Los jefes de Estado y de Gobierno europeo retoman hoy la negociación del marco presupuestario de la “Unión” hasta el 2020, junto a otros asuntos como el comercio y las relaciones internacionales. La perspectiva de este primer Consejo Europeo anual tras aparcar el principal punto en noviembre es que haya acuerdos de mínimos y desacuerdos de máximos. Ello marcará nuevas líneas para empezar con los Presupuestos del 2014, aunque en poco aliviarán la falta de unidad ante la idea de Europa. Este barco hace aguas ante una crisis económica que lo está siendo sobre todo por la crisis de responsabilidad financiera y política, mayor en los 27 y su Eurozona que en la perspectiva global y en las nacionales. Prueba de ello vuelve a ser el mayor paro juvenil, convertido en test de la sesión.
La realidad, al margen de la habitual retórica de Bruselas, es que, pese al mayor paro juvenil, el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, presentará a debate unos presupuestos más recortados que los de noviembre, ya recortados respecto a años anteriores, porque el anterior marco plurianual del 2007 los rebajó al máximo del 1% de la renta europea respecto a las previas previsiones plurianuales. En estas circunstancias empezó a llegar hace seis años la crisis, devenida luego en crisis del euro y europea no porque los 17 de esta unión más reducida tengan mayor deuda estatal y mayores déficit que por ejemplo los EE.UU o el Reino Unido, sino porque su proyecto tiene menor credibilidad. Lo dijo con meridiana claridad el presidente francés Hollande el pasado martes ante el Parlamento Europeo: la UE se juega toda su credibilidad en este debate plurianual.
Unanimidad y amenazas de bloqueo
La va a perder, o al menos no la recuperará, a juzgar por los preparativos en la cocina de esta cumbre de los líderes europeos. En efecto, el presidente Van Rompuy, ha pedido para la reunión de hoy y mañana 7 y 8 de febrero, "llegar a un acuerdo sobre el próximo marco financiero plurianual (MFP)", en línea con la propuesta que ya presentó a discusión el 22 de noviembre de 2012. Pero su mensaje (grabado en vídeo ), al igual que su carta de invitación, dejan pocas puertas abiertas a la esperanza, por mucho que digan que el paro juvenil es el mayor desafio de este acuerdo para lo que resta de década, seguido por la definición de una agenda de crecimiento y empleo con mayor relevancia hacia la innovación, la investigación y educacion, sin olvidar la cohesión. Palabras nuevamente grandilocuentes, porque a continuación llega la contradicción de convertir en "motor para el crecimiento" lo que también se presenta como “un presupuesto de la moderación". La verdad es que "por primera vez habrá un corte términos reales".
La última propuesta formulada para los presupuestos europeos de los 7 años que van del 2014 al 2010 entrañaba un recorte de 80.000 millones de euros sobre el total inicialmente propuesto de 1,03 billones de euros, cifra que suponía un aumento del 6% respecto a los presupuestos del periodo 2007-2013. Medios financieros esperan revisiones en los mecanismos de devolución de los fondos comunitarios y quizá algunos debates sobre la necesidad de no centrar toda la atención en la austeridad. Pero la cuestión es que se requiere unanimidad para aprobar el plan presupuestario, lo que multiplica las amenazas de bloqueo y dificulta el acuerdo.
Es muy probable, por ello, que los los líderes europeos se hagan nuevamente concesiones entre ellos para llegar a acuerdos, que tendrán que ser alcanzados después con el Parlamento Europeo, donde ya se trató el plan para el empleo juvenil a mediados de enero. Sí, tal ente parlamentario existe, aunque lo ignoren muchos ciudadanos, incluso entre quienes votan. Su función es colegislar, junto al Consejo, órgano ejecutivo. El problema es que también los representantes ya elegidos en sufragio universal por los ciudadanos volvieron a fallar, ante un tema tan capital. Su irrelevancia discurre en paralelo a la del Consejo: la opinión pública apenas ha prestado atención a que un lunes debatió y un miercoles votó no se sabe qué.
Paro que duplica al total
Lo peor es que esa opinión no se perderá mucho, por lo que tampoco encontrará incentivos para estar otra vez atenta. La suerte del debate será otra vez similar a la encontrada en el Consejo por el plan director para una integración europea verdadera, presentado por la Comisión ante la pésima respuesta dada por las instituciones europeas a la crisis iniciada el 2008. El paro juvenil seguirá así en casi todos los países siendo el doble que su media nacional, lo que refleja que sus causas son estructurales y requieren soluciones de ese calado. Quizá no preocupen sus respectivas tasas del 14% para el total y 7% para el juvenil en Alemania. Si deberían hacerlo las tasas del 56% para el juvenil y 24% para la media total de España o las similares de Grecia, Portugal, Irlanda... ¿Les suenan esos países?
Es justo la otra cara de la moneda de la actual crisis de confianza en Europa, en su deuda pública e incluso privada, en sus instítuciones públicas, en el potencial productivo de su economía, en el futuro de su competitividad, y así un largo etc. Ese derroche de ilusiones personales y de inversiones sociales o colectivas que supone ver parados a jóvenes menores a 25 años tiene que acabar cuanto antes, o la UE estallará en muchos pedazos. Si no sucede por el resultado de una revuelta, pese a que las redes sociales amplifican también su posibilidad, ocurrirá por el descuelgue de gobiernos y países que cada día ven en la integración menos ventajas, pese que las tiene y son tan inmensas como inexploradas.
El diagnóstico de esta parálisis ante el paro juvenil es el mismo que el de la integración económica y monetaria. Está escrito en muchas páginas desde hace décadas. Para que este proyecto funcione óptimamente, requiere tres condiciones: movilidad del trabajo, movilidad del capital, y redistribucón fiscal compensatoria para garantizar las dos primeras. Ello significa que no basta con la integración financiera, que por cierto también hace aguas los últimos meses, pese al acuerdo de final de otoño sobre unión bancaria y a la relativa tranquilidad de los mercados por la actitud del BCE desde el verano último. Tampoco con la aún más lejana del trabajo, no tan fácil que la anterior en la actual globalización, por mucho que ambos sean los dos grandes factores productivos, ante los cuales la tecnología y sus efectos en la productividad y demás resultan un residuo. Hace falta una integración fiscal que no ha llegado ni se la espera realmente en muchos países.
Sin embargo, lo cierto es que el costo de los programas diseñados para ayudar a los jóvenes a obtener un empleo, la educación o la formación en puestos de trabajo apenas es del 0,5% del gasto público en la zona del euro, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Dice el informe que resolver el problema no costaría mucho más que la cuarta parte del recorte aplicado por Van Rompuy a los ya ridículos presupuestos europeos si se los compara con los de cualquier entidad federal. Costaría 21.000 millones de euros, según el informe Trabajo Eurozona en crisis: tendencias y respuestas políticas. Se trata de una cifra modesta frente a los beneficios esperados.
En cualquier caso, los líderes europeos es probable que den otra vez espaldas a la realidad: que la tasa de desempleo juvenil en la Eurozona sigue estando como la media española cerca del 25%, segun Eurostat. Por tanto, esas cifras requerirían mayores aportaciones de unos a otros países y de unos a otros sectores de renta y de inversión dentro de cada país en líneas contrarías a las desigualdades que generan.