Propongo un impuesto a la emigración

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España ya no es país para extranjeros (salvo si son futbolistas). Tampoco para jóvenes, cualquiera que sea su nacionalidad. Por primera vez durante los últimos diez años ahora nuestro país presenta un saldo migratorio negativo. El balance es de casi 40.000 individuos menos en los nueve primeros meses de 2011, según las Estimaciones de la Población Actual efectuadas por el Instituto Nacional de Estadística. Ya son más las personas que salen que las que llegan a territorio español. Para hacernos una idea cabal del impacto negativo de la crisis económica sobre los flujos migratorios, bastará comparar el dato anterior con la cifra de 511.995 personas de saldo positivo, de acuerdo con la misma fuente oficial referenciada a exactamente cuatro años atrás (al término de los tres primeros trimestres de 2007). Los números de esta verdadera espantada laboral se refieren únicamente a los trabajadores extranjeros. Pero hay más: de enero a septiembre del año en curso se han multiplicado por dos las salidas de ciudadanos españoles. Demográficamente, la proporción de estos últimos sólo representa un 10% de las salidas totales del territorio, pero las fugas de ciudadanos españoles no constituyen una anécdota banal en nuestra economía y en la población del país. En lo que va de 2011 se han marchado ya 50.521 españoles, frente a los 34.096 que han entrado, siendo también aquí el saldo negativo. Sin embargo, lo más preocupante, como he señalado, es la tasa de velocidad de estas salidas: los “huidos” en septiembre duplican con exceso a los de marzo.

¿Qué consecuencias públicas produce la emigración de esta fuerza laboral, en la que abundan profesionales muy jóvenes? Muchas y muy importantes, dada la pérdida potencial de trabajo especializado y de alta cualificación, pero quizás la más grave sea la ruptura de la justicia tributaria. Pagar impuestos significa, entre otras cosas, la existencia de un pacto intergeneracional. En el asunto que trato sucede como en el pago de las pensiones, pero al revés. Las previsiones financieras no se proyectan para la atención futura de nuestros ciudadanos mayores ya jubilados, sino que dotan la formación actual, permanente y muy costosa de unos jóvenes que mañana –en principio- trabajarán y contribuirán con sus ingresos a mantener, vía impuestos, el gasto de la comunidad. Es decir, las personas laboralmente activas financian con sus impuestos el porvenir de las generaciones más jóvenes. Y, en contraprestación, la comunidad política espera de estas últimas, con el paso del tiempo, los oportunos retornos. El núcleo de este gasto se visualiza muy bien en las inversiones realizadas en el sistema público educativo. En todos sus ciclos, desde la escuela primaria hasta la licenciatura y los cursos de posgrado en la Universidad.

La emigración creciente de profesionales jóvenes con alta cualificación plantea un problema de índole individual. La mayoría probablemente sale al exterior obligada por las circunstancias del colapso económico español. Huérfanos de expectativas, con un mercado de trabajo nacional que no puede absorberlos, esas personas son expulsadas de nuestro territorio por la fuerza implacable de los hechos, y muchas se quedarían si encontraran un trabajo bien remunerado en España. Pero tampoco se puede negar la entropía económica que significa su marcha. La emigración, si continúa a su ritmo actual, aumentará el grado de desorden de nuestro sistema tributario, que ha anticipado unos recursos públicos imposibles de recuperar en el futuro. Por supuesto, no se trata de castigar a nadie –ya es suficiente castigo la emigración forzosa- sino de aligerar las cargas tributarias en unos momentos dramáticos para la Hacienda Pública. Además, la obsolescencia de nuestro sistema impositivo requiere de nuevas figuras de gravamen, y en el mundo globalizado de hoy ésta sería una de las más efectivas y razonables.

Del lado de la oferta de flujos migratorios, España ha dejado de ser un factor de atracción para pasar a constituir un factor de presión. La gente que puede (también a menudo la mejor) se marcha del país, invirtiendo drásticamente la tendencia iniciada hace diez o quince años. A nadie se le escapan las consecuencias de esta inversión, en la demografía, en la producción económica y en el sistema fiscal, con una población cada vez más vieja y demandante en mayor grado del gasto público, en sanidad y pensiones sobre todo. España no tiene muchas reservas de profesionales cualificados y su problemática tasa de reposición, si ahora se marchan gran parte de sus jóvenes, puede disminuir aún más a medio plazo. La economía global ha ocasionado un estallido en la demanda de trabajadores especializados por los países más prósperos (véanse los casos de Alemania y Estados Unidos), y la recesión financiera no ha hecho más que agudizar el problema causando graves desequilibrios no sólo en contra de los países pobres (como los africanos, que se quedan sin sus jóvenes) sino también mayores disonancias y asimetrías entre las economías desarrolladas. España, con sus saldos migratorios actuales, está empezando a mostrar un perfil que ya se había olvidado, el de un país pobre sometido al riesgo de perder a sus mejores efectivos.  Ésta constituye una gran amenaza para nuestro futuro económico.

