El falso «no somos nadie» de Artur Mas

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Artur Mas defiende el Pacto Fiscal desde la tribuna de oradores del Parlamento de Cataluña, el pasado día 25. / Toni Garriga (Efe)

1.- El 28 de octubre de 1981 (Ley 41/1981) la Generalidad de Cataluña recibió del Estado la primera cesión de tributos obtenida por una autonomía de régimen común. La cesión, firmada por el presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, significó el reconocimiento especial de Cataluña y su preeminencia jurídico-política (desligado ya el País Vasco del esfuerzo fiscal común en mayo de ese mismo año 1981 y unos años después Navarra) en el mapa tributario de España. Este acuerdo bilateral entre el Estado y la Generalidad se trasladó posteriormente a los demás territorios, que recibieron un modelo de financiación regional exógeno (Ley 30/1983, de 28 de diciembre). Visto desde la perspectiva actual, la cesión tributaria del Estado fue limitada y modesta: sólo se cedía el rendimiento de algunos tributos, no las competencias normativas y el IRPF quedaba fuera del sistema.

2.- El 15 de septiembre de 1987 se reunió la Comisión Mixta Estado-Comunidad Autónoma de Cataluña y en el acta de la sesión puede leerse que las dos partes “han acordado ampliar el alcance de la cesión del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados”. Gobernaba el país Felipe González y el pacto anterior, que mejoraba la financiación autonómica, se convirtió en Ley general el 22 de diciembre siguiente gracias a la iniciativa y con la complacencia de la Generalidad catalana (Ley 32/1987).

3.- El 1 de enero de 1997 entró en vigor un nuevo sistema de financiación regional con un gran desplazamiento de las competencias normativas de los tributos cedidos a favor de las comunidades autónomas. Por primera vez el Estado y las autonomías compartían el rendimiento del IRPF. La Ley de cesión (Ley 14/1996) se había aprobado el 30 de diciembre de 1996 y llevaba la firma del presidente José María Aznar. Aznar “hablaba catalán en la intimidad”, no disponía de mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y vivía un romance político con Jordi Pujol, presidente de la Generalidad catalana. En aquel momento la Ley de cesión fiscal colmaba las aspiraciones nacionalistas de Convergència i Unió.

4.- El 27 de julio de 2001 se reunió el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Por unanimidad (con los votos del Estado y de todas las comunidades) se acordó la cesión del 33% del IRPF y la ampliación de las competencias autonómicas en todos los tributos cedidos al 100% (Sucesiones, Donaciones, Patrimonio, ITP…). El acuerdo se convirtió en Ley el 27 de diciembre (Ley 21/2001).

5.- El 18 de diciembre de 2009 se modificó la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas y se aprobó un nuevo sistema de financiación autonómica. A la vista del estado actual de bancarrota de las comunidades autónomas no sería muy arriesgado decir que las normas citadas, hoy vigentes, no han contribuido mucho a sanear y estabilizar la tesorería de las regiones y de la Administración General del Estado. Podría decirse lo contrario: que han sido el punto final, hasta la fecha, de un sistema de distribución del poder en nuestro país que acumula cada vez más sinrazones a través del tiempo. Pero, sea como fuere, lo que ahora quiero recordar es que la última versión del sistema fue el fruto de un acuerdo largamente gestado y tortuoso entre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el segundo tripartito catalán, encabezado por José Montilla.

6.- El 25 de julio de 2012 se aprobó por el Parlamento de Cataluña la decisión de negociar con el Estado un “pacto fiscal” que debería conducir a una Agencia catalana con poder para recaudar en régimen de monopolio todos los tributos devengados en el territorio de la Generalidad. También debería reconocer competencias normativas propias y absolutas a la Generalidad, y algo parecido al cupo vasco para que retorne al Estado el gasto de los servicios que presta en Cataluña. Dice Artur Mas que, si hubiera tenido a su disposición esos instrumentos financieros, Cataluña habría esquivado la recesión y ahora no estaría atenazada por el déficit insoportable de sus cuentas públicas. Y España habría reparado una injusticia tradicional.

7.- El pacto fiscal de Artur Mas se apoya en dos adverbios de tiempo: “ahora o nunca.

8.- El presidente catalán no menciona otro adverbio temporal: ayer. Un ayer que recorre los últimos treinta años de la vida de España y de Cataluña durante los que esta última no ha dejado de hacerse oír y de negociar con bastante éxito sus iniciativas de financiación, que han condicionado el sistema aplicable a todos los demás, con la excepción (lamentable a mi juicio) del País Vasco y Navarra, que parecen ser la espina clavada y el puedo y sin embargo no puedo actual de los nacionalistas de Cataluña.

9.- Si después de treinta años de iniciativas fiscales, pactos, negociaciones sucesivas, mejoras y nuevos pactos, uno se olvida de su ayer y comparece ante su público con las manos vacías, mohosa la cesta del pan y descargando la responsabilidad y la culpa de su supuesto fracaso en el otro sujeto negociador al grito de ahora o nunca, ¿qué pensará de él su público? Lo normal sería que pensara que su jefe es un inepto o que se burla de los demás. Pero el nacionalismo, cualquiera, necesita deformar el pasado, no escrutarlo. Así que lo procedente es animar al jefe para que escriba un nuevo fracaso con tinta simpática porque la responsabilidad es una huella invisible si los anales de la nación los escribe uno de los nuestros.  Lo contrario sería empezar a solucionar las cosas. Las de todos. Pero eso demanda un poco de buen humor y no tomarse tan en serio a uno mismo. Un imposible para los encofradores de las esencias patrias y los que sacan pecho cuando salen de paseo con su sombra. Una vez más va a ser que no. Si pasando por un ser mediocre veo que mi gente me quiere y gano un buen sueldo, ¿por qué he de esforzarme un poco...? MAS.

3 Comments
  1. Dante says

    Excelente: claro y bien documentado. Gracias.

  2. celine says

    Bravo, Bornstein. Se ha tomado usted la molestia de escrutar el ayer, una molestia que Mas prefiere no tomarse y, sobre todo, prefiere ocultar, para que su gente -los incautos que le votan- no se entere. Tiene mucho mérito leerse el BOE. ¡Qué gran fuente de información!

  3. cirio says

    Tenemos lo que nos merecemos. El rescate se acerca. Van a tener que venir de fuera a poner orden en este país.

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