Desconcierto tras la cumbre del FMI y BM

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El director del Banco Mundial. Robert B. Zoellick, el sábado, en Washington, durante una rueda de prensa. / M. S. (Efe)

Escasa atención ha recibido la cumbre mundial de primavera celebrada el pasado fin de semana por las dos mayores instituciones mundiales de cooperación monetaria y financiera, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Evidencian así que no han superado el desgobierno mundial, o la falta de un gobierno de esta globalización tan loca como acelerada, desbocada al fin y desnortada a la postre. España e incluso los EEUU ya han empezado a notar negativamente dicha frustración, además de Grecia, Irlanda y Portugal, primer destino de los rescates europeos con un tercio de fondos del FMI. Esperemos que los procesos de evaluación mutua lanzados en esta cumbre sirvan como herramientas para evitar futuras crisis, aunque para ello se pide a los países mas poderosos que se sometan a las decisiones "técnicas" del FMI como los del euro ante sus eurócratas.

Ha sido una de las dos grandes convocatorias anuales que intentan gobernar el mundo económico junto con el G-20 y otros grupos y comités, en muchos casos surgidos en su seno,  al margen de la OMC y otras. Cada primavera y cada otoño, miles de altos funcionarios de todo el mundo asisten a esa serie de eventos en Washington DC con altos cargos del sector privado, periodistas, representantes de la sociedad civil, y otros observadores interesados. Lo mas importante es la junta del Banco Mundial y el FMI, así como el Comité para el Desarrollo y el Comité Financiero. También hay múltiples seminarios, reuniones regionales, conferencias de prensa, y muchos otros eventos centrados en la economía mundial, el desarrollo internacional y los mercados monetarios y financieros del mundo, que obviamente acentúan su autocracia ante los representantes políticos de los diversos países.

Las reuniones vienen precedidas por la publicación de informes o outlook de esas principales instituciones, cuyos enfoques o primicias estadísticas muchas veces restan atención a las propias reuniones de ministros, líderes políticos o funcionarios mundiales. El principal mensaje del FMI ha sido que la recuperación económica gana fuerza, aunque también los riesgos derivados de la misma (dos velocidades, carestía de alimentos y energía hasta nada menos que el 36% en un año, los efectos el desastre de Japón, el malestar en Oriente Medio, el persistente desempleo en algunas partes del mundo, y el riesgo de sobrecalentamiento e incluso de posteriores burbujas inmobiliarias o de otros activos en algunos mercados emergentes. El del BM, al hilo de las revueltas árabes, vincula por primera vez oficialmente la pobreza con la violencia; dice que la seguridad ciudadana, la justicia y el empleo son fundamentales para romper los círculos de la violencia criminal y política que afectan a 1500 millones de personas pobres y alejadas por ello de los Objetivos del Milenio. Ante ello preconiza el fortalecimiento de las instituciones, prueba de que el consenso de Washington a favor de la liberalizaciones, desregulaciones y privatizaciones no ha sido sustituido tras la crisis por otro compendio general de ideas dirigido a mejorar el gobierno del mundo, si bien anuncia a partir de ahora tratará de anticiparse a las crisis con tres líneas de actuación: repensar las teorías económicas a raíz de la crisis global, repensar la asesoría de políticas como por ejemplo los controles de capital, y tratar de mejorar la forma en que funciona el multilateralismo y la cooperación mundial

De ello deja constancia el comunicado final del importante Comité para el Desarrollo de las Juntas de Gobernadores del Banco y del Fondo. Además de rezumar autocomplacencia por el aumento de recursos de esas instituciones durante la crisis y por la actual recuperación que impulsan los países en desarrollo, algunos de ellos asiáticos y latinoamericanos muy críticos con la solución de sus problemas de deuda en los años ochenta y noventa, hay en ese comunicado poco más que lamentos sobre la escalada de precios de alimentos y energía que amanzanan con crear cientos de millones de pobres en países no emergentes, sobre todo en el tercio de países en desarrollo más afectados, entre ellos precisamente los árabes o africanos sin recursos. Y ello a pesar de que en la rueda de prensa previa, el director-gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn había advertido contra esa complacencia porque “el mundo todavía no está en la era postcrisis”. No hay motivos para ella: tras elevar las deudas públicas esa lucha contra la crisis, la volatilidad de los mercados se dispara de vez en cuando aunque no alcance los niveles de finales del 2008. Además, los niveles de reducción de la pobreza (los informes publicados dicen que el 14,4% de la población mundial vivirá con menos de 1.25 dólares al día en 2015, frente al 25.2% que lo hacía en 2005) se deberán principalmente a la dinámica de que crecen más los países menos desarrollados y competitivos como China y la India., “Según el reloj del hambre instalado en nuestro edificio principal, en el planeta hay casi 1000 millones de personas mal nutridas, y cada minuto esta cifra aumenta en 68 personas”, declaró sin ofrecer más soluciones el presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, entidad que sí ha mejorado la información de cada país.

