Ignacio Muro: “La crisis resucitó la lógica del poder absoluto del jefe”

  • Entrevistamos al presidente de la Plataforma por la Democracia Económica.

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Comienza un nuevo ciclo electoral. Durante las próximas semanas todos los líderes hablarán de democracia. La nombrarán innumerables veces, la pondrán apellidos e incluso definirán las propuestas que se ajustan o no a esta palabra. Sin embargo, hay un centro de poder que parece tener una prebenda en cuanto a prácticas democráticas se refiere: la empresa. 

El estallido de la crisis provocó despidos y bajadas salariales de las que, 10 años después, España no se ha recuperado. Y lo que es peor: parece que entidades de toda índole no han extraído ni una sola lección. Pero hay personas que siguen creyendo que otra economía es posible. El próximo 28 de febrero se presenta la Plataforma por la Democracia Económica, formada por un grupo diverso de sociólogos, juristas, economistas o sindicalistas preocupados por que se cumpla el artículo 129.2 de la Constitución, que afirma que “los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa” y “el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”.

Charlamos con su presidente, Ignacio Muro, que también forma parte de la Junta Directiva de Economistas Frente a la Crisis.

— Llevan unos meses construyendo la Plataforma por la Democracia Económica, ¿hay prácticas antidemocráticas en las empresas españolas?

"Ha cambiado el sentido de la modernidad"

Por supuesto, la lógica de la empresa no es democrática, está basada en un principio de jerarquía absoluta. En momentos del pasado, la lógica participativa era moderna. Hoy ya no, ninguna escuela de negocios hace alusión a eso y se considera que el poder ejecutivo, la dirección, está obligada a cambiar el rumbo y es la única fuente de poder. Eso está ocurriendo desde hace 15 o 20 años. Ha cambiado el sentido de la modernidad, que tiene mucho que ver con las escuelas de negocio.

— ¿Cómo surgió la asociación?

En abril o mayo del año pasado empezamos a juntarnos un grupo de profesionales, activistas sociales, economistas, filósofos... y empezamos a reflexionar desde muchas perspectivas. Vimos la necesidad de encontrar un discurso común. En España hay muchas iniciativas, todas dispersas. Elaboramos un manifiesto-programa. El siguiente paso es hacer unas jornadas donde se expondrán casos concretos y después elaborar un texto que podamos presentar a los sindicatos y partidos para poner en marcha una ley sobre la participación de los trabajadores. Ya hubo proyectos, queremos recuperarlos y volverlos a lanzar.

— ¿Entonces hemos ido para atrás en el campo de las relaciones laborales?

"La verticalización del poder es cada vez más fuerte"

Hemos ido para atrás. Hace 10 o 15 años el discurso dominante era que las nuevas tecnologías iban a facilitar las relaciones horizontales. Esto ha ocurrido, pero no en las empresas. Las nuevas tecnologías facilitan la comunicación horizontal, el intercambio, pero la verticalización del poder es cada vez más fuerte. También facilitan un control absoluto de las organizaciones. Antes el poder en la empresa, el ejecutivo, necesitaba intermediarios, os jefes de departamento o sección que eran los que conocían realmente a su gente. También estaban los sindicatos, que le servían a la empresa para testar los conflictos. Había una doble intermediación que se está acabando. La desintermediación que favorecen las nuevas tecnologías permite que una nueva jerarquía controle casi exhaustivamente el comportamiento del trabajador. Ya no necesita un control mediado ni una participación de cuadros.

— ¿Cómo se concreta este control de la tecnología en el ámbito cotidiano de los trabajadores?

Cada vez más, he trabajado mucho esta cosificación del trabajo. Si tú vas a un mercado a comprar un pescado, llaman ‘trazabilidad del producto’ a la capacidad de informarte de por dónde pasó ese pez, dónde comió, dónde lo pescaron, cómo lo procesaron. En realidad, el trabajo convertido en mercancía va a ser más trazado. Cuando lo seleccionan ya no lo hacen a través del vis a vis, sino a través de las redes sociales o filtros que hacen de mediadores nuevos que investigan cómo eres tú. Tu transparencia, tu ser, tu ciudadanía forma parte del proceso de selección.

Ahora, dentro de la empresa las recomendaciones y ascensos están trazados por plataformas, perfiles o algoritmos. Aún no están universalizados, pero las grandes tecnológicas los tienen. Ahora la modernidad en las relaciones laborales es perfilar bien al trabajador y seguirle de cerca en todos los comportamientos, hasta saber qué escribe por el correo electrónico. 

— ¿El trabajador es consciente de ese control?

"El desapego de los profesionales es creciente"

El trabajador está cada vez más indefenso. Escribí hace años un libro que titulé Esta no es mi empresa, que anticipaba un problema creciente de desapego de los profesionales con sus empresas. Antes la gente era del Banco Santander o de Telefónica, se sentía identificado con ellas, ahora no, sabe que no es nada, que será liquidado con total frialdad en el próximo ajuste.

En una palabra: individualismo, puro y duro.

Las relaciones laborales antes se regulaban por convenio colectivo, dos palabras preciosas, porque implican ponerse de acuerdo en cosas. Esto va sustituyéndose por convenios individuales, donde la empresa pacta contigo unas condiciones que no son conocidas por el resto y, por tanto, nunca son colectivas. Eso hace que el trabajador esté solo y desprotegido en cuanto a las relaciones laborales. 

Usted habla también de la participación de los trabajadores en la empresa, incluso con capital. En la era de los precarios esto es una quimera.

