En la Universidad de Michigan, Barack Obama pronunció el sábado un discurso sabroso, como suelen ser los suyos, sustentado en ideas inteligentes y no en consignas mitineras; alentado por convicciones fundadas y no por dogmas partidistas.
Se refirió a la prensa e instó a los ciudadanos a conocer puntos de vista con los que no están de acuerdo: “Si usted es alguien que lee normalmente los editoriales de The New York Times, trate de leer de vez en cuando los de The Wall Street Journal”. Se diría que hablaba de la prensa española: si usted lee El País o Público, eche un ojo a Abc y El Mundo. La recomendación encierra una resignación desesperada: el pluralismo de la prensa está enterrado y nos podemos olvidar de la posibilidad de cotejar puntos de vista contrapuestos dentro de un mismo periódico. La tarea queda para los ciudadanos.
¿Por qué hacía Obama esta recomendación? Porque se instruye sobre los problemas del país: “Si elegimos exponernos a opiniones e ideas que siempre están en consonancia con las nuestras, hay estudios que sugieren que sólo conseguiremos aumentar la polarización”. ¿Estudios? ¿Una afirmación de un discurso político basada en evidencia científica? Creíble y cierto: existe otra forma de hacer política.
El presidente de EEUU se refería a numerosas investigaciones que tienen su origen en un experimento sobre la democracia llevado a cabo en Colorado en el año 2005, y que explica por extenso Cass Sunstein en su libro Rumorología (Debate). Los sesenta ciudadanos participantes fueron divididos en grupos para debatir sobre el cambio climático. Estos grupos se establecieron por la afinidad de los puntos de vista, y así, se catalogó a algunos de conservadores y a otros de liberales, según sus ideas iniciales. Tras observar el resultado de la discusión, la conclusión clarísima de los investigadores fue que la postura de los miembros de cada grupo se volvió más extrema después de discutir con gente de ideas afines. La mayoría de los liberales, que estaban a favor de que su país firmara un tratado internacional contra el cambio climático, lo defendía con más ahínco después del debate. Los conservadores, más bien escépticos sobre el tratado, se oponían a él de forma furibunda al final.
Después de este experimento, que tiró por tierra la idea predominante de que el debate produce moderación, se alude al fenómeno mediante la expresión “polarización de grupos”. Numerosos estudios realizados posteriormente abundan en la tendencia a la homogeneidad y la ortodoxia que se desarrolla en los grupos de ideas afines.
Todo esto tiene una lectura evidente para España. Si en EEUU es necesario subrayarlo, aquí estamos un paso más atrás. No es que haga falta ojear los editoriales de El País y Abc para conocer distinto puntos de vista; es que sólo se puede uno hacer una idea fiel de la realidad leyendo íntegramente varios periódicos. Hace tiempo que la prensa ha hecho dejación de su deber de pluralismo.
Efectivamente, el monolitismo de los periódicos es agobiante. Parece como si quisieran jalear a los propios y evitar contagios. Deben de pensar que somos menores de edad.
¿Pero seréis malos periodistas usando ese titular? Increíble…
Lo malo es que los lectores de -sobre todo- El País están convencidos de que no hay que contaminarse leyendo -sobre todo- El Mundo. Vaya tropa. como dijo aquél.
Sin olvidarnos de tu particular catarsis laboral, encontramos ejemplos aquí, en Cuarto Poder y podemos leer ideas tuyas y de Carmen Gurruchaga. Sintonizando con tus ideas obtengo puntuación positiva y discrepando de esta, negativa (con Carmen me pasé alguna estación, perdón). Los lectores de Irene y de Carmen no se mezclan. Alguno pintó de amarillo Cuarto Poder simplemente por esa pluralidad.
Hablando con un conocido me dijo que la televisión era una mierda, que solo veía «Intereconomia». Esa cadena donde la disidencia es invitada para mofa de la hegemonía nazi. Todavía estoy corriendo.
En España encontramos la diversidad en sus ecosistemas y en Cuarto Poder. Enhorabuena.