La reforma ‘lamoral’

2
Díaz Ferrán, a la izquierda, estrechando la mano de Arturo Fernández tras ser elegido presidente de CEIM en 2007. / Efe

Me pasó hace un par de días. Trescientos euracos por cambiar el mecanismo del elevalunas eléctrico de la puerta del conductor de mi Fabia. “¿Quiere factura?” Con la que está cayendo, ser un ciudadano -en el sentido brumario de la expresión-, aflojar el IVA -en términos más prosaicos-, te cuesta 60 euros añadidos al atraco. Esto que cuento lo sabe todo el mundo y pasa todos los días y en todos los barrios de Capital City. Hay otra cosa que también sabe, o debería saber, todo el mundo: si el taller cobra una parte de su dinero en negro, seguramente pagará una parte del salario de los que allí trabajan en negro también.

Esto pasa en los talleres y en otros sitios. Por ejemplo, en la hostelería. Yo he sido cliente del bar del Congreso, de la cafetería de la Asamblea de Madrid y de otros establecimientos sin tantos galones como esos. Sitios en los que trabajan seis o siete personas, o menos, generalmente sin representación sindical, y en los que decir "qué coño es esto de que nos paguen las extras en un sobre" significa la extinción automática del precario contrato del osado operario.

El otro día, CCOO afirmaba en un comunicado que estas prácticas son habituales en el sector de la hostelería, el sector en el que tiene aposentados sus reales desde hace algunas décadas el señor Arturo Fernández, que, curiosamente, se llama igual que el actor que interpretó al compañero de celda de Paco Rabal en Truhanes. Lo digo por aquello de decir algo.

Cuenta la Ser, e investiga la Fiscalía, que Arturo –propietario del grupo Arturo Cantoblanco, vicepresidente de CEOE, presidente de CEIM, amigo de Esperanza, concuñado de Gerardo Díaz Ferrán y vaya usted a saber cuántas cosas más- paga una parte del sueldo a sus empleados en negro, en sobres. Esto, que está fatal, todo el mundo lo sabe desde hace tiempo, pero ahora sale en las portadas de los periódicos porque parece que la práctica no acontecía solo en las cafeterías de Arturo, sino que también pasaba en Génova 13, y eso le da mucho empaque al asunto del sobre.

Cuando hay informes que dicen que la economía sumergida de este país supera el 23% del PIB, echarse las manos a la cabeza por este tipo de noticias resulta ridículo, aunque la cabeza sea el único sitio al que uno puede llevarse las manos ante tales desmanes empresariales.

Nos gobierna el desgobierno, la idiocia, el desprecio a la moral. Tenemos a Díaz Ferrán en la cárcel y a su concuñado y vicepresidente de la CEOE investigado por Hacienda y por la Inspección de Trabajo. La parte contratante de la primera parte no da la talla en este disparatado asunto. Arturo compareció ayer ante la dirección de la patronal y dijo que se lo va a pensar. Pero no porque pagara o no pagara sobres en negro a sus empleados, sino porque tiene que valorar otras cosas de la vida… Resulta conmovedor… Arturo va a pensar en la vida… En las cosas de la vida… ¿De su vida? ¿De las vidas de los otros? ¿De la vida de sus empleados? ... Esta maldita fiebre por la transparencia no sé a qué recodo del río nos va a llevar... Como cantaba Audrey, Qué nos aguarda al final de la curva ... Mi fiel amigo... El río de luna y yo.

2 Comments
  1. ANTONIO says

    Mal de muchos consuelo de tontos. Lo cierto que con la economía sumergida unos ganan y la mayoría perdemos. Pero es verdad que necesitamos más conciencia social para decir NO ?al lo quieres sin iva¿, porque al final lo pagamos más caro.

  2. Marifé says

    Será «reforma femoral», que nos están desangrando, ¡capullo!

Leave A Reply