Se acabaron los alias; declara el señor 18.403

Lo que no se puede negar a este juicio es que sigue un riguroso orden interno. Esta tarde ha acabado de declarar el último de los acusados, Javier González Díez, al que curiosamente le llaman El Dinamita pero por otros cartuchos que no vienen al caso. Al mecánico de Trashorras, que de eso ejercía, le ha retratado una de los abogados: “¿Fue usted confidente de un policía llamado Quique?”, le ha preguntado. Tras un leve desconcierto llegó su respuesta: “No contesto”. O sea, que sí.

Tal y como aconsejaba este orden, el acusado/confidente Dinamita ha dado paso al testigo/policía, entonces jefe de la sección 3ª de la Unidad Central de Información Exterior. En vez de alias, el inspector jefe tiene número. Es el 18.403 y se ha largado una conferencia de hora y media –que continuará el lunes- para explicar cómo se inició la investigación de los atentados.

El señor 18.403, que deponía tras una cortina y en un rincón de la sala de audiencias, es un policía muy político. Si le hubieran oído, los del PP se habrían quedado con que el día 13 de marzo no había certeza sobre la autoría islamista, algo que salva claramente la baja espalda del ex ministro Acebes. Y los socialistas con que, con anterioridad al 11-M, él y sus compañeros comunicaron por escrito a la superioridad que debía establecerse un nivel de alarma crítica ante posibles acciones terroristas. El testigo es de los que no se mojan ni debajo el agua. ¿Que cuando no le cupo duda de la autoría islamista? Tras el suicidio de Leganés. Sobre seguro.

El dato menos conocido que ha aportado es que el mismo día 12 los TEDAX sabían ya que los explosivos procedían de las minas de la empresa Caolines de Merillés. Es decir, que la Policía llegó a la trama asturiana por la dinamita antes que por el rastreo telefónico. Fieles a la equidistancia de esas primeras horas, dos agentes se desplazaron a Oviedo para las primeras investigaciones, uno especializado en ETA y el otro en Al Qaeda.

Tan político ha sido este funcionario que ha dejado caer que si hubo errores en la investigación fue porque la prioridad era impedir la comisión de otro atentado, y que por esa razón debieron actuar con inusitada urgencia. La reputación de la Policía, también a salvo. Todos tienen motivos para estar contentos.

TODO SOBRE EL JUICIO DEL 11-M