Rescates en la periferia europea

Las conclusiones del Comité Monetario y Financiero en el sentido de fortalecer la resistencia del sector financiero y su capacidad para apoyar la recuperación denotan que, tres años después de su inicio, la crisis financiera y económica se resiste a ceder, sobre todo en la España, que pese a ser la de menor crecimiento y mayor desempleo relativo ahora es señalada como ejemplo de modelo a seguir por sus reformas o ajustes ante las pasadas o próximas tormentas de la deuda, aunque el primer día tras las cumbres del fin de semana fue más castigada que otras economías por los mercados. De ahí que la receta mundial haya sido seguir avanzando para abordar la asunción de riesgos financieros excesivos y el riesgo moral, y fortalecer la supervisión y la regulación de los centros financieros. Pero los mercados no han creído ni creerán mensajes como que Grecia no renegociará la deuda (la de dos años acaba de superar el umbral del 20% de interés) y especulan con que ello abra la puerta a ese proceso en Irlanda y Portugal, tres países donde la exposición de la banca internacional se aproxima al billón de euros. Los periódicos griegos ('Kathimerini') empiezan dar por hecha esa negociación para aplazar o acortar los pagos, mientras ejecutivos  del FMI y  europeos estudian en Lisboa el rescate portugués.

Hay muchas razones para que el FMI, Grecia y las autoridades europeas que defienden a los principales bancos de otros países cojan el toro por los cuernos  y no recurran a esa quita en la deuda, hoy todavía innecesaria y que causaría más perjuicios que beneficios tanto para el país heleno como para sus  acreedores. Pero cada vez son más los que dicen que, tal como van las cosas, una quita de deuda será a medio plazo inevitable para Grecia e incluso para Irlanda y Portugal.  "Los rescates de Grecia e Irlanda", escriben por ejemplo los analistas de NordKapp, "han fracasado en su objetivo de reducir los tipos de interés al cual estos países se financian, y no han logrado generar confianza. Eso es así debido a que el rescate se diseñó aumentando la Deuda/PIB de dichos países, en lugar de atacar el problema del alto endeudamiento de raíz asumiendo quitas. A pesar de que los líderes europeos se han equivocado en la metodología para resolver la problemática de Grecia e Irlanda, están intentando utilizar la misma metodología para Portugal. Naturalmente, lo que fracasó para Grecia e Irlanda, fracasará también para Portugal, y eventualmente todos terminarán recibiendo una quita de su deuda. De hecho, los yields de los bonos a 5 años de Irlanda y Portugal ya están anunciando el fracaso del eventual rescate de Portugal, debido a que se encuentran en 9,8% y 9,08%, niveles que están lejos de lo que implicaría una situación de confianza".  Pero la situación se entiende mejor cuando se aclara que las bancas más afectada por la quiebra de Grecia, Irlanda y Portugal serían las de Alemania (con una exposición de 228.000 millones de euros), UK (195.000), Francia (151.000), y EEUU (143.000). Evidentemente Alemania, Francia, UK y USA no quisieron asumir pérdidas, y por ello prefirieron intentar solucionar el problema intentando un rescate comprometiendo dinero de otros (UE).

España y los EEUU

No ha sido ese el único mensaje positivo de la cumbre para España a la hora de separar sus problemas de los de Grecia, Irlanda y Portugal, cuyas operaciones de rescate a cargo del correspondiente fondo europeo cuentan con cerca de un tercio de los recursos cubiertos por el FMI. Al descartar también las operaciones de renegociación de la deuda en Grecia, el FMI también estaba despejando incertidumbres que pesan y seguirán pesando los próximos meses sobre esas economías y la nuestra. Además, pese a que el FMI y el  BM han replanteado algunos métodos para cuantificar riesgos y desequilibrios, España ha quedado fuera de la lista de riesgos sistémicos, aun cuando tiene dos de los bancos que en su agenda requerirán medidas adicionales al conjunto de la banca, por figurar entre los mayores y más internacionalizados del mundo.

