El Banco Popular ya es historia tras ser engullido por el Grupo Santander, a instancias del MUR, el mecanismo de resolución de crisis bancarias creado exprofeso a raíz del desastre financiero que asoló el mundo occidental, y el europeo en particular. La operación se ha llevado a cabo mediante subasta teledirigida por el FROB y el FUR (fondo único de resolución), la otra pata del MUR. Estas instituciones han decidido, casi de madrugada, que la mejor opción era el Grupo Santander, rechazando al BBVA o Caixa Bank, los otros pujantes, que se han quedado sin un caramelo envenenado, que ya se verá cómo se digiere.
La realidad del banco era tan mala, algo que ya se venía anunciando por múltiples analistas, pero se ha preferido esperar hasta que el pánico podría haber sido definitivo, y también hasta que el valor de las acciones prácticamente se acercaba a cero. Por tanto, la operación acordeón que se pondrá en marcha, con ampliación de capital tras llevar el capital a cero, supondrá algo más de 7.000 millones de euros para el nuevo dueño del banco ligado al Opus Dei desde tiempos inmemoriales.
Esta forma de actuar del MUR, más acorde con los modelos nórdicos de resolución bancaria, ha fulminado al consejo de administración y recae todo el peso del ajuste sobre accionistas y bonistas, principalmente la deuda subordinada y los bonos convertibles, precisamente los productos más extendidos entre pequeños y medianos inversores, que verán cómo su inversión se vaporiza en un solo día. De momento, los depositantes estarán a salvo, ya que sus depósitos pasarán a ser pasivo del Grupo Santander, que salva así de un grave problema político a las autoridades europeas, y de paso a las españolas, aunque conociendo el funcionamiento del sistema, este ejercicio no será gratuito. Este paso adelante, que ya se usó con Chipre, estrena el modelo bail-in , lo que aparentemente es más vendible para los sufridos contribuyentes, que ya estamos pagando el bail-out de Bankia, lo que hacía imposible que un banco más se uniese a la fiesta de financiar a la banca con dinero público. Lo que no ha evitado esta compra precipitada es que los directivos que salieron no hace tanto del Popular, estando ya como estaba, se llevasen más de 20 millones de euros, supongo que como premio de buena gestión.
La caída del Popular reabre un viejo debate sobre si el epicentro de la mala gestión bancaria se puede circunscribir a las cajas de ahorro, con su etiqueta de políticos, y por tanto ajenos al negocio bancario y simples aves de rapiña que succionaron a entidades otrora solventes. Por el contrario, el Banco Popular era un banco muy pío, gestionado por señores prósperos de la burguesía capitalina, pero que causalmente se les atragantó el mismo virus que al resto: insaciables con el sector inmobiliario, ciegos con la apertura de oficinas, impasibles ante la comercialización de productos basura, e implacables con el ajuste salarial de los trabajadores, mientras extraían sus directivos, sin arrepentimiento alguno, pingües pensiones que supongo serán recurridas en alguna instancia judicial. Por supuesto, al igual que siempre, aquí había convidados de piedra que han mirado para otro lado: Banco de España y CNMV. Es decir, este es el modelo bancario que tenemos y que ya casi nadie se cree que tenga la fortaleza que los gestores públicos y privados presumen cuando les ponen un micrófono, pero que en privado reconocen, que habrá más casos como el Popular.
En esta fiesta hay unos claros perdedores. Por un lado, los accionistas y bonistas que no verán un duro de su inversión y, por supuesto, los trabajadores que una vez entre en funcionamiento la maquinaria de Botin, es muy factible que unos cuantos miles sean despedidos o prejubilados con 45 o 50 años, lanzándolos a mirar las obras por las mañanas.
El caso del Popular, por tanto, es un ejemplo más de mala gestión, de malas prácticas bancarias y de escaso apego por la supervisión que tiene el Banco de España. Pero también es un caso más de impericia de muchos inversores a la hora de elegir qué comprar en Bolsa o que bonos adquirir, siempre bajo la órbita de unos directivos en oficinas bancarias con un nivel de formación baja o muy baja. Estos mismos son presionados para vender cualquier producto a los inversores menos lúcidos y más vulnerables, algo que la propia ideología de los gestores de este banco deberían tener prohibido, aunque se pone de manifiesto que los ciertos pecados no se aplican en los mercados, business is business.
