El Consejo de jefes de Estado y de Gobierno de los 28 países de la Unión Europea dejó este fin de semana aparcado, pese a la reciente visita de Angela Merkel a Santiago de Compostela, el nombramiento del ministro español de Economía Luis de Guindos como presidente del Eurorogrupo. El modelo español de austeridad no convence para seguirlo a otros países de gobiernos conservadores y menos a los socialdemócratas. El retorno a la senda de los recortes de gastos será concretado en las próximas reuniones de ministros económicos de la eurozona y complementado por reducciones de impuestos sobre el trabajo, además de matizado con estímulos fiscales al crecimiento, que vendrán bien a la economía española, pues ha empezó a desacelerarse antes del verano como la alemana un año después de empezar la tímida recuperación, mientras Francia se ha estancado e Italia vuelve a la recesión.
Este nuevo cuadro se ve como fuente de grandes riesgos económicos que exceden la esfera de influencia del gobierno de Rajoy, añadidos a otros no menores de carácter geopolítico y energético, por lo que en octubre habrá una decisión definitiva sobre el marco estratégico en materia de clima y energía para 2030; al conflicto de Ucrania con Rusia se suma la emergente percepción de que el Estado Islámico es en Oriente Medio un peligro mayor que Al Queda, en tanto en Gaza se mantienen las incertidumbres pese al alto el fuego. Por eso en las conclusiones de este Consejo Especial publicadas el sábado, junto a los dos principales cargos que acompañarán al conservador Junker como presidente de la Comisión (el conservador Donald Tusk, primer ministro de Polonia, que sustituirá al holandés Herman Van Rompuy al frente del Consejo Europeo), y la ministra italiana de Exteriores, Federica Mogherini, reemplazará a la británica Catherine Asthon como Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad), no aparece el esperado nombramiento de Luís de Guindos al frente del Eurogrupo, sino el del mismo Donald Tusk como Presidente de la Cumbre del Euro entre el 1 de diciembre de 2014 y el 31 de mayo de 2017, mientras sigue al frente del Eurogrupo el ministro holandés de Economía, Jeroen Dijsselbloem.
Además, lejos de la complacencia en lo económico que rodea a los mandatarios españoles y que suele poblar las declaraciones europeas, este Consejo especial de los 28 presidentes convocado por falta de acuerdo en el de finales de julio refleja “importantes preocupaciones”. Dice que “la recuperación, en particular en la zona del euro, es débil, la inflación excepcionalmente baja y el desempleo intolerablemente elevado. En este contexto, el Consejo Europeo recuerda sus conclusiones del 27 de junio de 2014 sobre el Semestre Europeo, así como su aprobación de un plan estratégico resueltamente centrado en el empleo, el crecimiento y la competitividad. El Consejo Europeo insta a que se progrese rápidamente en la aplicación de estas orientaciones”.
En aquellas orientaciones, ya posteriores a las elecciones del 25 de mayo, cuando retrocedió el apoyo popular tanto a los conservadores como a los socialdemócratas y aumentó el voto de castigo o xenófobo y la abstención, también se empezaban diciendo cosas parecidas y que “la pobreza y la exclusión social siguen siendo importantes motivos de preocupación”. De ahí que la conclusión fuera “equilibrar la disciplina presupuestaria con la necesidad de apoyar el crecimiento”, incrementado los esfuerzos en reformas estructurales, entre las cuales se citaba en concreto la de “reducir la cuña fiscal que pesa sobre el trabajo, reformar los mercados de bienes y servicios y las administraciones públicas, mejorar el entorno empresarial y en materia de investigación, desarrollo e innovación, facilitar el acceso a la financiación, mejorar el funcionamiento de las industrias de red y reformar los sistemas educativos”.
Este programa, en el que ya se notaban algunos contenidos del pacto entre conservadores y socialdemocrátas que ha llevado también a conseguir por estos la presidencia del Parlamento europeo para el alemán Schult y el cargo de jefa de la diplomacia exterior europea para la italiana Federica Mogherini, fueron concretados en las semanas siguientes por el Eurogrupo y por el Ecofin; es decir, los ministros económicos del Euro y de los 28. Pero más que estímulos al crecimiento adicionales a la reducción de impuestos sobre el trabajo lo que reflejan esos planes, a concretar a partir del 15 de septiembre, son reducciones de gastos públicos. En las inmediaciones del gobierno de Rajoy se empieza a hablar de recortes de gastos en los próximos años de 50.000 millones de euros para los junto a la reforma fiscal que bajará impuestos por unos 10.000 millones, algo más de un tercio de lo que han subido desde finales del 2011.
Estos planes y algunos datos de la coyuntura económica española distan de ser ejemplares no solo para gobiernos socialdemátas de primeras potencias del Euro como Francia e Italia, sino para otros conservadores como el holandés. De ahí que el ministro de Economía de este último país, Dijsselbloem, no solo se ha opuesto a los planes de Rajoy con Guindos al anunciar que tiene previsto completar su mandato al frente del Eurogrupo, que expira en junio de 2015, sino que buscará su reelección, lo que bloquearía la llegada al cargo del ministro español.
En cambio, algunas de las resistencias italianas contribuirán a ayudar al Gobierno español en la creación de empleo. El Consejo Europeo anunció que el Gobierno italiano liderará como presidente de turno de la UE en octubre una conferencia a nivel de Jefes de Estado o de Gobierno sobre el empleo, y en particular el empleo juvenil, en la estela de las celebradas en Berlín y París. Además, en otoño, el Consejo abordará también la situación económica y se convocará una Cumbre del Euro sobre este tema.