Tarde de difuntos

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Cabecera de la marcha de apoyo a Garzón y homenaje a las víctimas del franquismo, celebrada en Madrid. / ION ANTOLÍN

La de ayer en Madrid fue una tarde de difuntos. Algunos, muy conocidos, mostraban su rostro en blanco y negro sobre las pancartas que enarbolaban las miles de personas que se manifestaban contra la impunidad del franquismo y en apoyo al juez Garzón. Viendo pasar las imágenes de Julián Grimau, Lluis Companys, Miguel Hernández, Puig Antich o García Lorca, repetidas por centenares, me acerco a una pareja que mantiene enhiesta una vieja fotografía enmarcada, recién descolgada de la pared. “Es mi abuelo”, me dice él. “La última vez que le vieron con vida fue en Pozoblanco. Después le hicieron desaparecer”.

Al nieto de aquel hombre no se le escucha gritar ninguna consigna. No da vivas a la República ni a Garzón. Ni siquiera cuando el avance de la marcha nos hace a un lado, deja de sostener aquella fotografía por encima de su cabeza, como si pretendiera que el retrato divisara a todos y cada uno de los presentes con su mirada tristísima. Antes de alejarme, pienso en lo equivocados que están quienes arguyen que remover el pasado contribuye a reabrir heridas. Acabo de ver de cerca una que se cerraría si la dejaran.

Es 24 de abril pero bien podría ser el día 14, por la cantidad de banderas republicanas que han tomado la calle Alcalá. La más grande la hace flamear un gigantón que se ha encaramado a una estructura de vidrio que está frente al Ministerio de Educación. Tiene pedigrí. Se trata de Jaume d’Urgell, el joven que se hizo famoso por colgar una enseña republicana en un juzgado de lo contencioso al paso de una manifestación del colectivo Por una vivienda digna. A Jaume le pedía el fiscal un año de cárcel, aunque al final la condena se redujo a una multa de 4.000 euros. Como no baja no puedo preguntarle si acabó pagando. A veces se agradece que haya quien no escarmiente fácilmente.

Veo de lejos a Pilar Bardem y a Charo López. Creo reconocer a Cayo Lara y a Gaspar Llamazares. Identifico sin ningún género de dudas a Pedro Zerolo, a Antonio Gutiérrez y a varios miembros de UGT. Se corea el “Garzón, amigo, el pueblo está contigo”, que me parece un ripio demasiado fácil y “el genocidio no prescribe”. De la Iglesia de las Calatravas ha salido una pareja de recién casados, que está tentada de decir algo parecido a lo de “si me queréis irse” a lo Lola Flores. Tendrán un vídeo de boda de lo más original.

Manifestantes, con fotos de represaliados por el franquismo. / ION ANTOLÍN

La jornada era una oportunidad para dar la razón a quienes alertan de que enjuiciar los crímenes de la dictadura envuelve al país en un peligroso clima guerracivilista. Para comprobarlo, acudo a la contramarcha que convocaba la Falange a poco más de un kilómetro, y que tenía muy preocupado al poeta Luis García Montero, uno de los organizadores del acto de apoyo a Garzón. “Por lo que me dicen, van a traer en autobús a falangistas de toda España”, me explicaba este jueves en Barcelona. Al llegar a la plaza de Alonso Martínez, cuento a los falangistas. No llegan a 150. Puede que hayan venido en autobuses repasando el Cara al Sol, pero no en más de tres.

Los que gritan “aquí está la juventud de España” y hacen volar sus aguiluchos son gente mayoritariamente entrada en años, aunque con buena memoria para acordarse de la madre de Garzón o de la de Zapatero. Han improvisado un pequeño atril frente al Supremo y uno de sus dirigentes, Ignacio Menéndez, revela el dato definitivo. Resulta que frente al edificio del Tribunal, visible posiblemente desde la ventana del juez Varela, se encuentra la casa en la que vivió José Antonio Primo de Rivera, del que para más inri se cumplía ayer el 107 aniversario de su nacimiento. Toda una inspiración para el instructor de la causa contra Garzón.

Interviene después Martín Sáenz de Ynestrillas, hijo del comandante del Ejército asesinado por ETA en 1986. Asegura tener la sensación de “estar viajando en el tiempo hacia atrás”, y no se puede sino darle la razón. El pequeño de los Ynestrillas clama contra la petición de algunas fuerzas de izquierda de ilegalizar la Falange y reta a aplicar de verdad la ley de Memoria Histórica, para que pongamos cara a los verdaderos asesinos. ¿Le tomará alguien la palabra?