Bajo circunstancias y supuestos distintos a los expresados aquí, algunos economistas han barajado algunas iniciativas  recomendando el establecimiento de un tributo a la emigración. Es el caso, para la India, de Mihir Desai, Debes Kapur y John McHale. También en el mismo sentido caminan las investigaciones académicas de Jagdish Bhagwati. No son estudios trasladables mecánicamente a nuestra economía, porque están basados en el enorme número de residentes en Estados Unidos originarios de la India, muchos de ellos con elevados ingresos profesionales. El potencial recaudador de esas propuestas es mucho más elevado que el que proporcionaría una medida similar en nuestro país. Sin embargo, sí es común en ambos casos, aunque cada uno a su escala proporcional, el efecto derrame sobre la economía de origen que los emigrantes producen. Éstos suelen retornar a sus países de nacimiento llevando con ellos sus nuevos conocimientos y las pericias adquiridas en el extranjero. No se trata de gravarles con avidez, como si fueran una pandilla de mercenarios en busca del mejor sueldo. Bastaría con un tipo de gravamen, especial y reducido, en el Impuesto sobre la Renta de No Residentes. Se darían así las notas que, en mi opinión, deben caracterizar esta tributación específica: calidez, moderación y eficacia. Porque esas personas continuarán teniendo vínculos morales y sentimentales con nuestro país. Y casi siempre tendrán en él una base importante de actividades e intereses económicos.

11 Comments
  1. inteligibilidad says

    La sugerencia es comprensible pero me gustaría puntualizar algunas cosas. En primer lugar, trabajar fuera no significa tener un sueldo espectacular. Segundo: los emigrantes ya pagan sus impuestos en los países de acogida (y no siempre tienen todos los beneficios sociales a los que tienen derecho los nacionales). Y tres, además de pagar impuestos en su nuevo país, es muy frecuente (y cuanto menos joven es el emigrante, más) que además tengan que enviar remesas a sus familiares, especialmente teniendo en cuenta la situación económica de tantísimos españoles…

  2. vero says

    Me parece muy trirte que no solo se pretenda hacer creer que la educacion, pesima, es un desembolso cuando muchos jivenes debemos huir para mejorar y perfeccionar nuestra educacion y habilidades.si se invirtiera mas en investigacion y educacion quizas la gente no tendria que emirar.ademas,la culpa de que muchos tengamos que huir está en las generaciones pasadas q optaron por un modelo economico basado en turismo barato y ladrillo.si quiero prosperar encima tengo q regalarles los frutos de mi trabajo??? Increible…en españa, no nos engañemos, la educacion no es gratis ni la universidad que mucho trabqjamos para pagarnosla así que encima de emigrantes nos querran tomar el pelo estando lejos de casa tb..

  3. alalimon says

    Estoy en contra totalmente de cualquier tasa; de hecho si existiera yo no lo pagaría porque no se le debe nada al lugar que no te da de vivir y menos si hay que pagar a la basura politica-empresarial-financiera que nos «obliga» (no lo olvidemos) a emigrar.

  4. asd says

    Alalimon me parece muy bien que no le debas nada a quien no ten da el puesto que mereces. Presidente de un banco por lo menos. Pero antes de irte devuelve el coste total de tus estudios imbecil. Luego vete y NO VUELVAS CUANDO SEAS VIEJO BUSCANDO LA PENSION, COMO TANTOS OTROS.

    Vero por mucho que hallas trabajado para pagarte la carrera, seguro que a mis impuestos le has costado mas. Te digo lo mismo que al otro gilipollas VETE Y NO VUELVAS.

    Si sois un ejemplo de juventud actual ( rondando los 30, de jovenes ja! ) menuda nos espera: egoistas, ignorantes ( ¿crees que a mi me esperaban con los brazos abiertos al salirt de la universidad? ), capullos y mucho peor formados de lo que os creeis arrogantes gilipollas.

