Así funcionan los mercados hoy en día: el crudo estaba en los 115 dólares, los futuros a 125, la gasolina en máximos históricos, la sociedad totalmente estrangulada; todo ello a pesar de que hay un escenario de crisis que no debería justificar dicha situación. Basta que salga el gobernador del Banco Central Europeo (BCE) a decir una obviedad para que los precios de las materias primas sufran la mayor caída en dos años. El Brent cerró esta semana a 101 dólares al contado. Casi un 15% de descenso en sólo 48 horas.
Jean-Claude Trichet dijo que no hay evidencias de recuperación económica y que de momento no toca tipos, pese a la inflación que causaban los carburantes. Al día después comentó que es una buena noticia la caída del precio del petróleo, en una declaración que provoca una sonrisa, cínica o tierna, según se mire. ¡Si la ha provocado él mismo, simplemente al decir algo tan clasificado que lo sabe cualquier ciudadano!
Con tanto descaro ha sido la cosa que también han tenido que salir desde el banco emisor a decir que los mercados se han pasado de frenada bajista. Claro, no vaya a ser que alguien más también diga que es la mano del BCE la que mece la cuna de los especuladores.
La contratación con derivados sobre el crudo en máximos históricos y nuestros gobernantes no hacían nada, a pesar de que la factura del petróleo nos está hundiendo en el plano micro (inflación, precio de la gasolina...) y macro (decrecimiento, es decir, paro...).
No será posible que ningún país se recupere con solidez con los precios de los carburantes artificialmente al alza. Al final, ha tenido que salir el BCE intervenir en el mercado (porque lo que ha hecho Trichet es eso y nada más) para pegarle un recorte del 15% al petróleo que proporcione algo de respiro, porque la semana pasada el litro de gasolina se puso a 1,38 euros. Eso es la antesala de las movilizaciones sociales en muchos países de la Eurozona, entre otras cosas.
Es de desear que ahora los alcistas deshagan sus posiciones a toda prisa y devuelvan la cotización del Brent por debajo de los 90 dólares por barril, que es un entorno más razonable y que tampoco es ningún chollo. Pero al menos, eso dejaría margen a las economías para intentar sacudirse el polvo de encima.
Una vez llegados a este punto, se pondría de manifiesto una de las cuestiones reclamadas desde tiempos inmemoriales: ¿para cuándo una reforma de los mercados que impida una especulación que vaya contra la sociedad? Disparar las cotizaciones de las materias primas, entre otras cosas los alimentos, es algo que sólo puede generar enriquecimiento brutal a un mínimo grupúsculo y pobreza general. Lo mismo vale si se hunden los precios sin motivo, por supuesto.
No hablo de intervencionismos ni de hiper regulación, pero los países grandes deben tener muy claro que hay que dar con un modelo financiero que evite que el mundo esté en manos de los Lehman Brothers, Goldman Sachs o Morgan Stanley de turno, porque ahí siguen, campando a sus anchas después de la que nos han liado a todos.
Sí estás hablando de intervencionismo de los estados y de regulación, pero no hay que tenerle miedo a eso, de momento cada cuatro años mas o menos, el voto de los ciudadanos puede cambiar los gobiernos, cosa que no pasa en la banca. Desengáñate, no se puede quedar bien con todo el mundo.