Hay una bronca monumental, impulsada por Adicae, entre inversores privados que son dueños de participaciones preferentes, bonos convertibles y demás productos de esta naturaleza. Están quejosos por la fuerte caída de estos instrumentos en su mercado secundario, la iliquidez que dificulta su venta y las recientes y polémicas ofertas de canje por parte de las entidades emisoras. Cada inversor es un mundo y tiempo habrá de ver si los bancos y las cajas vendieron adecuadamente estos productos. Sin embargo, el inversor particular debe grabar a fuego en su mente una máxima para invertir que ignoraron en este caso.
Ese axioma es el siguiente: cuando se busca seguridad total, la rentabilidad máxima que se puede obtener es el tipo de interés. Todo lo que exceda de eso lleva riesgo añadido. Y hay que recordar que el precio del dinero lleva muy bajo desde tiempos inmemoriales. No existe, pues, la posibilidad de obtener retorno alto con total seguridad. Lo vistan como lo vistan.
Como periodista económico que soy, me ha tocado en varias ocasiones acompañar a familiares o amigos al banco a ayudar a escoger alguna inversión “porque tú entiendes de esto”. Y el comportamiento siempre es el mismo. En la sucursal bancaria enseñan una gama de productos y el futuro comprador dice “yo quiero máxima seguridad”, por lo que le enseñan algún producto totalmente conservador que, claro, el año pasado ofreció una rentabilidad muy baja. “Pero esto es muy poco”, se quejan, al ver apenas un 2% en el balance del ejercicio anterior. “¿Y esto?”, dicen a continuación, señalando alguna opción que en el ejercicio anterior rentó un (pongamos) 14%. “Esto es un fondo de inversión en mercados emergentes”. “¿Y no puede ser este, pero con total seguridad?”. Llegados a este punto, es muy complicado que el ahorrador amigo salga con algo favorable.
Y si, por lo que sea, son sensatos y eligen algo realmente seguro, lo que escucho al cabo de los meses es “eso que me dijiste que comprara no me da nada”. Aunque los mercados estén cayendo un 25% y el inversor mantenga su capital intacto o incluso con una leve ganancia.
Cuando se habla de la cultura financiera que deben tener los inversores españoles, lo primero es esto: la rentabilidad segura no podrá superar nunca el tipo al que adjudica el banco central el dinero o los distintos tipos de la curva. Se gana más con un bono a 10 años que con otro a 5, ahora, hay que aguantar.
Las rentabilidades algo más altas tienen riesgos añadidos siempre. Las participaciones preferentes, por ejemplo, son deuda perpetua que ofrece un cupón, en algunos casos generoso y en otros no. El inversor las tiene de por vida y cobra una rentabilidad periódica. Si un día quiere recuperar el capital principal, deberá vender en un mercado secundario, en el que, con toda probabilidad, el título estará muy por debajo del valor de salida.
¿Quién se lo comprará? Casi siempre, la propia entidad emisora, que de esta manera, se habrá financiado muy ventajosamente, colocando una participación a 100 y recuperándola por 60 (por ejemplo). Eso es riesgo para el cliente y no mucha gente está capacitada para tolerarlo. Sale ganando aquel que ha estado muchos años y los intereses le compensan de la pérdida, pero para eso, el inversor tiene que tener clarísimo el horizonte temporal.
Las protestas que dirige Adicae deberían ir encaminadas, de todas formas, contra los reguladores, que dieron luz verde a que las entidades vendieran estas participaciones de manera masiva, a pesar de que algunas tienen rating BBB-, es decir, sólo un escalón por encima del bono basura.
Pero el inversor que no quiera sustos deberá aplicar siempre la vara de medir del tipo de interés. Al cabo de muchos años, no hay otra.
A ver, el gran problema es que todos queremos más, todos queremos que me den «más por mi dinero», todos queremos ser «inversores», todos somos AVARICIOSOS. El dinero se gana trabajando o apostando, con todos sus riestos, en un proyecto cercano cuyos medios y objetivos compartamos. A una persona honrada le debería bastar que su banco «le diera» unos intereses que compensaran la inflación. Al menos, señores «inversores», interésense sobre qué hace su banco con su dinero, cómo resulta esa «magia» de que de su dinero salga más dinero…
QUE ENTERADILLOS SOIS ALGUNOS.
QUE ENTERADILLOS SOIS ALGUNOS