El manicomio catalán

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Elvira Huelbes

El_manicomio_catalán
Cubierta del libro de Ramón de España.

El escritor, periodista, guionista, crítico de cómics y director de cine, Ramón de España, ha escrito un libro –El manicomio catalán. Reflexiones de un barcelonés hastiado, La Esfera de los Libros, 2013– desternillante y cabal sobre el nacionalismo catalán, que hasta hace casi un año permanecía más o menos estabulado en una franja limitada de estómagos calientes y negociantes varios pero que desde la puesta en escena oficial del 11 de septiembre pasado, invade sin comedimiento cualquier rincón de su Barcelona natal.

El escritor dice en su libro que lo escribe a pesar de la indecisión  que comparte con Thomas Bernhard, “entre las ganas de participar en mi sociedad y el comprensible deseo de que me dejen en paz”. Lo escribe para responder con él a los que en un futuro, le pregunten “¿y tú qué hiciste cuando toda aquella locura?”.

El tono del libro es cordial y divertido aunque no oculta el dolor ante la bajada de pantalones de los suyos –el PSC– y la frustración que supuso lo que él llama el “tocomocho” del Régimen, a la llegada de Jordi Pujol al poder, en 1980: a saber, el cambio del Caudillo Franco por el Papá Pitufo Pujol, Gran Timonel del invento catalanista, amo y señor del patio privado en que la familia Pujol Ferrusola ha querido convertir a Cataluña. Ay.

Dice, tras situar la llegada de Papá Pitufo al poder, en el que se mantuvo 23 años: “Resulta muy significativo lo que dijo Marta Ferrusola, la esposa del Gran Timonel, cuando Pasqual Maragall  llegó a presidente de la Generalitat. No recuerdo las palabras exactas, pero sí que comparó la llegada al poder de la izquierda catalana (por llamarla de alguna manera) con la irrupción de unos vándalos en el propio domicilio, dispuestos a ponerlo todo patas arriba y a trincar la cubertería de plata. Pobre mujer, Cataluña era suya, y ahora venían esos desgraciados a arrebatársela.”

R de E estructura la obra en ocho reflexiones, en las que disecciona con gran sentido del humor el estado de la cuestión y cómo llegamos a ello, la inútil oposición al pujolismo, la concomitancia condescendiente de los gobiernos centrales, la prensa pusilánime, el derecho a no  integrarse en ese tinglado, las razones por las que “los españoles nos odian” y, sobre todo, ¿qué han hecho con mi ciudad?, capítulo que parece remedar la balada aquella tan bonita: ”Look What they’ve Done to my Song”, de Melanie.

El autor se chotea de sí mismo y de su familia querida con la misma soltura con que arremete contra actitudes, personajes y acciones que, honradamente, para todo aquel que viva en Cataluña, y que conserve cierta serenidad de ánimo, son incomprensibles, ajenas a la racionalidad y, en ocasiones, muy histéricas.

Se agradece las gónadas bien puestas del periodista, que menciona nombres propios y apellidos, cita fielmente, refresca memorias, recuerda vergüenzas ajenas y propias, y lo hace con gracia y salero. Supongo que lo habrá pensado bien antes de hacerlo ya que a estas alturas, no ignora la pupa que con ello hace a los elegidos por el dedo de Dios para crear una nueva patria y la pupa que esos privilegiados le puedan hacer a él, poseedor, para más inri, de un apellido tronante en cabecitas nacionalistas.

Quizá, por eso, la última reflexión está dedicada al El exilio interior, como opción más conveniente para alguien de sus características. Con todo, Ramón asume sus contradicciones, parafraseando a Manuel Vázquez Montalbán, que asumía las de ser comunista y aficionado a los cócteles de sociedad, y reconoce que no acaba de resignarse al exilio interior absoluto. Eso sí, cerrará el balcón, imitando a Mishima, aunque sin sepukupara seguir alimentando su adicción a las tertulias de los medios oficiales, en las que los tertulianos compiten por demostrar quién es más nacionalista y más mentecato, sin el menor rubor de autocrítica.

Quiere ver cómo acaba todo esto, dice, porque: “De un tiempo a esta parte, el nacionalismo ya no es el molesto ruido de fondo del pujolismo, sino una fuente constante de disparatadas ocurrencias que, en un día bueno, hasta resultan graciosas”.

Es un libro imprescindible para interesados en lo que esconde el catalanismo, y si lo traigo aquí es porque me consta que ha encontrado todo tipo de ninguneo y silencio, levantados por el apparatschik, para enterrarlo y que no se entere nadie de la juerga que se corre Ramón de España a costa de su dolido corazón de barcelonés moderno y rockero.

2 Comments
  1. iletrado says

    No se preocupe, yo vivo mas alla del ebro por lo tanto aca no seremo sni españa ni cataluña. Seremos un paraiso fiscal y viviremos felices y comeremos perdices

  2. me says

    Buena portada!

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