Diálogos de besugos

La testigo protegida W-18 es la ex novia del sirio nacionalizado Mouhannad Almallah Dabas, el arrendador de un local en la calle Virgen del Coro de Madrid por donde pasaron algunos suicidas y procesados del 11-M. A Almallah se le acusa de promover reuniones de adoctrinamiento para la yihad y ella confirma que así fue, o mejor dicho, parece que lo confirma, o para ser más preciso, lo confirmaría plenamente si se entendiera todo lo que dice.

Con la testigo W-18 y con su hermano Y-26, que testificó con anterioridad, hemos asistido a un auténtico diálogo de besugos, especialmente con este último. Y-26 habla el español con la misma soltura que el bengalí, es decir que ni él entiende lo que se le pregunta ni nadie comprende lo que él contesta. Bermúdez ha intentado que se expresara en árabe pero, según parece, a Y-26 el árabe clásico también le suena a chino. Se ha experimentado en la sala la misma sensación de confusión que debieron sentir los constructores de la Torre de Babel cuando Dios les castigó a hablar idiomas distintos. Y cuando quien ha hecho las preguntas ha sido el abogado defensor de Rachif Aglif, el griego Andreas Chalaris, que también está peleado con el castellano, de Babel hemos pasado a Berlanga.

La ex de Almallah Dabas ha empezado diciendo que había recibido una amenaza de muerte pero no ha habido forma humana de arrancarle un nombre. Entrecortadamente hemos sabido que Mouhannad, el ‘ñapa de Al Qaeda’, el mismo que le arreglaba las lavadoras a Amer Azizi y Abu Dahdah, la trataba muy malamente -le llegó a poner dos denuncias por malos tratos- y le hacía ver vídeos subiditos de islamismo, donde salían tanques aplastando a familias musulmanas o a un padre al que unos milicianos obligaban a acostarse con su hija.

En lo que han coincidido los dos hermanos es que Almallah Dabas se la tenía jurada a las Torres KIO. Ambos han asegurado haberle escuchado decir que no estaría tranquilo hasta verlas derribadas, amenaza que profirió cuando pasaba en coche por las inmediaciones. Lo que no ha quedado claro es si iban los tres en el vehículo o era algo que el sirio repetía cada vez que se acercaba por la madrileña Plaza de Castilla y contemplaba los edificios.

Lo de la vida en común no era algo que Almallah y W-18 practicaran durante mucho mucho tiempo. Tras dejar un chalé en Coslada, la mujer comenzó una peregrinación que la llevó primero a la casa de Serhane el Tunecino, donde pasó casi un mes en compañía de Nayat, la señora de Mustafá Maoimouni, que también vivía allí, una lenguaraz por la que supo que la Policía vigilaba el domicilio. La discreción no debía de ser una virtud en aquella vivienda porque W-18 vio al Tunecino destruir documentos tras enterarse de este seguimiento. Aquello le olió a chamusquina.

Su siguiente destino fue el famoso local de la calle Virgen del Coro, un sitio muy sucio en el que no había ningún inquilino cuando ella llegó, pero en el que entraba gente con llave como Pedro por su casa. En el local vio una caja con libros de Bin Laden, que eran de Moutaz, el hermano de su ex, recientemente extraditado por Gran Bretaña. De las compañías de Mouhannad, además de al Tunecino, ha mencionado a Maimouni, implicado en los atentados de Casablanca, ha reconocido a Jamal Ahmidan en una foto y ha contado que Almallah quiso colocarla en casa de Mohamed El Egipcio, pero su mujer se opuso.

Según ha relatado, su ex novio prestó un pasaporte a Amer Azizi, el supuesto jefe de Al Qaeda en España, para que huyera, cosa que hizo disfrazado de mujer. A Mouhannad lo veía poco y cuando pasaba con él alguna noche le sorprendía que se durmiera viendo vídeos de Abu Kutada, un iman radical afincado en Londres al que se consideraba el embajador de Bin Laden en Europa. Muchos de estos detalles los puso en conocimiento de la Brigada Provincial de Información de la Policía en enero de 2004.

Para completar el retrato de Almallah, ha explicado que fue él quien la llevó al Hospital 12 de Octubre cuando tuvo una hemorragia durante el embarazo. Y que cuando le dijeron que ella esperaba gemelos pero que había perdido uno él exclamó un ¡qué bien! y algo similar a que para una mujer perder sus gemelos era tan duro como para Estados Unidos el 11-S y ver caer sus 'torres gemelas'

A W-18 se la entendía mal, aunque en comparación con su hermano Y-26 era Castelar. Lo que ha declarado este hombre o, eso me ha parecido, es que Almallah y su grupo de habituales (Moutaz, Serhane, Maimouni) hablaban habitualmente de “cosas radicales”, como de Afganistán y la yihad, aunque a él nunca le pidieron apuntarse.

Si todo lo que había contra el Pepe Gotera del integrismo era el testimonio de Y-26 le veremos pronto en la calle. Porque una cosa es que nadie haya sido capaz de hacerse entender con él –“yo no se si el testigo habla español pero a mi no me entiende- ha dicho el juez antes de caer en la desesperación- y otra muy distinta la fiabilidad de alguien que es incapaz de recordar qué día se casó, en qué calle vivía en Móstoles o a qué se dedicaba Manolo, su compañero de piso al que invitó a su boda. Almallah, que en castellano significa 'El salado', no ha dejado de reírse desde la 'pecera' de los acusados.

La mañana había comenzado con la deposición (verbal, se entiende) de Hassan Aglif, hermano de ‘El conejo’, el carnicero al que Jamal Ahmidan le compraba los corderos y al que le pedía la barbacoa para ir al río Alberche porque le daba la seguridad de no tener restos de grasa de cerdo. Como hermano de un acusado no tenía obligación de declarar contra él y, lógicamente, lo ha hecho a favor: “Es imposible que mi hermano fuera el lugarteniente de El Chino”.

Además de carnicero, Hassan arreglaba parabólicas como la de Rafa Zouhier, vendía coches y hacía algo no especificado con los inmigrantes, que es lo que le tiene en la cárcel desde hace tres años. El mayor de los Aglif no ha explicado por qué no abrió la carnicería el día anterior al suicidio de Leganés. Lo que sí sabemos es que el Chino se fue a la tumba dejándole a deber 240 euros.

TODO SOBRE EL JUICIO DEL 11-M