Antonio Romero, el diputado autonómico andaluz de IU, le esperaba a puerta gayola a la entrada del Congreso. Le lanzó un capotazo en forma de mano extendida y Rajoy, escoltado por el inefable Acebes, tuvo que detenerse:
-Hola, Mariano.
-Hombre Antonio ¿cómo van las cosas por Andalucía?
Tras el saludo, Rajoy se perdió en las tripas del Congreso y Romero comentó la jugada a quienes la habíamos presenciado: “No querían entrar pero han entrado”.
La máxima la hubiera firmado Séneca. Describe el cambio que ha llevado el PP a apoyar la reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía, un texto en el que entre otras cosas se menciona a Andalucía como realidad nacional, se describe un catálogo de derechos entre los que se incluye el de la muerte digna, se califica de laica la educación pública, se establece la bilateralidad en las relaciones de la Junta de Andalucía con el Estado y hasta se atribuyen competencias exclusivas sobre el río Guadalquivir a su paso por la comunidad autónoma. ¿España se rompe otra vez?
Rajoy acaba de salir a la tribuna para justificar el apoyo de los populares a este siete a la patria. “Aquí no se habla de nación andaluza, ni de soberanía, ni de derechos históricos, ni de relaciones bilaterales. Se sigue definiendo Andalucía como nacionalidad en el seno de la unidad indisoluble de la Nación Española”, dice. ¿Y la realidad nacional? “Ha quedado en el Preámbulo como una referencia a una opinión particular en un pasado remoto: es decir, poco más que una cita literaria (…) carece de relevancia política porque no significa nada”.
Lo que no ha dicho Rajoy es que los populares no podían presentarse el 25 de febrero –cuando el texto será sometido a referéndum- pidiendo el ‘no’ a un mes vista de las elecciones municipales. Lo exigían los alcaldes de Granada, Almería, Jaén, Málaga, Huelva y Cádiz. Lo exigía el interés electoral del partido. Y contra eso no hay realidad nacional que pueda interponerse.
Dice Ambrose Bierce que el reportero es un escritor que, con suposiciones, se abre camino hasta la verdad para dilapidarla seguidamente con una tempestad de palabras. Dilapidando verdades y palabras llevo casi 25 años. Nací en Diario 16; crecí en El Mundo y me licencié en El Confidencial. He sido corresponsal político de 20 Minutos en este siglo XXI a.C. (antes de la crisis). Mantengo una columna de martes a sábado en Público. Entre tanto, me ha dado tiempo a escribir un par de libros. El blog que les presentó se alumbró en 20 Minutos. Es verdad que entonces prefería no hacerlo, pero lo abracé por esa absurda manía de las tres comidas diarias. Con el tiempo, me empezó a caer simpático. Un buen día se murió y ahora le resucito para ustedes en homenaje a ese escribiente de Melville que, de improviso, dejó de juntar letras sin razón aparente. Si alguna vez me ocurre, alégrense. Será que me ha tocado la primitiva.
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ID: 93701
realidad virtual. un estatuto hecho mas a medida de españa que de andaluzia. otra bazura española. era de esperar. mientras exista españa no habra justicia para los pueblos ni para los ciudadanos subditos y el trabajar de politico no exime de ser un sometido
: )
mas tonteria para la pantomina nacional
ID: 94151
A ver si nos enteramos… en el texto se dice que antes de la ductadura habia un sentimiento de realidad nacional, no que lo sea, que es muy distinto