La otra cara de la Barcelona del siglo XXI

2

Ofelia de Pablo

El arma reglamentaria de la 'mossa d'esquadra' Anna Choy cuelga de su taquilla en la comisaría de la Plaza de España de Barcelona. / © Ofelia de Pablo

La cosmopolita Barcelona, destino del turismo internacional por excelencia en nuestro país, esconde bajo la capa de modernidad un rostro de violencia contra las mujeres. Ya no hay que viajar a países árabes o africanos para encontrar casos de matrimonios forzosos o intentos de ablación. Hoy, la ciudad de la Catedral del Mar esconde entre sus barrios terribles historias de maltrato que parecen llegar de otros mundos.

Son las ocho de la mañana y Anna Choy está terminando de ajustarse el arma reglamentaria y la gorra de su uniforme de mossa d’esquadra en la comisaría de la Plaza de España de Barcelona. Ella es la jefa del Grupo Regional de Atención a la Víctima (GRAV) de la ciudad condal que coordina a los grupos especializados que luchan contra la violencia de género, la mutilación genital o los matrimonios forzosos. Hoy nos dirigimos con ella al barrio de El Raval, un céntrico distrito de la ciudad donde la proliferación del número de inmigrantes en los últimos años ha provocado el aumento de forma alarmante los casos de matrimonios forzosos y de ablación entre la población musulmana practicante. Esto casos, combinados con el aumento de la violencia de género, han hecho de este distrito uno de los más activos en cuanto a denuncias y casos resueltos de la comunidad.

– ¿Saya va todo bien? –pregunta Isabel durante su control rutinario al otro lado del telefonillo en pleno barrio de El Raval. Isabel Molina es una de las agentes del GRAV que desde hace días vigila el domicilio de Saya, una mujer de origen magrebí a la que su marido llevaba diez años maltratando. Una tímida voz se escucha al otro lado: “Parece que está todo tranquilo. Gracias por seguir ahí”. Saya fue agredida con arma blanca por su cónyuge después de una brutal paliza. Esto, unido a los maltratos hacia sus hijos, hizo que por fin le denunciara, pero “ahora –nos relata– le acaban de poner en libertad a la espera del juicio y nos ha amenazado de muerte, a mi y a mis hijos. Tengo miedo”. Isabel y su compañera Karma, junto con Anna, la tranquilizan, le confirman que el piso seguirá 24 horas vigilado hasta que todo se solucione. “Este es un claro ejemplo de lo que les ocurre a las mujeres aquí cada día” nos dice Isabel mientras bajamos las escaleras del domicilio de la víctima. En las comisaría de cada distrito de la policía nacional o autonómica de toda España existen también grupos de atención a la víctima pero Cataluña es pionera en la creación de los nuevos protocolos de actuación en los casos de matrimonio forzoso y los casos de mutilación genital. La efectividad de los nuevos protocolos les está llevando a ser un referente inlcuso más allá de nuestras fronteras.

Karma afirma que “en lo que va de año se han impedido 17 mutilaciones genitales y 13 matrimonios forzosos”.

Anna Choy señala que la clave es intentar detectar los casos antes de que ocurran: “En los matrimonios forzosos o la ablación las menores suelen ser trasladadas a sus países de origen para llevarlos a cabo. Nuestros grupos tienen una estrecha relación con los fiscales, las escuelas, los centros de salud y las ONGS para intentar impedir que la agresión llegue a ocurrir”.

Arantxa, compañera de Anna en la comisaría, nos habla de Miriam, una mujer de origen pakistaní de 28 años. "Ella fue obligada a casarse y la mantuvieron encerrada en una casa de Barcelona donde constantemente la maltrataban tanto su marido, como el cuñado e incluso su suegra. La familia le había retirado el pasaporte y no la dejaban ni salir a la calle”. El matrimonio forzado no es un delito en España y por tanto son los otros delitos asociados a esta situación, como el secuestro o la violencia de género, los que permiten denunciar al agresor.

Otras veces estos delitos se detectan a la vuelta del viaje como en el caso de Jasmine. Una mujer de 33 años que nació en Barcelona y tiene nacionalidad española pero que fue obligada con 16 años a viajar a Pakistán donde la casaron a la fuerza. Estaba allí retenida, le habían retirado el pasaporte y sufría constantes maltratos. Su familia le decía que tenía que aguantar porque él era su marido, su dueño. Al final consiguió salir de allí y volvió España. Ha tenido que salir adelante y hacerse cargo de sus dos hijos ella sola porque la familia considera que les ha deshonrado. Ahora, aprovechando que su marido estaba en la cárcel en Pakistán, acusado de tráfico de drogas, le ha denunciado y está a la espera de juicio. El caso se detectó ya en España y ahora se pondrá en marcha un despliegue para proteger a la víctima. Jasmine está asustada porque sabe que su hermano ha pagado la fianza de su agresor y éste acaba de llegar a Barcelona.

Las mossas d’esquadra advierten que “vemos tan solo la punta del iceberg. Hay mucha cifra negra, casos que no se conocen, y la única forma de actuar es concienciar a la población de lo que ocurre, estar preparado cuando saltan las alarmas e intentar impedirlo con ayuda de toda la sociedad”.

2 Comments
  1. de vergüenza says

    que tengamos k sacar las castañas del fuego a la gentuza que viene de fuera,los servicios sociales,sanitarios.. y ahora encima hacerles de escoltas..que arreglen sus leyes en su pais coño! con la de problemas económicos que tenemos y vienen ellos a dar mas guerra

  2. Ramón says

    Me sorprende que permitan comentarios racistas y xenófobos. ¿No dicen en sus normas de uso que «no se admitirán los contrarios a las leyes españolas»? ¿O es que las leyes españolas no castigan el racismo y la xenofobia?

Leave A Reply