Las consecuencias a corto plazo se dejarán notar en la cotización del Santander, que tendrá que hacer frente, a lo mejor, a una desbandada de depositantes, por un lado, pero también por la dilución del capital tras la ampliación. Pero más importante que todo esto es el poso que queda, que no es otro que la banca no está saneada, ni mucho menos y que queda mucho activo tóxico por engullir. Al mismo tiempo, vuelven los fantasmas de las intervenciones bancarias que ahora ya no se hacen mediante el reparto de los costes entre la ciudadanía, sino que se trata que los accionistas y bonistas paguen el grueso, algo que supone un avance.
En un momento en el que la banca está acometiendo un proceso de digitalización y automatización sin parangón, pero en el que al mismo tiempo, el negocio tradicional bancario se está hundiendo, la constatación de que el sexto banco española estaba en quiebra, y se le ha dejado quebrar, debería hacer reflexionar a las autoridades públicas, al Banco de España, pero también a los consumidores. Un buen consejo sería que éstos dejasen de comprar toda la basura financiera que ofrecen las oficinas bancarias, productos que ni los propios vendedores entienden su mecanismo de funcionamiento y su riesgo real.
Dejo para el final el papel de samaritano que ha jugado el Grupo Santander para comprar una entidad con algo más de 37.000 millones de euros de activos improductivos o también la basura inmobiliaria. Con este lastre, el Santander alcanza el liderato en cuota de mercado casi el 20%, superando al BBVA y Caixa Bank, y consolidando el modelo de oligopolio que ya tenemos, de facto, en España. Se hace con un gran nicho de mercado en el campo de pequeñas y medianas empresas, lo que sin duda mejorará a largo plazo su cuenta de resultados. Pero más allá del aspecto financiero, el verdadero valor de esta compra es político, ya que supone, por primera vez tras Chipre, que se pone en marcha el MUR, sin dinero público, aparentemente, lo que alivia mucho el coste político para la UE, ya muy desgastada.
Finalmente, hay que hacer constar que las reclamaciones judiciales no se deberán dirigir contra el Santander, sino contra el MUR, que es quien ha adjudicado, junto al FUR y el FROB, la entidad al Grupo de Ana Botín, ya que éstos no han comprado el banco a los accionistas del Popular. Esto, que también es novedoso, traerá conflictos para muchos pequeños ahorradores que se pueden sentir estafados al comercializarse productos del Popular, incluso cuando ya se sabía que su situación era de cuasi quiebra.
En conclusión, la Unión Bancaria europea experimenta el primer caso de bail-in ante la quiebra de un banco, y somos los españoles los conejitos de indias. El Banco Popular ha caído, siendo el sexto banco español, lo que demuestra que la crisis bancaria no ha finalizado y que no era solo un problema de los políticos en las cajas. El Banco Popular ha gestionado mal, sus directivos se han llevado indemnizaciones millonarias, su balance apesta a pufos inmobiliarios y el Banco de España ha mirado para otro lado. El único consuelo, salvo para los inversores, es que el rescate, por primera vez, no se hace con dinero público, hasta ahora. Estaremos atentos.
Que es el MUR?.. Lo demás lo iremos viendo poco, a poco. Hay mucho que descubrir; el veneno puede pudrir colateralmente, otros como bonistas, accionistas.. Y los trabajadores.. ¿ Que ? Esto acaba de salir, habrá mas capítulos la » obra » acaba de empezar. Dios, es misericordioso.. ¿ Verdad, Botines ?.
Pero además no era solo el Popular . Sino el Banco Pastor.Tampoco han sobrevivido el Banco de Galicia, que fue adquirido y
liquidado por el Popular en el año 2008, al poco de comenzar la crisis,
ni el Banco Gallego, comprado por el Sabadell en el 2013 al Fondo de
Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).
El Pastor tiene 680.000 clientes -una cantidad nada desdeñable si
se tiene en cuenta que la población de Galicia ronda los 2,7 millones
de habitantes- y depósitos por valor de más de 20.000 millones de euros. Uno al final tampoco entiende nada .