(Actualización del 23-9-11 con los datos de la tercera jornada de huelga)
La tercera jornada de huelga en la educación pública madrileña, convocada solo por CCOO, registró una participación de más del 50% del profesorado de secundaria, descendiendo respecto al 80% (38% según la Consejería) del pasado miércoles. El Gobierno de Esperanza Aguirre redujo esa participación en la jornada de ayer hasta el 11%.
Cifras al margen, uno tiene la impresión de que en el conflicto que mantienen los sindicatos de la enseñanza madrileña y el Gobierno de Esperanza Aguirre se ventilan las cosas que se deben ventilar (los recortes en la educación pública) y algunas otras que se han ido apegando, como dirían en mi barrio, al asunto principal. El pasado miércoles, mientras los dirigentes sindicales aprovechaban sus comparecencias en los medios de comunicación para reclamar al Gobierno de Aguirre una solución negociada del conflicto, la presidenta eludía el asunto y volvía con la matraca de los de la ceja. Esas cosas que dice la presidenta. Esperanza Aguirre sigue proclamando que no ha habido recorte pero no dice nada de la legión de profesores interinos que se acaban de quedar en la calle. Nunca se refiere a ese asunto. Por cierto, ayer, CCOO informó que, de momento, las movilizaciones han conseguido arrancar 800 contrataciones de interinos en la Comunidad.
Cuarenta y ocho horas antes de que se pusiera en marcha la primera jornada de huelga, Esperanza Aguirre decía a los periodistas que estaba convencida de que no habría huelga. Se equivocó en eso. Ahora se equivoca también cuando se obstina en interpretar el conflicto única y exclusivamente desde el punto de vista de la confrontación partidista. ¿Pero tan sorda o tan sobrada está doña Esperanza que hasta se niega a recoger el guante de la negociación que le lanzan los sindicatos? ¿Pretende dar alguna lección a alguien? ¿A quién? ¿De dentro? ¿De fuera del partido? ¿Está intentando decirnos alguna cosa? ¿Asustarnos? ¿Demostrar algo? ¿Y qué será?
El miércoles, los miles de manifestantes congregados en el perímetro de la Consejería de Educación no se cansaron de repetir, durante la media hora larga que duró la movilización, la consigna Esperanza dimisión; no gritaron otra cosa durante casi cuarenta minutos. Seguramente no se le puede pedir que dimita a alguien que hace solo unos meses ha obtenido la mayoría absoluta en las urnas con un programa que, aunque no detallara estas putadas que le están haciendo ahora a la educación pública madrileña, sí que llevaba la impronta del saqueo público ultraliberal en la letra pequeña, escondido entre el plumaje de la gaviota. O sea, que es a un gobierno como el presidido por doña Esperanza Aguirre al que se presuponen este tipo de soluciones poco sociales para ahorrar. Y los madrileños votaron eso y eso es lo que hay.
Seguramente no es razonable pedir la dimisión de la señora Aguirre, pero sí lo es recordarle que su obligación no es sacar bola delante del espejo, sino solucionar los problemas; y sí lo es también recordarle que no le pagamos para que insulte a los sindicatos cada vez que abre la boca, sino para que se siente a negociar con ellos. Ese tipo de cosillas que sirven para diferenciar a un/una dirigente político/a de un trilero/a ventajista.
si, esta sobrada de todo, hasta de votos. Bueno de todo no, esta falta de estilo, solidaridad, vergüenza, sencillez, progresismo………….
mi padre fuè maestro, le dieron escuela por examenes de oposiciòn, despuès se la quitaron por republicano.y lo que les falta todavìa con èsta «esperanza».