España-G8: Es la comunicación, estúpidos

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De izquierda a derecha, los primeros ministros de Italia, Mario Monti; Reino Unido, Daiv Cameron; la canciller Angela Merkel; los presidentes de EEUU, Barack Obama; Francia, Francois Hollande; los primeros ministros de Canadá, Stephen Harper; Japón, Yoshihiko Noda, y el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, camino de la foto oficial ayer, sábado, durante la cumbre del G8 que se celebra en Camp David, EEUU. Philippe Wojazer (Efe)

La amenaza de escenificación en el G-8 del debate sobre el rescate financiero de España ha sido otro disparate que confirma nuestro déficit de comunicación, mucho mayor que el político-fiscal. Menos mal que no ha formado parte del comunicado sobre la economía global, centrado en el propósito de que Grecia siga en el euro y de estimular el crecimiento con y la protección de la propiedad intelectual.

Los participantes en este G8 menos Rusia han reafirmado su compromiso de” tomar todas las medidas necesarias para fortalecer y revitalizar nuestras economías y combatir el estrés financiero”. Pero las enuncian tras reiterar, al igual que en ocasiones anteriores, que las “medidas correctas no son las mismas para cada uno de nosotros”. En otras palabras, que en lo global vamos a tener más de lo mismo vivido tras el fin de los estímulos coordinados del principio de 2009: crecimiento en los países emergentes y en los EEUU y problemas en la Unión Europea pese a la recuperación de Alemania.

Cualquier política de las ahora debatidas cabe en el comunicado final de esta cumbre, llevada de Chicago a Camp David para evitar las manifiestaciones de indignación. Sí. Hollande ha logrado cierto respaldo a aplacar en la eurozona la austeridad con el declarado objetivo de “promover las inversiones para apuntalar la demanda, incluido el apoyo a las pequeñas empresas y las asociaciones público-privadas”, en concreto las “inversiones en educación y en infraestructuras modernas”.

Algo más positivas para la acción son las declaraciones sobre la energía y el cambio climático, la relativa a los mercados globales del petróleo, o la dirigida a frenar la inseguridad alimentaria, así como la iniciativa de Nueva Alianza para la Nutrición. El párrafo final de la declaración sobre la económica global en favor de la propiedad intelectual y de crear instituciones y mercados que la protejan, al menos releva consciencia de que la economía tradicional de la materia movida por la energía  se queda sin recursos y hace falta suplantarlos con la nueva economía de la información movida por el conocimiento.

Sin embargo, las consideraciones previas y ulteriores de ese comunicado lo deja en agua de borrajas para salir del desgobierno mundial, cuando no en perplejidades como la prevención en que las supuestamente anunciadas “reformas estructurales” lleguen con la de las finanzas a “eliminar las vías de crecimiento a corto plazo de crédito”. Un crédito que va para su quinto año de cierre, por lo menos a Europa.

A esperar al BCE

No parece en concreto que esta cumbre vaya a coordinar ni a impulsar convergencia alguna entre las muy diferentes políticas cambiarias, monetarias e incluso fiscales que mantienen a unos países en crecimiento y a otros en recesión. Pese al apoyo a Grecia, nada indica que el Banco Central Europeo (BCE) vaya a reanudar su programa de compra-venta de deuda a través de los bancos para los países en apuros, ni a elevar la masa monetaria. Hasta noviembre pasado, cuando decidió abrir la espita del primero de sus dos manguerazos de medio billón de euros a tres años, en los cuatro años previos la masa monetaria norteamericana había crecido casi un 350% y la europea un 39%. De ahí vienen muchos de los problemas europeos, aunque el reciente empuje socialdemocráta puede debilitar la actitud de Merkel de limitarse a disciplinar a los países miembros con los mercados financieros.

Para resumir las implicaciones externas y pasar a España, manifiesto mi acuerdo con Ian Bremmer en que ha sido otra cumbre del G-0. Ni siquiera se ha molestado en estar Putin. Pero sobre todo porque este foro ha vuelto a demostrar su inoperatividad cuando más se le necesita para embridar a los mercados, lo que afectará negativamente a la próxima cumbre del G-20. Los mercados financieros, en concreto, seguirán desbocados por la especulación, sin capacidad de cumplir su función de intermediar entre el ahorro y la inversión, ni siquiera de controlar la eficiencia técnica y asignativa de la economía, salvo como motores de ajustes desordenados. Seguirán con sus prácticas de competir con los estados en la redistribución de la renta a través de la especulación mas que de la inversión.

