Rajoy se reunirá discretamente con los sindicatos antes de su investidura

Mariano Rajoy, flamante vencedor de las elecciones celebradas el pasado 20 de noviembre, se reunirá discretamente con Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez antes de su investidura como presidente del Gobierno. Por lo menos, eso es lo que les dijo cuando le llamaron para felicitarle por su triunfo en las urnas. ¿Y por qué la cursiva  del discretamente? Pues porque si hasta hace cuatro días Zapatero consideraba el diálogo social un activo electoral, ahora, con el PP al frente de la nave, presumir de buenas relaciones con las centrales sindicales no reportará a Rajoy gran cosa en lo que a las simpatías de su electorado se refiere.

Previsiblemente, será en esa reunión cuando los sindicatos conocerán, de primera mano,  las intenciones de Mariano en el ámbito laboral, aunque dirigentes de ambas centrales admiten abiertamente su “preocupación” por la deriva de las políticas populares en esta materia incluso antes del encuentro. De hecho, en el programa electoral del Partido Popular no se hace ni una sola mención al diálogo social, hasta la fecha, el campo de juego de patronal y sindicatos en la toma de decisiones.

Un asunto preocupa de forma especial a los sindicatos: la reducción de la cobertura del desempleo en una coyuntura en la que cerca de 1,5 millones de familias tienen a todos sus miembros en el paro. ¿Y qué va a hacer el nuevo gobierno a este respecto? Lo cierto es que leerse el programa del PP no ayuda mucho -tampoco en esta materia-, ya que lo único que dice es que se “impulsará, de forma acompasada con la recuperación económica, la creación de un fondo de capitalización, individualizado para cada trabajador, que contemple la cobertura frente al desempleo y que favorezca la movilidad y la formación continua”.  ¿Pero, y mientras llega la recuperación? ¿Qué es lo que va a pasar mientras llega la recuperación?

De eso se sabe todavía menos. Unas enigmáticas palabras en plena campaña electoral de María Dolores de Cospedal anunciando recortes en la cobertura de la prestación y poco más. “Habrá que negociar hasta qué punto tienen que tener cobertura todos los trabajadores en la extensión de ahora, o solo una parte, o todos, pero, en cualquier caso, hay que hacer una reforma laboral”, dijo la secretaria general del PP. No sé si eso es decir mucho o poco. Ni tan siquiera sé si consigo entender lo que dice María Dolores, pero eso, desde luego, es lo que dijo. Y claro, los sindicatos lo apuntaron en su cuaderno de bitácora y andan ciertamente preocupados.

De hecho, a las políticas de ajuste de caballo que puso en marcha Zapatero (recortes en el sueldo de los funcionarios, congelación de las pensiones), han seguido las implementadas con arrebatado entusiasmo por presidentes autonómicos como la propia Cospedal, doña Esperanza Aguirre, o el señor Artur Mas, en materias como la Educación y la Sanidad, y parece que estos pozos tampoco dan para mucho Más, valga la redundancia, como se decía antes.

Así que -y por Dios que no pretendo dar ideas- uno de los capítulos en los que el nuevo gobierno podría meter la tijera sería en el de las prestaciones por desempleo, que solo en el mes de septiembre, según los datos del Ministerio de Trabajo, acumuló unos gastos superiores a los 2.417 millones de euros y que, a finales de año, supondrá un gasto acumulado cercano a los 29.000 millones, un buen bocado al PIB nacional.

Las cosas van a cambiar mucho. Discretamente hablando, han cambiado ya. Las presiones del poder económico -el patrio y el de fuera del patio patrio- no se han hecho esperar en los mercados. La derecha arrasa y los perdedores dedican sus energías a discutir sobre el futuro de Rubalcaba. Vienen tiempos duros, y muy distintos a los que hemos conocido hasta ahora. Suerte para todos.