El Gobierno toca a retirada

A la espera de que Otegi recorra pueblo a pueblo el País Vasco pidiendo a los suyos que no prendan fuego a los policías municipales, que son gente que no aguanta una broma, el Gobierno y el PSOE parecen prepararse para un suspensión del diálogo con ETA. Si los últimos comunicados de la banda resultaban ya de digestión pesada y el robo de pistolas en Francia constituyó un acto de provocación intolerable, ha sido el recrudecimiento de las acciones de violencia callejera lo que ha terminado de convencer al Ejecutivo de que lo mejor es poner tierra de por medio, al menos hasta que pasen las elecciones municipales del próximo año.
Más allá de la entrevista de Zapatero en Le Figaro publicada ayer, en la que el presidente anuncia que el Gobierno no se moverá un ápice hasta que ETA no confirme su “buena voluntad”, un signo claro de que estamos en la escenificación de una ‘retirada estratégica’ ha sido la comparecencia del ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ante la ejecutiva del PSOE el pasado lunes para explicar la crisis por la que atraviesa el proceso de paz.
Se trata de un hecho insólito porque el órgano de dirección de los socialistas no trataba el asunto de ETA desde hacía bastantes meses, después de que Zapatero lo colocara bajo su responsabilidad directa. El propio secretario general del PSOE había explicado a sus compañeros en más de una ocasión que quien tenía que estar informado ya lo estaba, en referencia al líder del PP. “Rajoy –les decía entonces- sabe más que vosotros”.
Curiosamente, la posible interrupción de los contactos se produce en un momento en el que las conversaciones que se preveían más difíciles, las que mantiene el PSE con Batasuna y el PNV, habían avanzado mucho en la elaboración de un documento –secreto por voluntad de las partes- que debería servir de marco a la denominada mesa de partidos. Alrededor de la misma mesa, en Loyola, con los jesuitas ejerciendo de anfitriones, se han seguido sentando Jesús Eguiguren y Rodolfo Ares, por parte del PSE, Arnaldo Otegi y Rufi Etxebarría, por Batasuna, y Josu Jon Imaz y Josune Aristondo, del PNV, incluso en momentos de especial tensión, como fue el reciente robo de armas de ETA en Francia. Y los contactos telefónicos no se han interrumpido.
Fuentes conocedoras de las conversaciones explicaron a este diario que el único escollo era determinar cuántas mesas de partidos habían de crearse. Mientras Batasuna pretende que sólo haya una mesa, con representación de las fuerzas políticas de Euskadi, Navarra y el País Vasco francés, socialistas y nacionalistas consideran que son los partidos navarros quienes tendrían que decidir si abren o no su propia mesa, y que, respecto al País Vasco francés, ha deser Batasuna quien trate de convencerles.
En estas reuniones se ha hablado de todo, incluida la autodeterminación, que se ha disfrazado con un eufemismo traído de Irlanda que responde a la expresión ‘principio de consentimiento’. Y hasta de cómo se sometería a refrendos populares unos acuerdos que tendrían que estar basados en la transversalidad, es decir, que han de contar con el apoyo de al menos una fuerza nacionalista y otra constitucionalista o españolista.
Sorprendentemente, lo que ha estancado el proceso ha sido la negociación que debían establecer el Gobierno y ETA, bajo la mediación de la ONG suiza Henri Dunant. La organización terrorista aplazó una de las reuniones prevista para antes del verano y decidió responder a lo que entendía como represalias judiciales con desafíos al Gobierno. Lo que parecía hecho, que Batasuna aceptara legalizarse previa condena de la violencia, dejó de ser una prioridad. Si existía alguna duda de la subordinación a ETA de su brazo político quedó completamente despejada.
“La izquierda abertzale imputa pasividad a Moncloa”, aseguran fuentes del PNV. “Tienen la impresión de que, debido al marcaje del PP, están esperando a que pasen las municipales antes de hacer movimientos que pudieran causarle luego un quebranto electoral. Por eso no han movido un dedo en el traslado de presos o en flexibilizar la política penitenciaria. Si con Rubalcaba la cosa iba ya peor, la condena a De Juana Chaos ha sido vista como una declaración de guerra”. ¿Escisiones en ETA? Ninguna. “Lo que diga Josu Ternera va a misa”.
Paralelamente, se vive otra guerra no menos intensa en el interior del PNV, dividido entre los partidarios del actual presidente, Josu Jon Imaz, y los seguidores de Joseba Egibar. Los segundos estiman que el partido corre el riesgo de ser abducido por el PSOE y temen que se produzca una “cesión ideológica”. Entre tanto, no han dejado de tirarse los trastos a la cabeza. El sector de Egibar, mayoritario en Guipúzcoa, ha abortado el intento de que José Juan González de Txabarri pueda revalidar su cargo a frente de la Diputación General; el de Imaz ha respondido descabalgando de la candidatura de Getxo al alcade Iñaki Zarroa.
Estas disputas tiene su importancia en el proceso de diálogo con ETA porque el PNV ya piensa en quién gobernará Euskadi en 2009. Así, algunos dirigentes nacionalistas consideran que la manera de conducirse de Imaz –a quien Zapatero da cuenta semanal de cualquier incidencia- anticipa un futuro gobierno entre el PNV y el PSE, aunque sólo fuera porque sería muy pronto para un pacto de los socialistas con una Batasuna domesticada. “La izquierda abertzale quiere acabar con la hegemonía del PNV –aseguran los interlocutores de este diario-. Estamos convencidos de que se va a legalizar a Batasuna en el momento que más daño nos haga”.
En medio de tanta agua revuelta, el PP se ha puesto a pescar con un decálogo de medidas que exige que el Gobierno cumpla para demostrar su compromiso contra el terrorismo. Zapatero, el mismo que se arrodillaba ate ETA, debe rendirse ahora ante Rajoy. Es su sino.