"Los trabajadores merecen más participación"

Se trata de que pongamos el dedo en el centro del problema. En la empresa el riesgo es cada vez es más alto porque ahora no hay ningún puesto asegurado. Ese riesgo te permite reclamar tu derecho a enterarte de cómo va la empresa. A medida que los trabajadores se alejan de la lógica de la empresa se impide que se produzca una integración lo suficientemente inteligente de las fuerzas. Alemania trabaja en esto desde los años 70.

Por una parte, tienen el consejo de vigilancia, participado al 50% por los trabajadores, y de ahí sale un consejo de ejecución que gobierna la empresa. Todas las decisiones estratégicas están consensuadas y eso hace que Alemania sea la más competitiva del mundo. La participación no va contra la competitividad, va a favor de la competitividad. Se puede articular de muchas maneras, pero el futuro reclama participación. No es cierto que la gente valga cada vez menos como apuntan los salarios, sino que vale cada vez más. Los trabajadores saben más, están mejor preparados y merecen más participación. La sociedad merece participar.

— ¿Se pueden hacer ese tipo de peticiones con unos sindicatos debilitados?

Esta es la cuestión. Los sindicatos están debilitados porque no han hecho esto. El sistema precariza a la gente y la aísla. Por tanto, es muy difícil que se sindiquen. También porque hace décadas, los sindicatos cayeron en una lógica de reclamos limitada a la negociación de condiciones laborales pequeña sin cuestionarse el planteamiento de fondo de las relaciones de poder

Se trata de reclamar tu cuota de poder, que en algunas ocasiones es muy alta. Por ejemplo, en el periodismo, ¿quién aporta valor a un periódico? El capital tecnológico, sí, pero lo que aporta valor es una buena redacción y una buena organización del trabajo. Le Monde creó una situación donde los trabajadores eran los dueños del 60% y 40% de capital. Por tanto, la dirección eran los redactores, los ejecutivos y los otros trabajadores. Y así funcionó Le Monde y fue líder. Pero en la transición tecnológica se exigía cada vez más capital y ese capital no entraba en la empresa si no le daban más poder. Ahora tiene una proporción en favor del capital. Es un reconocimiento a que el valor del trabajo es determinante, ¿cómo no lo va a ser en un oficio como el periodismo en el que todo es humano?

— Volviendo al terreno de lo positivo, ¿la economía social está en buena forma?

El sistema tolera la economía social y la utiliza como guinda ética, pero no toca el corazón del poder. Se trata de poner en valor todo eso en serio. Por ejemplo, las cajas de ahorro quebraron. Claro que cometieron errores de gestión, pero también sirvieron durante 40 años para darle crédito a las PYMES y las familias. Antes el ahorro que se creaba en Castilla-La Mancha se quedaba en Castilla-La Mancha. Ahora lo gestiona BBVA y se puede ir a México. Es el mercado global, ¿por qué dejamos caer las cajas de ahorro?, ¿por qué no las defendimos?, ¿cómo funcionaban?

— Esto exige un cambio de mentalidad en los propios trabajadores.

Sí, y en las fuerzas de izquierda, que aún siguen pensando en crear impuestos para resolver injusticias que el sistema crea. Sin embargo, cada vez hay más injusticias y menos capacidad de redistribuir. Los problemas hay que empezar a verlos donde surgen y, por tanto, hay que entrar en la lógica de la empresa y del sistema productivo. La situación actual nos lleva al caos y también hay empresarios que se dan cuenta de esta locura. La gente tiene menos sueldo, no pueden comprar pisos, los pisos solo los venden los especuladores…

— ¿Y cómo pueden el Ejecutivo o el Legislativo fomentar la participación de los trabajadores en las empresas privadas?

Ya hay leyes en muchos países y hay directivas europeas que lo fomentan. En Francia, por ejemplo, es más potente. En España estamos muy atrasados. En nuestro país la crisis tan dura ha resucitado la lógica del poder absoluto del jefe. En épocas de paro la gente se tiene que colocar por lo que puede y ha reforzado la lógica jerárquica. Tenemos que reengancharnos y no sólo con la lógica europea, sino tener autonomía propia.

1 Comment
  1. florentino del Amo Antolin says

    Unas conclusiones de ¡ libro !. España, ese País de puertas giratorias, mamandurrias,socialistas lobistas, periodistas amamantados y condecorados militares, fondos de reptiles y más mandos que cuadros, liberados sindicales, con subvenciones institucionales…
    Ignacio, se creó un nuevo sindicato vertical, perverso, se aceptaron los verdaderos tic de lo contrario que deben de ser unos sindicatos libres de dopajes y tarjetas blac…
    Los socialistas, hicieron la reconversión industrial a la UCD, todo aquello que la derecha no tenía valor moral para hacerlo… ¡ No hay problema !. Colocaron en el hemiciclo sindicalistas con label, debilitando las verdaderas opciones de seguimiento, e inversiones propias de esa verdadera salud de la empresa que dejas el sudor y los años. Los tecnócratas del régimen, se vieron favorecidos, por un desmantelamiento de empresas públicas ( INI ); entrando en otra era: ¡ El amarillismo político – sindical !… Pervirtiendo la correa de transmisión, entregando el poder de decisiones a los consejos de administración y un régimen violador de derechos generacionales…
    Vencido y desarmado el ejército rojo… Queda instalada una democracia parlamentaria, una Constitución única, e irreformable, salvo que sea por la noche y las luces apagadas. A la 1, 35 % hora democrática homologada… ¡ Por la gracia de Dios !. https://uploads.disquscdn.com/images/739dba9079a60e43302dada4792eb4b3501a56dc452cf22c510a1a26d46f8101.jpg https://uploads.disquscdn.com/images/6bece90cbb8cf4f1ce912f1f2f042525f5222cfc839c391d19b4367c7f331ff4.jpg

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