Sin embargo, tras esa serie de mensajes positivos para la economía española, el pasado lunes los mercados volvieron a situar la prima de riesgo en niveles cercanos a los máximos de los últimos meses. No lo hicieron porque el FMI prevea para un PIB raquítico en 2011 (el 0,8%) y en 2012 (el 1,6%), puesto que es más optimistas que el Gobierno y los analistas en inflación y en tasa de paro (2,6% y 19,4% en media anual de 2011, respectivamente). Una explicación posible la daba por anticipado Ángel Laborda, de Funcas: “A medio plazo siguen siendo bastante pesimistas, ya que el crecimiento de la economía permanece por debajo del 2%, y el déficit público, por encima del 4,5% hasta 2016. Aquí se detecta una cierta contradicción en los mensajes del Fondo. Sus directivos no se cansan de decir que España lo está haciendo muy bien en cuanto a la reducción del déficit público, el saneamiento del sector financiero y las reformas estructurales. Todo ello debería conducir a aumentar el potencial de crecimiento a medio y largo plazo, pero ello no se ve en los números de sus previsiones. Puede ser que los directivos sean más diplomáticos, pero los expertos piensen que las reformas no son lo ambiciosas que debieran”.  Si a ello añadimos los mensajes confusos al respecto, ya tenemos más explicaciones.

Algo similar sucedió con la economía norteamericana, afectada no tanto por su ritmo de actividad como por las dudas del FMI sobre la marcha de sus reformas fiscales y financieras, así como por la tendencia a que China la sobrepase esta misma década, pues el FMI ha declarado el pasado fin de semana su convencimiento en que el país asiático ya será la primera economía mundial en 2016 tras superar a Japón en cifras absolutas el año 2010.

No es de extrañar que días después Standard & Poor's haya recortado la perspectiva sobre el rating de Estados Unidos de estable a negativa, aunque mantiene su máxima calificación de triple A (AAA). Desde hace más de un año mantenemos que el mayor riesgo de amplitud de la crisis de la deuda radica en su extensión a los EEUU y Gran Bretaña, mucho más endeudados y dependientes del exterior que las economías periféricas de Europa aunque es apoyan instituciones como el FMI, las agencias de calificación y su influyente prensa. En los tres frentes se han abierto algunas grietas, empezando por el propio Fondo.

Políticas preventivas

En la dirección de repensar y tomar medidas preventivas de supervisión, el principal paso ha venido nuevamente de la mano del G-20: avanzar en el Proceso de Evaluación Mutua (PEM) surgido de la  Cumbre de Pittsburgh de 2009, cuando los líderes de los países industrializados y emergentes que lo integran se comprometieron a colaborar en una recuperación duradera y un crecimiento sólido y sostenible a mediano plazo creando un marco para identificar objetivos y políticas para lograrlos así como una ."evaluación mutua". El FMI se ocupa del análisis técnico necesario y ahora los  ministros de Finanzas y Economía del G-20 han acordado analizar de cerca a siete de sus miembros para identificar desequilibrios que puedan conducir a crisis en la economía global. La ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, anfitriona de dos reuniones previas en París, adelantó que el grupo someterá a un escrutinio detallado a estos siete países, que representan más del 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del grupo del G-20.  Aunque sólo Francia ha confirmado su presencia en esa lista, todo parece indicar que estarán los EEUU, China, Alemania, Francia, Japón y el Reino Unido más India o Brasil. Se trata de identificar desequilibrios peligrosos en tres grandes áreas: deuda pública y déficit fiscal; tasa de ahorro y deuda privada; y desequilibrios externos, que incluyen la balanza comercial y los flujos netos de inversión y transferencias. El objetivo final es determinar cuándo los niveles de deuda, los déficit comerciales u otros indicadores revelan riesgos sistémicos, que puedan poner en peligro la economía global.

La ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, conversa con el director del FMI. Dominique Strauss-Khan, el pasado viernes, en Whasington. / Michael Reynolds (Efe)

Este paso en la dirección de que el mundo sea menos propenso a la crisis mediante un conjunto de directrices para medir los desequilibrios potencialmente desestabilizadores es uno de los más esperanzadores, siempre y cuando los países fuertes no recurran a bloquear las valoraciones y propuestas cuando les disgusten. Así ha pasado durante los últimos años con informes y propuestas del FMI respecto a los EE.UU, Reino Unido, China, Brasil e incluso Argentina. Pero ahora los más importantes han aceptado ese procedimiento para detectar y prevenir riesgos sistémicos que pudieran representar ellos mismos para los demás. La prueba definitiva vendrá, no obstante, cuando el correspondiente comité evaluador independiente del FMI proponga las medidas para evitar que los riesgos de una economía se contagien hacia las demás del sistema. Algo similar se ha previsto en las normas de Basilea III para las entidades bancarias más internacionalizadas, que deberán contar con provisiones específicas adicionales a los nuevos requerimientos de solvencia y liquidez.

