La idea era cambiar el nombre de Ministerio de Trabajo por el de Ministerio de Empleo, como queriendo decir, pero ha sido que no, porque el empleo se ha derrumbado en este maldito año que nos acaba de dejar. La idea era aprobar una reforma laboral para abaratar el despido y flexibilizar el marco de las relaciones laborales dentro de las empresas con el objetivo, según el Gobierno, de que los empresarios no tuvieran que recurrir sistemáticamente a los despidos para ajustar sus plantillas en función de las necesidades de producción. En este asunto, parece que los empresarios entendieron la primera parte del mensaje -despedir mucho y barato para, en muchos casos, desprenderse de los trabajadores con más años y mayores salarios y contratar otros nuevos más baratos-, pero no la segunda, lo de aprovechar la flexibilidad para mitigar los despidos.
Los datos facilitados ayer sobre el número de parados registrados en las oficinas de empleo y el de afiliados a la Seguridad Social durante el mes de diciembre dejan algunas cosas al descubierto. En primer lugar, que la Navidad sigue representando un tirón para el consumo y que gracias a las contrataciones en el sector servicios el paro registró una bajada de 59.094 personas, tras cuatro meses al alza, para cerrar el año con un total de 4.848.723 pardos, esto es, 426.364 más que en 2001, lo que significa una subida del 9,64% y, en lenguaje que cualquiera puede entender, que se han destruido más de 2.000 puestos de trabajo diarios.
La segunda conclusión tampoco es esperanzadora, ya que, según los datos facilitados ayer, ni tan siquiera el tirón navideño es capaz de generar empleo. De hecho, durante diciembre se perdieron 88.367 cotizantes respecto al mes anterior, lo que significa que la Seguridad Social cerró 2012 con 16.442.681 afiliados, esto es 787.240 menos que el año precedente.
Y a pesar de los datos, seguramente que en los próximos días tengamos que volver a escuchar eso de que este es el único camino y que la salida del túnel está ahí al lado, a la vuelta de la esquina. ¿Pero hasta cuándo habrá que esperar? ¿Dónde está la esquina esa? ¿Y si este no es el camino? ¿Y si después de haber llenado el campo de cadáveres comprobamos que este no es el camino? ¿Qué haremos entonces? ¿Qué haremos?
Y este año también nos vamos a poner las botas. Yo voy a largar a 150 más, sólo poniendo todos de nuestra parte podremos llegar a los 6.000.000.