    IROS y si volveis que os fusilen cabrones

  5. celine says

    Sin lugar a dudas, el desempleo juvenil es el más alto canon que pagaremos generaciones de españoles, por todas las razones aquí expuestas brillantemente. Me pregunto por qué no surgen fórmulas laborales que palíen esta lacra. Veo a mis compatriotas muy pasados, maniatados, faltos de recursos, y creo que, en buena parte, se debe precisamente a una formación poco creativa, algo adocenada. Leider!

  6. Jonatan says

    Los ricos españoles son los más miserables del orbe. No sueltan un duro ni para las empresas más nobles. Se podría copiar el sistema USA que favorece las donaciones, como cuenta Francisco Ayala, el biólogo. http://www.abc.es/20111023/sociedad/abcp-cientifico-filantropo-20111023.html

  7. inteligibilidad says

    asd está por alguna razón muy resentido. Me gustaría que pensase un momento en los miles de españoles de ya bastante edad que hay ahora en españa beneficiándose de pensiones alemanas, francesas o suizas. Son miles. ¿Deberían rechazarlas? ¿Les decimos que vuelvan a esos países que los salvaron a ellos y a sus familias cuando lo necesitaban y que no se merecen vivir en España? No sé qué le han podido hacer los emigrantes…

  8. asd says

    inteligibilidad

    A mi los emigrantes no me han hecho nada; Los que me hacen son los cabritos que despues de hacer una carrera aqui, pagada con mis impuestos, se largan a buscar fortuna, a ver si pueden dar el pelotazo ( que mejor que USA para eso) a base de unas pocas lineas de codigo fuente, un antibiotico nuevo (que ya tenian medio desarrollado en la universidad) etc. Y el resentimiento que tengo es por lo poco que recibo a cambio de mis impuestos mas de 1000 EUR al mes a pesar de tenet tres hijos.
    Que estos cabritos se crean que no deben nada a nadie….Vamos, a tiros con ellos.
    En cuanto al resto, pues si, que se vayan a esos paises donde les fue tan bien.
    En cuanto a los negativos que me poneis meteroslos por el culo. Es hora de radicalidades y no de guilipolleces progres.

  9. asd says

    Inteligibilidad

    Y no retuerzas mis razonamientos: Estamos hablando de tipos que se van PARA MEDRAR MAS no porque aqui se mueran de hambre. ¿Sabes cuantos universitarios rechazan trabajos en el INEM todos los dias? Y porque no son suficientes para sus altos merecimientos. !Banda de gilipollas!

    Buena pena que me dan todos los emigrantes que llegaron aqui con el PP, para abaratar costes en la construccion, y a los que ese PutoPartido va a echar como si fueran mierda (al tiempo), como en los tiempos de los moriscos y los judios. Gran pais este como Alemania mas o menos . Esos me dan pena.
    Los vero y alalimon me dan asco.

  10. Inteligibilidad says

    A ver: ¿Y no será que la culpa de que la gente se vaya es del Gobierno (y la inexistente oposición real y constructiva)? Si hubiera trabajo en España estas personas estarían trabajado, pagando impuestos y contribuyendo a la seguridad social de España y no en el extranjero. Y las fronteras no son sino entelequias: ¿si estuvieras sin trabajo y te saliera uno en la ciudad de al lado, qué harías? ¿Lo rechazarías porque se lo debes a tu ciudad? Pues lo mismo es pero con más kilómetros de por medio…

  11. alalimon says

    Para asd solo existen 2 casos para salir de tu pais para emigrar a otro y son morirse de hambre o medrar en tu oficio o carrera por codicia…segun argumenta.Eso es falso…el tiempo pasa y el desempleo de larga duración obliga a las personas jovenes simplemente a buscarse la vida para poder vivir tal vez con 1000 euros en Francia y poder tambien tener hijos sin privaciones (por lo menos que tengan perspectivas mejores a las que tenemos actualmente.)
    Como bien se explica inteligibilidad , voy a seguir pagando impuestos donde resida y esos impuestos que tanto le joden a asd puede que vuelvan de retorno a nuestro pais. Los alemanes tambien pagaron la universidad de muchos aquí en españa, tambien yo los pagué trabajando, tambien los pagaron mis padres cuando yo no pude soportar el peso de unos estudios y con los miós pagaré los de los hijos de asd porque tienen que tener una oportunidad aquí o en la conchinchina.
    Tambien los pagaste tu asd y otras tantas personas que seguramente no me esperaban con fusiles cuando volvía de trabajar de camarero de nuestros vecinos franceses.

    !Ke sabras lo que es la emigracion!

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