Dudas sobre la estabilidad

El Informe sobre la estabilidad financiera mundial señala que esta se ha afianzado en los últimos seis meses gracias a políticas económicas acomodaticias, pero la recuperación a dos velocidades —moderada en las economías avanzadas y vigorosa en las economías de mercados emergentes— plantea también dos tipos de desafíos.  En las economías avanzadas más golpeadas por la crisis, los gobiernos y los hogares permanecen muy endeudados, si bien en distinto grado, y la salud de las instituciones financieras no se ha recuperado a la par que la economía en general. Las economías emergentes se enfrentan a nuevos desafíos derivados de la fuerte demanda interna, el rápido crecimiento del crédito, las políticas macroeconómicas relativamente acomodaticias y la afluencia de capitales. Los riesgos geopolíticos también podrían poner en peligro las perspectivas económicas y financieras, con aumentos bruscos de los precios del petróleo en medio de temores de interrupciones del suministro en Oriente Medio y el Norte de África.

La tarea principal que tienen ante sí las autoridades en las economías avanzadas consiste en reorientar las políticas para que se centren menos en el apoyo macroeconómico y el suministro de liquidez y más en aspectos estructurales, es decir, menos “soporte” y más “saneamiento” del sistema financiero. Esto significará reducir el apalancamiento y restablecer la disciplina del mercado, pero sin que se produzcan perturbaciones financieras o económicas durante el período de transición. Por lo tanto, las actuales medidas de política destinadas a retirar las garantías públicas (implícitas) y a lograr que los tenedores de bonos asuman la responsabilidad ante pérdidas futuras tienen que basarse en un afianzamiento más rápido de los balances de los bancos, que permita garantizar la sostenibilidad fiscal a mediano plazo y aliviar las cargas de un endeudamiento excesivo en el sector privado.

Las economías emergentes deben centrarse en limitar la inflación por sobrecalentamiento y la acumulación de factores de vulnerabilidad, a fin de evitar posteriores saneamientos. Sus fuertes entradas de inversión de cartera contribuyen en concreto al mayor apalancamiento y a la aparición de potenciales burbujas en los precios de los activos. En varios casos, deberán ser más restrictivos en política monetaria y usar herramientas macroprudenciales para garantizar la estabilidad financiera.

No obstante, ese informe indica que en los próximos meses el desafío más apremiante será el financiamiento para los bancos y entidades soberanas, particularmente en algunos países vulnerables de la zona del euro, donde las políticas para lograr la consolidación fiscal y fortalecer los balances de los bancos deben estar respaldadas por mecanismos creíbles que garanticen que los mecanismos de apoyo multilateral cuentan con la flexibilidad y los recursos suficientes para facilitar un desapalancamiento ordenado sin desencadenar nuevas tensiones en las finanzas públicas o en el financiamiento de los bancos. Los mayores costos de financiamiento y el saldo creciente de la deuda pública harán que aumenten los pagos de intereses en la mayoría de las economías avanzadas . Pero advierte que se precisará un avance mucho mayor de las estrategias de consolidación fiscal a mediano plazo en Estados Unidos y Japón para evitar riesgos de deterioro de la estabilidad financiera y para preservar la confianza.

En general, pese al traslado de los riesgos del sector privado al sector público durante la crisis, no se ha recuperado la confianza en los sistemas bancarios de muchas economías avanzadas, y esta circunstancia continúa interactuando de manera perjudicial con los riesgos soberanos en la zona del euro. Para restaurar la confianza en el mercado y reducir el uso excesivo del financiamiento del banco central será necesario fortalecer mucho más los balances de los bancos. Esto exigirá niveles de capitalización más altos, para evitar un proceso perjudicial de desapalancamiento, así como la reestructuración y, de ser necesaria, el cierre de bancos.

En Estados Unidos, la atonía del mercado de la vivienda, los problemas hipotecarios heredados y la acumulación de ejecuciones hipotecarias siguen ejerciendo presión sobre el sistema bancario, lo cual limita la creación de crédito y complica el retorno a un mercado hipotecario en pleno funcionamiento. También se necesitarán mayores reservas de capital y balances reforzados en los bancos a medida que los países vayan adoptando regímenes regulatorios nuevos y más exigentes. Los países cuyos sistemas bancarios aún están en problemas deben mejorar la transparencia (inclusive mediante la ejecución de pruebas de resistencia más rigurosas y realistas) y recapitalizarse, reestructurarse y (si es necesario) cerrar las instituciones débiles. Si no se llevan a cabo estas reformas del sector financiero a más largo plazo, las dificultades de financiamiento a corto plazo pueden agravarse hasta dar lugar a otro evento de liquidez sistémica.

La medición y mitigación de los riesgos de liquidez debe ser una de las prioridades en la agenda de las autoridades. Esos riesgos fueron una de las características principales de la crisis reciente y aún no han sido abordados. Basilea III ayudará a reforzar las reservas de liquidez, pero no podrá abarcar todos los aspectos inherentes al carácter sistémico del riesgo de liquidez.

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