Mejor que no se hayan ocupado de un rescate financiero que España no necesita y que desde luego lamentaríamos si se intentase, a juzgar por la lenta, burocrática e ineficaz intervención de Grecia, solo parcialmente subsanada con Irlanda y Portugal. Las declaraciones del viernes de Hollande con motivo de su entrevista con Obama hacían temer lo contrario, al ofrecer para la banca el Fondo de Estabilidad Financiera que estará operativo en julio, quizá sin caer en la cuenta de que lo peor es dejar abierta cualquier vía para meses adicionales de especulación. Rajoy o Guindos tampoco se lo deben haber explicado bien al francés.

Así, hasta ahora España ha llegado a perder ya casi un tercio de sus expectativas de riqueza, lo que hundirá con esas expectativas el consumo, la inversión y el empleo más de lo necesario por el ciclo europeo. ¿Será por los déficit encontrados como herencia? Al contrario, los ajustes reales sin fin iniciados hace más de dos años (más ahorro privado, menos déficit y apalancamiento externo, mayor competitividad, etc) ya están realizados, incluso en demasía. El verdadero déficit ha consistido en la incapacidad europea de hacer funcionar la unión monetaria y fiscal y española de gestionar y explicar el presente y el potencial de futuro, al final, paradójicamente mermados por los errores de comunicación en torno al mismo, o sus intentos de manipulación política.

Los fallos de explicación sobre la capacidad de banca y autonomías españolas de sortear la quiebra han generado demasiado  pain in spain, que por fin varios meses después del hundimiento de expectativas empiezan a intentan aclarar Alierta y otros empresarios, políticos y periodistas sensatos. En ese caldo de cultivo, fomentado desde las filas del Gobierno al cargar las tintas en los déficit o la herencia recibida, el fondo británico Carmel llegó a ofrecer hace casi dos meses rendimientos del 300% a quienes apostaran contra España; sus datos falsos no fueron replicados ni denunciados, como tampoco cegadas sus vías especulativas nacionales e internacionales.

A principios de marzo, el Banco de España, cuyo gobernador Fernández Ordoñez se ha convertido en el chivo expiatorio del recate estatal de Bankia (no Rato ni los políticos que mandaban en las siete cajas fusionadas), con el coste del descrédito del supervisor, explicó que los bancos españoles podrían afrontar su limpieza de activos tóxicos inmobilarios sin ayuda estatal o externa. Apenas un mes después, volvía la incredulidad exterior, a la espera de ajustes más rápidos y efectivos del Gobierno de Rajoy. Analistas de influencia en los mercados anglosajones intentaron aclarar sus dudas y preocupaciones: no fueron recibidos ni por los responsables de comunicación; “los mercados ya aplauden la política del PP”, decía Cospedal. En Semana Santa, con el tropiezo popular en Andalucía, se extendía la idea de que harían falta rescates externos de bancos e incluso de autonomías. El resultado ha sido que el Gobierno de Rajoy ha tenido que sacar otro decreto-ley extendiendo la limpieza bancaria a los activos no tóxicos. Y en la opinión de los mercados sobre su insuficiencia o en la de Hollande el viernes hemos visto los resultados. Lo mismo que en la especie sobre el déficit oculto de Zapatero y la supuesta intervencion de España en el 2011, ahora que vendrán inspectores de Eurostat a interesarse por el que acaban de aflorar Madrid, Valencia y Castilla y Leon.

Ya no basta con aquel “la economía, estúpido» (the economy, stupid), frase muy utilizada en los EEUU durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992, atribuida a James Carville, asesor del marido de Hillary. España, más que Europa, tiene un problema de comunicación. Es solo uno entre muchos el caso de que el fondo británico Carmel llegara a ofrecer rendimientos del 300% a quienes apostaran por la quiebra de España con datos falsos expuestos en medio centenar de diapositivas nunca replicadas ni denunciadas a los tribunales, pese a que circularon mucho por Internet y fueron citadas por grandes periódicos. La economía real española va mal, y todavía se pondrá algo peor antes de mejorar. Pero lo peor es que la comunicación sobre ella ha empeorado, hasta generar en abril un récord nunca visto antes de pain in spain. Las culpas de que ya hayamos llegado a perder casi un tercio de las expectativas de riqueza previas al declive iniciado el 2008 se reparten globalmente entre los interesados excesos de los especuladores y la estupidez de políticos y medios, incapaces de frenar la creación de incentivos y evitar así que la recesión reparta dolor innecesario a la hora de realizar los necesarios ajustes ante previos excesos que elevaron la deuda a pagar.

