Tanta información para nada

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Parece tratarse de un maleficio. Nunca antes la humanidad había dispuesto de tanta información como ahora, esa información fáctica y veraz que el filósofo Simon Blackburn (Sobre la verdad) considera imprescindible para el avance de las sociedades. Nunca antes tan ingente volumen de información había sido tan fácilmente accesible para centenares de millones de personas. Y sin embargo, en ningún momento de la historia el concepto de verdad había estado tan devaluado como ahora, lo que, en la práctica, disuelve el poder que tendría toda esa información de ser usada con rigor y eficacia.

El maleficio afecta especialmente al periodismo y a la política, es decir, al debate público elemental de toda sociedad democrática. Nada menos. A ambas profesiones les son de aplicación las palabras que escribía el académico Ignacio Bosque hace unos años, en el prólogo a su diccionario Redes: “Precisamente porque las máquinas nos proporcionan y nos ordenan con sorprendente velocidad los datos que les pedimos, debemos dedicar a la tarea de reflexionar sobre ellos buena parte del tiempo que antes empleábamos en conseguirlos y en ordenarlos manualmente”.

Un par de ejemplos bastan para ilustrar esa falta de reflexión, que empieza a parecer deliberada negligencia en los dos gremios aludidos. Se discute a trompicones sobre los sueldos de los funcionarios, y el Gobierno afirma su intención, desmentida como es habitual, de abordar una posible congelación. Pero resulta que sólo el 22% de los funcionarios públicos pertenecen a la Administración central, y son, por lo general, los que menos cobran. ¿Qué sentido tiene abordar ese asunto sin las Comunidades Autónomas? Lo mismo cabe decir de la reducción del déficit. Si en torno a la mitad del gasto público procede de los Ayuntamientos y los Gobiernos autonómicos, ¿cómo se puede plantear el asunto en ese conato de pacto de Zurbano, sin invitar a representantes de las otras dos administraciones?

The Economist publicaba recientemente un interesante informe sobre el aluvión de información que era en sí mismo una avalancha de datos. Espigo de entre ellos una frase del economista jefe de Google, Hal Varian: “Acceder a los datos es fácil. Lo que escasea es la habilidad de extraer sabiduría de ellos”. Y lo triste es que esa habilidad se encuentra especialmente ausente entre los artífices del discurso público.

10 Comments
  1. Marmunber says

    Me da la sensación de que me falta texto, vamos que se queda cojo. Es decir, la parte más periodística, donde falta la verdad en nuestra profesión. En la política es evidente, y quizás en el periodismo también, pero habría estado bien leerte algo más. Me gusta mucho ‘Casi desnuda’. ¡Ánimo con el proyecto! Por cierto, el maleficio y la falta de verdad afecta también sobremanera a las compañías telefónicas. 🙂

  2. sop says

    Y para chufla confunden a cinco bomberos catalanes con gente de ETA, menos mal que se han dado cuenta antes de que fueran detenidos, que si no los cinco días incomunicados y «pidiendoles por favor que confesaran» no se les olvida en su puta vida. !que se lo digan al director de Egunkaria para que sirven los cinco días de incomunicación antiterrirista! !Con los métodos democráticos de interrogacción que se gastan aquí y allá confiesas hasta ser el toro que mató a manolete!.

    ¿Información?!ja ja ja, cagadas de los ministerios de interior que la prensa sigue a ciegas!

  3. De Insurgente says

    Presentación del libro «Medios violentos».
    “Una obra contra la mentalidad colonizada”
    Los análisis de ese sistema de medios y el desmontaje de sus hechos y sus procedimientos se suceden a lo largo del libro, a diferentes niveles, según le es necesario a la exposición, pero nunca pierden las cualidades que apunté antes. A uno le saltan al leerlo tantas imágenes y palabras que consumimos, en las que se puede palpar esta guerra cultural que Pascual nos ayuda a combatir. Recuerdo por ejemplo a CNN entrevistando a un médico cubano en Haití y diciendo que es español, cuando el periodista sabe que es cubano, cambiando su apellido, ¿por si acaso?, y tratando a la vez de mantener la credibilidad del medio porque ya es imposible seguir ocultando la presencia y la labor de esos médicos en Haití.

    Este libro está lleno de verdades. Pascual se refiere al escándalo de que convivan dramáticamente “la ausencia de restricciones importantes de la libertad de expresión y el alcance y la eficiencia de los métodos utilizados para reprimir la libertad de pensamiento y de acción”. Pero en la misma página, desde una posición moral respaldada por su actividad incansable y su lucidez movilizada, nos advierte que junto a las ventajas de Internet puede estarse reforzando el aislamiento del individuo encerrado en su casa frente al ordenador, y que incluso el ciberespacio puede ofrecer propuestas falsas de activismo social, como la recogida de firmas virtuales que tranquiliza conciencias pero será inútil si no se traduce en acciones y movilizaciones sociales y políticas. No puedo evitar el recuerdo de aquella canción tan rebelde de Silvio, en el que citaba al firmante de manifiestos contar las bombas que caían a tantísimas millas de su refrigerador.

  4. wheel says

    ¡qué razón tiene el economista jefe de Google! ¡Cómo echo de menos a periodistas con criterio propio que no tengan que ver informativos de teles, radios y webs para saber con qué abrir o, simplemente, para entender las noticias!.

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