordinaria fuente de ingresos… La desaparición de estas zonas de sombra atenta de forma directa contra los intereses de estas empresas y estos países”, por lo que su desaparición, asume el documento, “es un objetivo especialmente difícil de alcanzar”. Volviendo al corrido, con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero.

Demoledor es también el análisis que se hace de las agencias de calificación. Tres de ellas (Estándar & Poors, Moody`s y Ficht) ostentan una primacía absoluta en ese mercado y siguen actuando como grandes oráculos financieros a pesar de su “largo historial de errores” y de su “incapacidad” para anticiparse a las crisis. “Las agencias dependen de quien les paga y, con frecuencia, solo pagan si reciben el rating que buscan…A menudo, son las propias agencias las que aconsejan a las empresas sobre el modo en que deben presentarles la información, dado que no es raro que actúen simultáneamente como consultoras y calificadoras, que es como ser asesor e inspector fiscal al mismo tiempo”.

Los autores apuestan abiertamente por la coordinación de las políticas macroeconómicas de los diferentes países con el objetivo de reducir los riesgos financieros y evitar que, como ha ocurrido hasta la fecha, situaciones como la acumulación ilimitada de la deuda norteamericana recaigan exclusivamente sobre los hombros de las políticas fiscales de otros países. Pero parece que, en este ámbito, tampoco podemos esperar demasiado de la cumbre de Cannes porque, “lamentablemente”, se precisa, “los intereses en juego sitúan esta meta en un horizonte muy lejano”.

Y hay más de lo mismo cuando se alude a la necesidad de reformar las instituciones internacionales (FMI y una nueva Organización Mundial Monetaria y Financiera) para construir un sistema de gobernanza internacional que se ocupe de facilitar la cooperación y la coordinación intergubernamental, pero que también disponga de responsabilidades regulatorias, supervisoras y sancionadoras. “En la situación actual”, se precisa, “esta meta queda lejos”.

Así que ya sabemos lo que va mal e, incluso, conocemos las medidas que habría que tomar para cambiar las cosas, pero no parece que el G-20 se vaya a poner manos a la obra en la reunión que celebrará el próximo mes de noviembre en Cannes… Para reventar de optimismo, ¿eh?

1 Comment
  1. celine says

    En España, las cortes franquistas se llegaron a hacer el harakiri en favor del tránsito a la democracia. Pero no sé yo si el G20 sabe hacer eso.

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