Las manos de los asesinos siempre ejercieron una atracción fatal. Las de Jamal Ahmidan eran muy finas, algo que, según Rosa, su mujer, tenía una explicación razonable: El Chino había trabajado menos que el ángel de la guarda o, en palabras de su viuda, no había dado un palo al agua en su vida. Los trapicheos con droga, por lo visto, no dejan marcas visibles.
Según ha relatado al tribunal, algunas cosas habían cambiado en Jamal desde que, a finales de julio de 2003, regresó de Marruecos, donde había estado preso. Rosa le notó “rarito”. Él empezó a llamarle la atención por su ropa, dejó de besarla por la calle, comenzó a cumplir con sus oraciones y se empeñó en el que su hijo dejara el colegio de monjas y fuera a la mezquita.
También cambiaron sus manos, que dejaron de estar "supercuidadas" y se tornaron ásperas, se agrietaron y hasta se encallecieron. Su mujer, que lo apreció, le dio una crema tipo Nivea, y él le explicó que las tenía tan castigadas por el contacto con el cemento y por los trabajos que él “y los chicos” estaban efectuando en la finca de Morata, la que había alquilado para colmar su deseo de vivir en el campo y en la que le prometió que pasarían los fines de semana y las vacaciones cuando concluyera las obras y arreglara la piscina.
El Chino casi nunca estaba. A Rosa le decía que había dejado el tráfico de drogas y que se dedicaba a bajar coches de Alemania para venderlos en España. El 10 de marzo de 2004 no pasó la noche en casa. El 11, al mediodía, la llamó desde el teléfono fijo del domicilio para preguntarla si estaban bien ella y el niño. “Éstos de ETA se han pasado” le explicó a su hijo al día siguiente, cuando pasó por la vivienda para decir a mujer que se iba a Francia.
Cuando volvió días después, le contó que, en realidad, había estado en el norte y que se había ido para estar tranquilo, porque sabía que la Policía iba a empezar a ir “a por los moros”. El 19 de marzo celebró con ella y con el niño el Día del Padre en Morata. Cuando los dejó en Madrid, se marchó para no regresar. Al parecer, una vez lo intentó, pero vio un coche rojo sospechoso y pasó de largo. Se lo dijo a Rosa por teléfono y ella confirmó que el coche seguía allí aparcado con dos hombres en su interior.
La Policía estrechó el círculo y empezó a preguntar por él. Su mujer le avisó por teléfono. Cuando fue detenida el 26 de marzo, apagó el móvil y no volvió a encenderlo. El 4 de abril El Chino y “los chicos” se suicidaron en Leganés. En el juzgado, Rosa vio el vídeo donde tres encapuchados se atribuían los atentados del 11-M. El que leía el comunicado era Jamal. Ella lo reconoció por la voz pero también por sus manos.
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Entonces entiendo que la mujer de principal responsable de los atentados según la versión oficial, le reconoce en el video de revindicacion del atentado . Joer como se complica el asunto de los «bujeros » . Que siniestra confabulación puede haber detrás de este maquiavelico montaje .
Se agradecen los comentarios del señor Escudier del día a día del juicio, a pesar de que el también este para muchos cospiroparanoicos confabulado con la siniestra organizacion PRISOETA que intenta consolidar su maligno poder mundial .
ID: 189682
Que no. Que no era verdad nada de lo que dije en el Juzgado. Que lo de que Jamal volvió muy radical de Marruecos era mentira. Que también era mentira lo de que era religioso.
Que sí. Que Jamal le dijo al niño el 11-M que los de ETA se habían pasado.
Que no. Que tampoco era verdad lo que publicó El País sobre que Jamal me había llamado antes de la explosión del piso de Leganés.
Que sí. Que estuvimos allí en la casa de Morata ocho días después del atentado, celebrando la fiesta del padre.
Que no. Que Jamal no tenía las manos con manchas blancas antes del 11-M porque estuviera amasando Goma2-ECO, sino porque estaba pintando el chamizo de Morata y, como era un poco guarro, no se quitaba luego la pintura.
Que sí. Que el Día del Padre, además de celebrar un fiestorro, me fui con Jamal hasta el cuartelillo de la Guardia Civil para preguntar por las cabras que nos habían robado. Pero no llegamos a denunciar nada, porque en el cuartel no había nadie. Debían de estar todos buscando a mi marido.
Que no. Que estoy harta. Que llevo tres años declarando una chorrada detrás de otra y estoy ya hasta las narices. Que Jamal no decía nada de la Guerra de Irak, ni ninguna sandez por el estilo. Que no tenía mucho pan en Morata para dar de comer a un ejército de musulmanes, sino porque tenía cabras. Que dejen ya de atosigarme, que me quiero ir a casa y les voy a dejar a ustedes con el culo al aire. Que no era esto lo que habíamos pactado, señora fiscal. Que nadie me dijo que me iban a preguntar en serio. Vamos, que ahí se queda usted, doña Olga, que yo me voy.
ID: 189890
P-E-T-A-R-D-O
(Depílate el entrecejo)
ID: 189897
A mi, escuchar la frialdad de esta tipa me sobrecogió, casi tanto como el día que mostraron los vídeos de Mina Conchita y el descontrol que había allí. Qué fácil es ir de tontita, de yo no me entero de nada. Asquerosos asesinos.
ID: 189910
«insisto» es especial, por favor, ayudadle a que se integre.
No le puteéis más.