En su actual marco europeo, con Francia, Grecia y las elecciones municipales británicas y las regionales alemanas de los primeros días de mayo, son ya 18 los gobiernos europeos de uno u otro signo tumbados o censurados por las secuelas de esa crisis. En todos los casos hubo un voto de castigo, especialmente desde la abstención, como el registrado en España a los socialistas en las pasadas municipales de mayo y en las generales de diciembre. En todos se observó la misma falta de explicación y comunicación de lo que sucede, similar rechazo del electorado a aceptar las decisiones de los gobernantes.

La banca no esta tan mal

El resultado ha sido que, como las percepciones individuales de los decisores en la economía y política nunca coinciden con los efectos de la suma de todo ello en el ámbito regional, nacional o continental, el balance final deviene peor de lo necesario para el ajuste. El que se hayan difuminado un tercio de las expectativas de riqueza hundirá más de lo previsto el consumo, la inversion y el empleo en un país como España, donde casi el 79% de esa riqueza está expresada en activos inmobiliarios frente al 55-52% de Alemania, Francia e Italia, y un tercio y un cuarto en Japón y los EEUU. No es de extrañar que las cotizaciones de bancos y construcción que encabezan el resto de la riqueza (expresada en activos financieros) hayan caído en mayor cuantía desde el 2008, en algunos casos hasta dos tercios.

Ya a finales del pasado año había quienes decían que la banca española no aguantaría sin ajustes mas profundos, o sin recurso al rescate del Fondo o del BCE , la política de provisiones y fusiones, la única consensuada desde el 2008 entre PSOE y PP. Pero el Gobierno de Rajoy decidió en febrero reforzarla e insistir en que no nesitaría ayuda externa, aunque sin ser suficientemente coherente con esa decisión y explicarla bien a todo el mundo.

Ante los consiguientes batacazos de las expectativas de riqueza sobre España, Fernández Ordóñez se quedó solo en su explicación para defender que estaban injustificados, según explicó el Banco de España el 2 de febrero en su documento New measures for the Spanish Banking System o en meses posteriores con algunas giras a plazas financieras. Decían que que con los más de 50.000 millones de dotaciones adicionales, este mes de mayo ampliados en otros 30.000, la devaluación implicita en los solares utilizados como colaterales alcanzarían el 87% y en los inmuebles hasta el 82%, frente al 55% previo en ambos casos. Si la limpieza de balances bancarios realizada desde enero del 2008 a junio del 2011 ascendió a 105.000 millones de euros, ahora se le añadirían antes de terminar el 2012 al menos otros 50.000 millones. Los 155.000 millones sumados entre ambas elevarían así la limpieza en términos de PIB al 15%, aplicados a activos problemáticos por  casi 180.000 millones (la cartera bancaria incluye otros 150.000 “normales”) por el proceso de fusiones de cajas. Es decir, a la limpieza inicial ya realizada u ordenada por los dos últimos decretos, de 105.000+ 50.000 millones de euros como mínimo, se sumarían otras: las derivadas de los procesos de fusiones y adquisiciones que habían dejado las 45 cajas en 15 antes de terminar el plazo de 30 de mayo del 2012, donde cada participante debe aplicar el “fair value”, y los fuertes aumentos de provisiones anunciados por muchas entidades con cargo al cuarto trimestre del 2011 o los que realizaran en el 2012 con las dos vías que ofrece el Decreto-Ley de 3 de febrero:

-1ª) si no hay proceso de integración durante el presente año, el 31 de marzo deberían presentar al Banco de España un plan y a finales de año haber cumplido sus medidas, con la posibilidad de que el FROB compre acciones, para luego venderlas  en tres años,

-y 2ª) si hay integración este año,  antes del 31 de mayo deberían presentarse los planes, para cumplirlos en los 12 meses siguientes a que sean aprobados, de manera que al empezar el 2013 se hayan cumplido.

