Los bancos centrales se quedan con el mundo y se lo entregan a la banca de inversión

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Imagen de arhcivo de Luis de Guindos y Mario Draghi durante una reunión del Ecofin. / Efe

El mundo está ya en manos de los bancos centrales desde que la crisis adquiriera cotas sin precedentes en el primer semestre del año. Tanto la Eurozona como Reino Unido o EE UU tienen una dependencia absoluta de las inyecciones de liquidez de estos organismos. Mientras Mario Draghi insiste en que defenderá la Eurozona y rescatará a España, previo memorando de condiciones, la Fed anunció la semana pasada un programa ilimitado de recompra de títulos hipotecarios (QE3), garantizando que los tipos de interés estarán bajos hasta 2015. Si no llegan a hacer eso, el colapso habría sido total. Todo esto tiene un ganador: la banca de inversión.

Vayamos por países. En España, Mariano Rajoy está entregado al BCE, que es quien tiene que rescatarnos. El decidido anuncio por parte de Draghi y la superación del trámite a trancas y barrancas en el Constitucional alemán ha provocado un efecto espejismo, en forma de recorte de prima de riesgo y reapertura de los mercados para las empresas españolas. Todo eso ya es business para los Goldman y Morgan de turno.

Y ahora sale Rajoy haciéndose el iluso, intentando aguantar la solicitud de rescate, cuando lo que hay en los mercados es un efecto liquidez que concede una tregua, pero no una solución definitiva. Ojo, si no llegan a llegar, nadie acierta a ver qué habría ocurrido. Pero los problemas latentes siguen ahí.

El Gobierno no hace reformas. No llega una reducción de la estructura del estado (¿Senado, diputaciones…?), ni del número de empleados públicos o profesionales de la política. Tampoco pasa nada con las decenas de ruinosas televisiones autonómicas. Otras medidas geniales como la amnistía fiscal han sido un sonoro fracaso. El Gobierno no tiene claro qué reformas pedir. Casi está deseando que se las impongan.

En este sentido, las aspiraciones independentistas de Artur Mas quedan en una longitud de onda totalmente desfasada. ¿Quién cree que le dará los 5.000 millones del fondo de liquidez? ¿Madrid? No, el dinero vendrá del BCE y sus rescates. Cataluña es bono basura y el Gobierno central un mero vaso comunicante, con algo de acceso a la financiación, eso sí. Pretender movimientos decisivos para el futuro de una región sin tener en cuenta los ojos con los que le mirará el banco emisor es un chiste.

Mientras, la reforma financiera se está haciendo obligando a las entidades bancarias a provisionar y provisionar, tanto por crédito malo como por bueno. Una situación que asfixia a los bancos más allá de lo soportable, todo, con la cantinela de “recuperar acceso a los mercados”.

¿Tiene sentido que firmas como Ibercaja o la Kutxa se vean totalmente estranguladas por unas provisiones que son un lastre para emitir bonos en los mercados mayoristas? Tal vez esas entidades preferirían menos presión e intentar manejarse usando la gestión de su pasivo.

Lo único cierto es que los bancos españoles toman dinero del BCE y lo guardan en la propia cuenta del organismo emisor, para arbitrar con deuda y ganar algo de dinero o hacer frente a sus propios vencimientos. Y, como pagan con capital prestado, tendrán que pedir de nuevo para hacer frente al dinero anteriormente pedido. Un círculo vicioso total.

Rescatando a los bancos de negocio de nuevo

En EE UU, mientras JP Morgan vuelve a causar agujeros por sus riesgos en derivados, la Fed aplica una nueva operación de recompra de títulos hipotecarios que, simplemente, aporta más inflación de activos financieros.

La banca de negocios suelta lastre y contempla nuevos estímulos a su negocio. Los generadores de la subprime ven cómo sale su banco central a rescatarles. ¿Responsabilidades? Cero. ¿Mayor control de riesgos? Menos aun.

En EE UU no se ha aplicado ni una ley contra la banca de inversión después de Lehman Brothers, salvo obligarles a asumir ficha bancaria. Pero nada más ha cambiado para ellos.

Los bancos centrales imponen ahora las reformas macroeconómicas (aclaremos: en la Eurozona, lo harán los mecanismos de rescate, que precisan de la financiación del BCE), mientras las reformas financieras se hacen a favor de la banca de negocios.

Lo malo es que nadie aporta un nuevo modelo económico. Mientras eso sigue así, son los bancos centrales los que deciden si mañana hay dinero en los cajeros automáticos, si llegan los suministros a su destino, si el paro sube como un goteo o estalla la carestía… Este monstruo lo hemos creado un poco entre todos. Hacen falta políticos que sepan cómo salirse de este skynet financiero.

1 Comment
  1. celine says

    No hay políticos de talla para este momento histórico. Los buitres pueden disfrutar del festín. Los demás, ni idea de lo que podemos hacer. Habrá que pensar en algo, y pronto.

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