Presidentes y ex ministros “se retratan”

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Dijo solemnemente un ex ministro de Felipe González, cuando un grupo de compañeros de su partido bromeaba con él ante lo mal que se había tomado el hecho de ser relevado por el entonces presidente: “Sois unos necios, porque ser ministro es algo pasajero, pero cuando eres ex ministro, lo eres para toda la vida”. Esta verdad de Perogrullo es una de las circunstancias que acompañan a todo ministro cesante desde su salida del ministerio. La otra es su retrato que, como es tradición, pasará a colgar de las paredes del ministerio después de que su sustituto encargue la obra a algún pintor y se celebre el preceptivo acto de homenaje y colocación del cuadro.

Todos o, mejor dicho, casi todos los ex ministros tienen su retrato en la galería del que fuera anteriormente su ministerio. Pero ese no es el caso del que fue titular de Fomento, durante la legislatura 2000-2004 y previamente, vicepresidente del gobierno con José María Aznar, Francisco Álvarez-Cascos. Según fuentes del PP, su sucesora en el cargo, la socialista Magdalena Álvarez nunca tuvo “ni tiempo ni interés” en cumplir con la tradición, encargar el cuadro de su antecesor y descubrirlo en un acto-homenaje.

El cuadro de Álvarez-Cascos no cuelga de las paredes de Fomento. Y, mientras no cuelgue, tampoco podrá colgarse el de la propia ex ministra Magdalena Álvarez. Así, fuentes del ministerio que dirige José Blanco bromean sobre el embarazoso asunto de los cuadros y aseguran:“el ministro, además de ocuparse de mantener a buen ritmo las obras del AVE, solucionar los problemas con los controladores aéreos y normalizar las relaciones con algunas Comunidades Autónomas que estaban en pie de guerra contra el ministerio cuando llegamos, como Madrid o la Comunidad Valenciana, se va a encargar de que se le pinte el cuadro que se le debe a Álvarez-Cascos y, después, el de Magdalena Álvarez”.

Con esta decisión, Blanco no sólo cumplirá con una tradición que fue pasada por alto “de forma inexplicable”, según su entorno, durante el mandato de Magdalena Álvarez, sino que tratará de desbloquear la imposibilidad de convocar ningún encuentro con todos los ex ministros del ramo. Hasta ahora, según fuentes socialistas, no lo ha logrado, ya que Álvarez-Cascos, molesto con la ex ministra no ha querido sentarse a la misma mesa que ella.

El cuadro de Álvarez-Cascos no es el único retrato que ha desatado la polémica entre partidos e incluso dentro del propio ministerio. Así, la elección del ex ministro de Aznar, Miguel Arias Cañete, de uno de los más reputados retratistas españoles, su paisano gaditano Hernán Cortés, para ser inmortalizado y colgado de las paredes del ministerio de Agricultura, dejó temblando la partida que el ministerio tenía reservada para estas cuestiones. Tanto es así que la intención de encargar retratos también a los ministros de la República tuvo que abortarse porque se quedaron sin presupuesto. Así, la incorporación de los retratos de los ministros de Agricultura de la República se ha reducido hasta convertirse en la mera colocación de unas fotografías enmarcadas, que salen mucho más económicas.

Desde el episodio de la desorbitada factura del cuadro de Arias Cañete, el Gobierno –según aseguran fuentes del ministerio de Agricultura– prefiere limitar la libertad de elección del artista a un presupuesto “razonable”, o dar a elegir al ex ministro de turno entre un grupo de artistas “asequibles” para las modestas partidas presupuestarias destinadas a este uso.

Lo ideal en tiempos de crisis sería lo que hizo en su día la que fuera titular del ministerio de Educación durante la presidencia de José María Aznar, Pilar del Castillo. Ella rechazó la oferta del Gobierno de elegir a su retratista y decidió autorretratarse. Su imagen, la que cuelga hoy en el Ministerio de Educación, es la que ella misma pintó, ahorrándole así un pellizco considerable a las arcas públicas.

Pero no todos los ex se manejan ni con la austeridad ni con la pericia pictórica de Pilar del Castillo. Algunos, como el ex presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, quieren pasar a la historia vestidos de “historia”. Así, las dependencias de la Xunta de Galicia se adornan con un cuadro de don Manuel Fraga, realizado por un pintor gallego, y en el que Fraga aparece con unas vestimentas del siglo XIX, con un sombrero parecido a un tricornio en la mano y luciendo unas vistosas polainas amarillas. Así se quiso ver él y así le puede ver todo aquel que se acerque a la sede de la Xunta de Galicia. La frase evangélica “por sus hechos los conoceréis” le viene que ni pintada a buena parte de la clase política, pero no estaría de más añadirle la apostilla “¡Y por sus cuadros!”. 

2 Comments
  1. chuki says

    al que pinte el cuadro de alvarez cacos que no se le olvide pintarle el bozal de doberman

  2. jonathan says

    mataiotes, mataiótetos kai panta mataiotes

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