Mariano Rajoy ha dicho hoy algo obvio: que no descarta presentar una moción de censura contra Zapatero ya que puede tratarse de una posibilidad a la hora de presentar una alternativa al Gobierno socialista. La censura es una de las cartas que la oposición siempre tiene en la manga. Es una bala que se guarda en la recámara. Con una mayoría parlamentaria suficiente es mortal. Sin una mayoría que la respalde causa heridas profundas, ya sea en el Gobierno o en el pistolero que la dispara.
La experiencia española sobre mociones de censura es ciertamente escasa. Se ha utilizado en dos ocasiones. En las dos era imposible que prosperara pero sus resultados fueron diametralmente opuestos. La presentó Felipe González contra el Gobierno de UCD y sirvió para que los españoles supieran que los socialistas no tenían rabo ni cuernos y que lo de ser rojos era una simple metáfora. Permitió además comprobar que aquel andaluz de la chaqueta de pana estaba preparado para tomar las riendas del país.
La presentó también Antonio Hernández Mancha, el primer sucesor de Fraga al frente de la derecha. En aquella ocasión a quien trataba de convencer de su liderazgo no era a la sociedad española sino a sus propios correligionarios, que le despedazaron sin piedad. Mancha, un abogado del Estado muy preparado, acabó pasando a la historia como un tonto de remate.
En el caso que nos ocupa, no es previsible que Rajoy desenfunde la moción salvo que comprenda que el Gobierno ha recuperado la iniciativa política e intuya como inevitable la derrota. Como ya ha publicado 20 Minutos, el mejor mes sería octubre, ya que rompería la negociación presupuestaria, que es el mejor escaparate que tendrá el Gobierno para presentarse ante el electorado. Las mociones nunca se anuncian porque es fundamental el elemento sorpresa. De ésta se está hablando demasiado y demasiado pronto.
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Una obviedad.
Rajoy habla por obviedades, igual que Salomón hablaba por sentencias, sabias, claro, las de Salomón.
Algunas obviedades de rajoy no son tan mortíferas como las bombas de ETA, pero chamuscan, sobre todo a él.
Si lo que quiere es escenificar la segunda parte de Rocky, para seguir insistiendo en la rendición del Gobierno, la traición a los muertos y demás, con la música de fondo de las patadas de la pujaltada contra el estrado, creo que la gente ya sabe de que va.
Y otra cosa no sabe hacer rajoy.
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La situación de Rajoy al frente del PP es, ciertamente más consolidada que la de Hernández Mancha, pero menos que la de Felipe González en el momento de sus respectivas mociones.
Por otra parte, la situación política española de 2007 nada tiene que ver con la de 1980, cuando Gónzalez presentó su moción. Nadie le tiene miedo al PP por desconocimiento, y la estrategia de «propaganda bélica» que lleva el PP en estos momentos casa mal con la moderación necesaria para la presentación de una moción de censura exitosa ante la opinión pública moderada y no politizada.
En fin, yo creo que se trata más de una espada de Damocles que Rajoy sitúa sobre Zapatero.