Para estas operaciones se estimaba que se necesitarían a lo sumo otros 20.000 millones de pesetas de financiación, en parte con anticipos de las cuotas del FROB o con operaciones avaladas por el Estado. Sin embargo, mientras el Gobierno aprovechaba cualquier ocasión para decir que la operación no costaría más al contribuyente, las patronales bancarias declaraban que el sector necesitaría ayudas. Es por eso que durante el mes de abril florecieron, ante ese hueco dejado a la interpretación o al tira y afloja de los actores, todo tipo de interpretaciones , mientras el IBEX perdía otro 11% y acumulaba en los cuatro primeros meses una caída del 20%. De poco serviría que en esos cuatro meses se colocara la mitad de la deuda pública prevista para el peor semestre de la historia, se redujera la privada, e incluso surgieran algunos rayos de esperanza para el futuro inmediato (nueva y tímida versión de los tristes “brotes verdes” de marzo-abril del 2009) , ahora gracias también a la manguera monetaria del BCE, pero reafirmados por la evolución del sector exterior y la del propio ajuste de las administraciones públicas, con la mas certera posibilidad de lograr en ambos superavit primario (sin intereses) en el 2013.

Falsedades sin respuesta

Pese a esos y otros indicios de que el empeoramiento de la economía real podría en unos meses empezar a tocar fondo y no acercarse a deterioros como el del 2009 (Alemania y varios países esperan salir de la recesión en los próximos meses y volver a crecer cerca del 2% a finales de año), desde finales de marzo proliferaron pésimos informes y recomendaciones de analistas y entidades a quienes el Gobierno no explicó bien la situación, sino al contrario. Incluso las falsedades publicadas quedaron sin respuesta.

Mientras el fondo Carmel Asset Management prometía rendimientos del 300% para apostar por la quiebra de España y concluía que la banca necesitaría capitalizarse con otros 200.000 millones y el déficit púbico en vez de terminar este año en el 80% del PIB alcanzaría el 120%, mientras Morgan Stanley ofrecía el 8% para especular contra el BBVA (mayor remuneración que la de los dividendos de este banco), el Gobierno y la propia banca contribuían  a extender el pánico con sus omisiones y acciones, criticados hasta por los inversores con más exposición en España.

Junto a esas dos y a otras “cinco razones por las que España está peor que lo que los mercados descuentan”, sus autores esgrimían que los pisos pueden abaratarse otro 35% y la  Unión Europa carece de capacidad financiera y de ganas de rescatarla, todo ello presentado entre cifras oficiales, estadísticas del FMI y del Banco de España. Frente a los sesgos de esas posiciones cortas u otras de Pimco (principal gestora de renta fija mundial) o de todo un Citigroup vaticinando que España sería rescatada este año, ningún supervisor español o de otros países ha velado por algo tan crucial como la calidad de la información ni ha denunciado intentos de manipular los mercados para propio provecho. Al contrario, medidas precautorias sobre posiciones cortas o préstamos de acciones han vuelto a recibir las bendiciones de los reguladores, tan incapaces de garantizar buena información como el propio Gobierno.

Tuvo que pasar el fatídico abril para que algunos portavoces del Banco de España y de Economía dijeran sin mucha firmeza ni resonancia que la banca española ya ha provisionado con cargo a sus beneficios un 54% del valor de los activos inmobiliarios problemáticos, mientras que por ejemplo Estados Unidos sólo protegió el 30% de las hipotecas subprime. Con lo fácil que hubiera sido aclarar dudas desde el Gobierno aireando los datos correctos y comparativos, en vez dejarse presentar como forzado por el BCE y el FMI a sacar de sus balances esos activos potencialmente tóxicos. Incluso cuando Economía admitió que al fin estudiaba el crear en un proximo Consejo de Ministros el banco malo para recibir y gestionar los activos tóxicos, muchos analistas y medios (hasta con la complicidad de la propia banca) se preguntaban que con qué dinero, pues no sería con el suyo. Con lo fácil que hubiera sido explicar que todo activo sería segregado con su correspondiente pasivo. Que eso significa que solo habrá perdidas adicionales si se venden los pisos y solares a un precio inferior al de las dotaciones ya asignadas a cubrirlos. Algo bien distinto a limitarse a negar que haya coste adicional alguno para el erario publico.

