Jean-Claude Trichet (BCE) apoya a nuestra deuda más que a la italiana porque le gusta la reforma constitucional
Así lo aseguran gestores de renta fija: el Banco Central Europeo (BCE) está acudiendo con mucho más interés a las subastas de renta fija españolas y nos está mimando en el secundario, mientras que está dejando mucho más de lado a la Italia de Berlusconi, debido al ruidoso proceso de reforma constitucional en que está inmerso nuestro país. En cambio, habría deseado mensajes más fuertes del país transalpino.
A finales de julio, Jean-Claude Trichet envió una carta a Zapatero, en términos imperativos e insultantes. No sólo exigía una reducción drástica del déficit público, sino que decía cómo había que hacer los recortes, como informa Luis Díez en su blog La Espuma del Día. Una misiva que dolió... pero se aceptó, continuaba Raimundo Castro en Los Pasos Encontrados.
Todo un trágala para un Zapatero que hace tiempo que ha olvidado su dignidad soberana, sacudido por los mercados, las altas instituciones internacionales, las agencias de rating y con unas cifras macros para llorar, con el paro como gran agujero.
Dios (el BCE) aprieta, pero no ahoga, y ha echado una mano al Tesoro en las últimas subastas de deuda, en las que ha salido con cierto decoro, así como en el mercado secundario, donde nos mantenemos en el 5% y si la prima de riesgo se ha ido por encima de los 300 puntos básicos ha sido por apreciación del bund alemán, no por caída del español. Un movimiento que los expertos llaman flight to quality, es decir, una huida del dinero hacia los parajes más seguros. Por su lado, el italiano supera el 5,50% en el mercado secundario.
Y en la reciente subasta de bonos del Tesoro a 5 años del pasado 1 de septiembre, se colocaron 3.621 millones de euros al 4,5%, frente el 4,89% de la anterior de julio. Una fuerte rebaja. La demanda fue, sin embargo, sólo de 1,79 veces, por lo que los operadores señalan que debía estar muy claro quién era el comprador para que, con tan poca sobredemanda, no hiciera falta subir la rentabilidad.
Mientras tanto, el desorden institucional de Italia y la falta de un mensaje reformista de calado ha enfriado al BCE sobre la deuda italiana, que ha vivido días de pesadilla y tiene las moscas especuladoras encima con más fuerza que nunca.
Conviene recordar algunos conceptos antes de seguir. La deuda pública es el mecanismo mediante el que se financia el Estado, a través del Tesoro. Un bono recién emitido ofrece un interés concreto, establecido en la subasta y al vencimiento del mismo se recupera el capital. Cuanto más interés ofrece, mejor para el inversor y peor para el emisor (el Tesoro), porque le cuesta más cara la financiación.
Esos bonos, sin embargo, casi nunca son custodiados por un inversor hasta el vencimiento, sino que salen a cotización, en el llamado mercado secundario. Ahí, pueden subir o bajar de precio, como una acción, ya que el bono, además de interés, tiene un valor nominal, fijado en puntos. Así, un bono a x años puede tener una rentabilidad del 3% (por ejemplo) y un nominal de 100 puntos (por ejemplo).
Al inversor que lo compre en el secundario le interesa, evidentemente, que suba el nominal, al igual que una acción. Si el precio sube, la rentabilidad baja: con ese nominal de 100, una subida a 110 dejaría el rendimiento contante y sonante ofrecido por debajo del 3% anterior. Y vivecersa: si bajara de 100, la rentabilidad obtenida, que siempre será la misma en dinero la hora de abonar los intereses, sería algo superior al 3%.
El mercado secundario fija en gran medida los tipos de las subastas primarias: si un bono tiene mucha demanda, su rentabilidad será baja en el secundario y, sin duda, se colocará sin problemas. Al revés, si un papel público está muy castigado, el Gobierno emisor deberá hacer esfuerzos extra para atraer inversores y, por tanto, deberá ofrecerles intereses lo más altos posibles.
Si son demasiado altos, pone en riesgo la viabilidad financiera del país. Últimamente se escucha la frase ‘punto de no retorno’, que significa que por encima de una determinada cota, el estado no será capaz de abonar los intereses de la deuda. Causaría, por tanto, suspensión de pagos.
Otra vara de medir ya archifamosa es la prima de riesgo, que mide el diferencial de rentabilidad de un mismo bono (habitualmente se toma el 10 años) entre la economía de referencia y la propia. En Europa el benchmark es, como es bien sabido, Alemania. España llegó a tener una rentabilidad inferior a la alemana en algunos momentos de mediados de la pasada década y, por tanto, prima de riesgo favorable.
En los últimos meses, asistimos a ataques especulativos sobre la deuda, que pusieron al bono español en el entorno del 5,4% y el diferencial en 400 puntos básicos, cota insostenible. Con gran sorpresa, los mercados atacaron también a Italia, que parecía uno de los países que se iban de rositas en esta crisis.
El BCE tuvo que intervenir en los mercados secundarios para rebajar la tensión, expulsando a especuladores que, en muchos casos, operan del descubierto o hiper apalancados. Trichet actuó como un espanta moscas, aunque ha quedado claro que luego ha echado más insecticida a los que especulaban sobre bonos españoles que a los que lo hacían sobre la italiana.
Ayer, el propio Trichet dijo, sin embargo, que está contento con los pasos que parece emprender Italia y negó que haya enviado otra carta indicándole las medidas a seguir a Berlusconi. Habrá que estar atentos, sin duda, a la evolución de los bonos tanto españoles como italianos y a nuevos mensajes cruzados. A Zapatero, eso sí, le queda ya menos tiempos para llevarse disgustos como este.
¡Creanme!
Cuando lleguen, ojalá nunca, los de Rajoy y él mismo, todo, en el mundo, se arreglará.
-¡Qué ilusos!-
La economía europea…, -¡pero, qué digo!-, la economía mundial, los esperan con ansia…
González Pons, ese que defiende y adora a su amigo Camps y que, como lo hiciera Superman, creará trescientos millones de empleos, o más…;
¡¡¡Héroe!!!
¡Hala ya!
Pues véase a la Aguirre, esa cossa, la que accedió a la presidencia de la comunidad con toda su honestidad… pagada con nuestros fondos
¡Qué asco, marquesa o duquesa o, o, qué es su in–dignidad!
Pero, ¿qué hacen los fiscales y los jueces?
Pues muy claro, mandar a los robagallinas a la cárcel… los verdaderos mafiosos, a veces, están en otro plano…
¡Amigos del alma!