Entre muertos anda el juego

Si es cierta la afirmación de que cada país se merece a los políticos que tiene alguien debería explicarnos qué hemos hecho nosotros para merecer esto. Durante dos años y medio, los muertos -los del 11-M, los de ETA, los de la Guerra Civil, los de los cayucos y las vallas fronterizas...- han presidido los grandes debates nacionales. Esta semana se han destapado por fin todas las tumbas a la vez. El PSOE ha empezado a contarle los difuntos a Acebes y el PP ha respondido arrojándoles a la cara los asesinatos de los GAL. Los vivos tendríamos que empezar a preguntarnos quién demonios se ocupará de nosotros.

Coincidiendo con esa cruenta guerra de medios, que tiene como inesperados aliados a El País y al ABC frente a los aventadores de una teoría de la conspiración universal en la que más temprano que tarde se verán implicados los Cuatro Fantásticos, el PSOE ha decidido plantar cara al PP en su mismo terreno. “Han llegado a sugerir que estábamos detrás de los atentados y hemos estado callados, pero no les vamos a pasar ni una más”, aseguraba a este diario un destacado dirigente socialista. Preparémonos pues para una larga estancia en las tanatorios.

En el cambio de actitud de los socialistas tiene mucho que ver unas encuestas en las que no acaban de despegar. Zapatero había asumido el desgaste de una primera mitad de legislatura dedicada casi monográficamente a la reforma del Estatuto de Cataluña y a la apertura del diálogo con ETA, pero confiaba en llegar a las generales con un horizonte despejado, dulcificado además con leyes de gran impacto social como la de Dependencia o la de Igualdad. Sin embargo, las facturas siguen llegando.

Un día es el Tribunal Constitucional el que reabre el melón catalán y admite a trámite el recurso del PP; otro, la reaparición la violencia callejera en el País Vasco y el estancamiento del proceso de paz; los más, esa permanente siembra de dudas sobre la autoría de los atentados del 11-M a la que se han entregado sin desmayo los ‘agricultores’ de El Mundo y la Cope y que ha florecido en amplios sectores de la población. Si la estrategia del PP es suicida y si su líder causa rechazo a más del 60% de la ciudadanía, ¿por qué la distancia en los sondeos se ha estabilizado en torno a los tres puntos?

“En una carrera de diez kilómetros se pueden sentir pinchazos a los 5.000, a los 6.000 o a los 8.000 metros, pero hay que aguantar para llegar a la meta”. La frase es de un cualificado miembro de la dirección de PP. En otras palabras, el que la sigue la persigue, leña al mono que es de goma y ni un paso atrás. Los populares creen que martillear el mismo yunque les hará ganar las elecciones, aunque para ello se lleven por delante a todo lo que se mueve, incluida la credibilidad de instituciones como la Policía o la Judicatura. “Créame. Sobre el 11-M hay muchas cosas que no están claras”.

“Que por qué no hemos obligado a Agustín Díaz de Mera -el ex director general de Policía de Acebes que hoy es eurodiputado- a dejar el escaño por equivocarse en la elección de sus subordinados? En su día hicimos las valoraciones correspondientes. Además, ¿qué nos puede pasar? ¿Que nos llamen ingenuos? Si un medio publica que se han falsificado informes que vinculan a ETA con el 11-M nuestra obligación es preguntar y la del Gobierno, responder”.

En la sesión de control de ayer en el Congreso, el diputado Jaime Ignacio del Burgo volvía a la carga con los supuestos informes manipulados del Ministerio del Interior, pero un par de tonos por debajo de lo que venía siendo habitual y sin mención alguna ni al ya famoso ácido bórico ni a los menos célebres peritos de la firma retardada. “Yo jamás subo la voz pero eso no quiere decir que hayamos levantado el pie del acelerador. Vamos a seguir como hasta ahora”, promete.

Una voz les marca el camino desde la distancia. Después de dictar toda una lección extraída de la Enciclopedia Álvarez sobre la ocupación musulmana de España y la Reconsquista, Aznar se fue a Lima a investirse profesor honorario y a explicarnos que en 2004 ETA estaba prácticamente derrotada y se podía acabar con ella, por lo que la negociación es un monstruoso error. Ingenuamente, cabe preguntarse cómo ese zombi que era ETA “con sus brazos políticos inmovilizados y sus redes financieras bloqueadas” pudo estar detrás del mayor atentado cometido en Europa, y si lo estuvo, qué entiende el ex presidente por derrota.

Aún así, desde el PP se sostiene que su comportamiento con el Gobierno sobre este tema está siendo exquisito. “Esto no se puede decir públicamente pero hace tres meses que no preguntamos al Gobierno en el Parlamento por este asunto”, afirma el dirigente antes citado. Y pone un ejemplo notoriamente expresivo: “En política se pueden pegar tiros a la cabeza o a las piernas. Nosotros estamos tirando a las piernas”.

Éste es el clima que ha devuelto la política a los mismos parámetros por los que discurría hace más de una década. En un alarde de ingenio, Zapatero ha empezado a agitar el fantasma de la extrema derecha y ha pedido el voto de los conservadores moderados; Rajoy, por su parte, insiste en que el Gobierno ha vuelto a “los peores años del felipismo”. ¿Les suena? No pasa el tiempo por esta gente.