Cuaderno de campaña (II): Mas se monta un Pacto del Tinell para él solo

Artur Mas, el atildado candidato de CiU, se ha ido al notario para firmar un Pacto del Tinell para él solo en el que promete que no llegará a ningún acuerdo con Piqué aunque fuera el último político vivo sobre la faz de la tierra. En realidad, lo que Mas ha hecho es algo parecido al play-back de los cantantes en las galas de Fin de Año porque ya había ido a la notaría en septiembre y ahora ha vuelto sobre sus pasos y se ha llevado a las cámaras de televisión para que levanten acta de que ya se había levantado acta hace un mes. Le ha faltado simular su firma para parecerse un poco a los peritos del ácido bórico.
La iniciativa no dejaría de ser una de las múltiples tonterías que hacen los políticos en campaña, de no ser porque todas las expectativas del PP catalán pasaban por convencer a los ciudadanos de que tendrían la llave de la gobernabilidad además de Esquerra, que de llaves sabe un rato. La verdad es que la insistencia de Piqué en ofrecerse a CiU no se entiende porque el PP ha aventado durante meses que el Estatuto rompía España, ha pedido un referéndum para impedirlo y está encantado con que el Tribunal Constitucional haya admitido a trámite su recurso. Ya se sabe que la política hace extraños compañeros de cama, pero coquetear con los convergentes como chica casquivana era sadomaso del duro y con látigo.
Los chicos de CiU han empezado con bríos después de gastarse un pastizal en un vídeo que amenaza con convertirse en la primera entrega de los Episodios Nacionales catalanes. Mas se sabe ganador y es un torbellino que todo lo arrolla, incluso al otro líder de la federación, Durán Lleida, que no se recata en decir que ni comparte su forma de hacer política ni le gusta su mentón prominente.
En estas elecciones como en ninguna otra los candidatos harían bien en vestir camisetas de acero galvanizado para evitar que las puñaladas por la espalda de sus propios compañeros de partido les causen daños irreparables. Y es que en eso de tener al enemigo en casa, Mas y Durán no son ni mucho menos la excepción. Es sabido que Maragall no traga a Montilla, todo un Bruto a las órdenes de Zapatero, o que a Puigcercós se le atraganta Carod-Rovira y hace votos por su pronta jubilación. Se odian entre todos y entre sí. Bonita estampa.