Tras comprobar que si ésta es una de las dos Españas de las que hablan no hay que hacerle mucho caso, me fumo los dos discursos que faltan y trato de regresar a toda prisa a la manifestación por los ausentes, a la que supongo ya en la Puerta del Sol. No sólo han llegado sino que la concentración se ha disuelto. Me cuentan que ha hablado Almodóvar de la dignidad de las víctimas del franquismo y  que Almudena Grandes ha dicho que el deseo de sus familiares de recuperar sus restos no puede ser objeto de delito. Y que ha sido impresionante el minuto de silencio.

Me voy pensando que este país se merece pasar página de una vez por todas, pero no desde el borrón y cuenta nueva sino mirando al pasado a los ojos y llamando a los crímenes por su nombre. Me quedan varias cosas claras: que Garzón me sigue sin caer simpático, que no prevaricó, que si se le condena no habrá juez que se atreva a desentrañar algunos de nuestros horrores más recientes y que la ley de la Memoria del Gobierno es una broma con la que se impide que las víctimas puedan obtener una reparación efectiva en los tribunales mientras exime al Estado de su obligación de asumir en primera persona las exhumaciones de quienes fueron sepultados en las cunetas. Son bastantes conclusiones para una simple tarde de difuntos.

9 Comments
  1. Jaume d'Urgell says

    Imposible escarmentar, Juan Carlos. Aquí estamos y aquí seguiremos: siempre en paz, pero con la firmeza intacta, exigiendo una Justicia que sea digna de tal nombre.

    Lo siento por los monarcas, pero la democracia es invitable.

    ¡Salud y futuro!

  2. Soledad Gallardo says

    Muy completo y bueno.

  3. David C says

    Estoy sorprendido por estas manifestaciones, y lo eclipsado que está este debate.

    Voy a decirles un pueblo, Fuente de Cantos (BADAJOZ), la iglesia del pueblo fue llenada de gente a favor de los «golpistas» y prendida fuego, por la misma ideología que la gente que hoy cuelga en las pancartas de esa manifestación.

    Yo creo que las cosas hay que dejarlas como están, y dejar de mover las ascuas del pasado, borrón cuenta nueva y tan amigos.

  4. Rocamadour says

    Firmo tu último párrafo palabra por palabra. Gracias por tus crónicas.

    Y «David C», lo peor de tu texto son las comillas. Y luego, si quieres, cuenta toda la verdad de lo que pasó en ese pueblo y en el resto de Extremadura.

    Tendrá que llegar el día en que «las derechas» se sientan orgullosas de manifestarse con «las izquierdas» detrás del trapo tricolor. Porque al fin y al cabo las banderas son lo que son… un trapillo.

    Saludos.

  5. Isidoro says

    No me fio nada, nada, nada, nada, nada de los que dicen borrón y cuenta nueva. Algo ocultan.

  6. Carlos says

    Por falta de tiempo sólo he leído el titular, y estoy totalmente de acuerdo con él. Por eso a por todos los genocidas vivos, incluído el «marqués de Paracuellos», Santiago Carrillo.
    Que nadie, ni de uno u otro bando se libre del brazo de la justicia, sino no es justicia. Llámenle como quieran, pero no justicia.

  7. Jua Luis says

    A ese señor que habla de Badajoz (david C) le recomiendo que lea lo que pasó allí. en el pueblo que cita fueron, es cierto, asesinadas 12 personas en la iglesia y cuando entraron las tropas franquistas se vengaron matando a 300. en la capital de la provincia lo fueron varios miles como puede leer en cualquier libro de historia e incluso en wikipedia (salvo que sea capaz de tragarse los sapos y patrañas de ese exgrapo y revisionista de la historia que es Pio Moa, claro. No obstante la cuestión noes ver quien puso más muertos sino como los enterramos decentemente a todos ¿no crees?

  8. Perugrullo says

    Nada de borrón y cuenta nueva, tiremos la transición a la basura, volvamos a ajustar cuentas! Carrillo al paredón, Ana al paredón, Ynestrillas al paredón, ajusticiemos al rey! cambiemos la bandera!!!

    La ley de memoria historica sigue vigente: quien quiera desenterrar cadaveres y recuperar lo que justamente merecen, la tranquilidad y el dignidad puede hacerlo, lo de Garzón es otra cosa y es lo que alguno se niegan a ver.

    Reabramos heridas y así enmendaremos la presunta estafa de la transición, que gane el mejor.

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