La simple regla de tres que habían hecho algunos analistas para terminar en conclusiones erróneas tampoco era  explicada. Muchos de ellos se limitaron a deducir que el 65% de dotaciones aplicado a Banca Cívica para su absorción por Caixbank sería de aplicarse a entidades grandes como Santander, BBVA o Bankia, sin que nadie les aclarara o dijera con claridad a la opinion pública algo tan elemental como que los dos primeros bancos, por ser precisamente sistémicos y actuar mas en el exterior, tienen menos contaminación interior.

Pese a las malas interpretaciones que tuvo en la prensa el discurso de Lagarde, al profundizar en los ducumentos que acaba de presentar el FMI y en los que nadie ha reparado de momento, se observa que España es el país donde hasta ahora menos ha costado al Estado la crisis bancaria : poco mas del 1% del PIB, pese a que como hemos dicho reúne uno de los mayores niveles de saneamiento entre los países desarrollados. Otra cosa son las provisiones de la banca y su repercusión en la clientela mediante la carestía de los servicios, además de la restricción crediticia, que este año se estima reducirá el total otro 4%.

Sin embargo, de ahí a la insolvencia y a la quiebra del sistema o del conjunto de España va un largo trecho. Otra cosa son los problemas de liquidez.  Ha calado más de lo que ha llovido la idea de que la economía española carece de liquidez e incluso de solvencia por la falta de capacidad de crecimiento a medio plazo. La renta real ya ha vuelto al declive del 2009, impulsada por un paro creciente, la toxicidad de activos inmobiliarios en la banca y los necesarios ajustes en el gasto público que hundirán más los ingresos. Pero las peores expectativas de los inversores han hundido mucho más la riqueza, lo que de no aliviarse tendrá un efecto en la renta todavía más pernicioso: los recortes en la valoración de activos financieros y bancarios han batido récord mundiales. El IBEX 35 perdió solo en abril el 11% (mucho más que la deuda) y acumulaba una pérdida del 20% al terminar mayo, por lo que desde que el 2007 se han diluido cerca de 300.000 millones (un 30% del PIB solo entre esas 35 empresas). Mayores han sido las rebajas de pisos (un 35% en las provisiones de la banca) y del suelo (hasta el 80%). Por tanto, los titulares de ambos tipos de capital financiero e inmobiliario (activos que en España totalizan en el 2006 los 4,3 billones de euros corrientes, cifra superior al conjunto de las deudas o pasivos, estimado en los 3,5 billones sin restar cruces entre agentes). La burbuja se ha llevado un tercio de esas alocadas expectativas de riqueza y ha dejado un reguero de deudas.

Ello ha originado que la entrada neta de fondos, situada entre 2004 y 2009 en una media del 9% del PIB, frente a la salida neta de inversión financiera de España desde julio por más de 128.000 millones, casi un 13% del PIB. En deuda pública también casi un 6% en el primer trimestre de 2012, lo que deja la participación de la demanda extranjera en activos públicos en el 37%, cifra no recordada desde 2003.

Pese a ello, empresas y familias han realizado ya gran parte de su ajuste. Pasan de necesitar 120.000 millones de fuera en 2007 a un superávit de 37.000. Hogares y compañías aún deben reducir una deuda que ronda los 2 billones de euros, el 200% del PIB. Nuestro déficit por cuenta corriente, del 3 por ciento del PIB, se debe fundamentalmente al Estado, cuyo saldo ha caído desde un excedente financiero de 20.000 millones en 2007  hasta unos 80.000 millones en números rojos al cierre de 2011, esto es, el reconocido 8,5 % de déficit público. Mientras que los hogares y compañías han congelado el gasto y multiplicado el ahorro, el Estado ha engordado conforme se agudiza la crisis incluso cuando sus ingresos se desploman.

El primero en detectar y aprovechar este cambio ha sido el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. De hecho, empleó esta mejora del sector privado para justificar durante el debate de los Presupuestos las alzas fiscales: “Las familias y empresas no financieras han puesto su situación financiera en positivo. Reaccionaron desde el 2008 y hoy tiene un saldo positivo equivalente a 5 puntos del PIB, es decir, su posición financiera no recaba recursos frente al resto del mundo. Ello se ha equilibrado en 2011 gracias a los fondos del BCE, sin los cuales España habría sufrido un déficit de liquidez y estaría abocada a las dificultades para amortizar su deuda. Pero de ese déficit por cuenta corriente del 3% del PIB procede de los pagos de intereses, que rondan los 30.000 millones, sin los cuales ya estaríamos próximos al equilibrio primario.

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