Del 'señor Nunca' a 'míster No'

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Con barba rala, Youssef Belhadj, a quien se considera responsable del ala militar de Al Ansar –una rama de Al Qaeda- y uno de los cerebros del 11-M, podría pasar desapercibido en una película sobre el mulá Omar y su legión de talibanes. Pero afeitado, como se ha presentado ante el Tribunal, hay que reconocer que gana mucho. Según su declaración ante el juez Del Olmo, el rasuramiento data de 2003, cuando pretendía contraer matrimonio y, se supone, no provocar la huida de la interfecta.

Si El Egipcio fue ayer el ‘señor Nunca’, el barbilampiño Belhadj ha sido ‘míster No’: no pertenece a Al Qaeda, no es su portavoz en Europa, no es la persona que aparece el vídeo con el que se reivindicaron los atentados ni la persona en cuyo nombre se reivindicaron, no es un islamista radical, no ha estado nunca en Afganistán, no, no…

Belhadj asegura estar en contra de cualquier forma de violencia pero tiene un problema, que es su sobrino Mohamed. De hecho es el principal testigo de cargo. A él le dijo que pertenecía a Al Qaeda, ante él proclamó que “esta vida no vale para nada y hay que ir a la Yihad como hombres”, y en su compañía llevó a su casa un fajo de billetes que había recaudado en la mezquita para enviar a sus prosélitos a la guerra santa. Belhadj explicó que el sobrinísimo cantó de plano porque la Policía belga le puso la cara como un puzzle cuando le detuvieron junto a toda la familia, una excusa que no se le ocurrió cuando prestó testimonio al llegar a España.

Tal y como fueron presentados por sus abogados, Belhadj y el Egipcio, son dos gotas de agua. Ambos salieron de sus países por motivos económicos; si uno dormía en la calle, el otro rotaba por casa de sus familiares en Bélgica; si uno recogía ajos, el otro trabajaba irregularmente en una fábrica de patatas fritas; y los dos vinieron a España porque era muy fácil para un inmigrante conseguir la residencia. ¿Cómo explicaría el Gobierno del PP este ‘efecto llamada’?

A Gómez Bermúdez se le nota más atemperado. Ha empezado la vista pidiendo disculpas al letrado de El Egipcio por alguno de sus excesos, y Zuloeta casi le abraza. A los periodistas nos ha explicado que fueron los intérpretes quienes le pusieron de los nervios. Los traductores, que según parece, cobran un pico, se permitieron el lujo de llegar media hora tarde. Imperdonable. Hace un momento acaba de mandarles un recadito en plena vista: "Siempre son problemas técnicos...".

2 Comments
  1. Juan Carlos says

    ID: 144398
    Total, que lo que ayer según tú fue: «El magistrado le recriminó, le pidió aclaraciones, desestimó preguntas por irrelevantes o por inservibles a efectos de la defensa, le exigió no dirigir las respuestas y cortó la declaración del acusado por bodrio manifiesto» hoy ha sido merecedor de una disculpa al abogado.

  2. Proust says

    ID: 144463
    Dijo ayer el juez que preside que es la hora del derecho y de la justicia.
    Esta frase, como otras muchas tiene mil significados, pero tiene una realidad, se ha iniciado el juicio del mayor atentado terrorista que ha ocurrido en España y Europa y la pelota está en el tejado de los jueces. Es su hora.
    Poco puede importar que los testimonios de los acusados sean calcados o se parezcan como un no a un nunca. No tienen porqué declarar contra sí mismos, pero son para el juez un indicio más para la convicción, junto a los testimonios y las pruebas, a la hora de establecer la verdad jurídica.
    Faltan muchas jornadas. No han de faltar anecdotas, dentro y fuera, más aquí que allí, ya que fuera estan los intereses bastardos,las verdades paralelas, aquellas que establecen que unos moritos no pudieron organizar semejante catástrofe. Fuera están los que no han digerido «el vuelco electoral», los que quieren demostrar que Zapatero, este es el guión, llegó a la Moncloa con 192 muertes a sus espaldas.
    Tan inútil o más que los moritos, inestable, insolvente e incapaz, y está durando casi toda la legislatura.
    Me pregunto cual sería la verdad de no haber ocurrido el vuelco electoral, que confirma la sabiduría colectiva del pueblo, si se acepta la democracia, o la estupidez de los que se confundieron votando. Ahora que quedan al descubierto todo un cocktail de mentiras, sobre el atentado y sobre otros asuntos por parte de aquellos gestores, qué sabríamos hoy de haber seguido los mismos desplegando su intoxicadora propaganda.

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