La "gran rectificación" de Zapatero

Es el turno de Josep Antoni Durán i Lleida y cuando ese hombre de Estado sube al estrado se produce un murmullo y algunos diputados abandonan el escaño. Es la hora de salir a fumar un cigarro. Durán sabe que no es descortesía sino adicción y asume la escena con naturalidad. Durán es un caballero. Detrás de algunos diputados también abandonan la sala del Gobierno el secretario de la Presidencia, José Enrique Serrano, que se ha dejado barba para que no le reconozcan en Las Ventas (es un taurino empedernido) y Félix Monteira, secretario de Estado de Comunicación de la Presidencia. Algunos informadores se acercan a éstel y le piden cuentas sobre el plan de ajuste que acaba de desgranar el presidente. Es un ajuste de caballo, es “inaceptable”, ha proferido por teléfono el líder de Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo.

Monteira ya ha mandado distribuir la carta de ajuste y pone algunas cifras. La bajada del sueldo a los dos millones de empleados públicos viene a suponer un ahorro de 2.400 millones de euros. Y el año que viene no se les baja, se les congela. También se congelan las pensiones de jubilación, aunque no las mínimas. El recorte de los medicamentos significará otros 300 millones. La reducción de las prestaciones a las personas dependientes representará 670 millones. A los dependientes se les aplica la “retroactividad”, de modo que aunque les hayan reconocido el derecho a prestación hace seis meses, los que no hayan cobrado y hayan contratado a un cuidador, peor para ellos, pues ya no tienen derecho a compensación “retroactiva”.

Monteira sigue restando. La ayuda al desarrollo de los países empobrecidos menguará en 600 millones. Las inversiones públicas que hicieron soñar a José Blanco con dos aves a Galicia y con carreteras sin baches caerán 6.045 millones. Los ayuntamientos y autonomías tendrán que reducir gastos por 1.200 millones de euros. Las cifras acabarán cuadrando hasta alcanzar esos 15.000 millones de “esfuerzo nacional” que solicita el presidente Zapatero.

Como el presidente ha dicho que el esfuerzo será “equitativo y justificado”, vayamos a la equidad. Monteira aclara que el 5% de recorte de los sueldos públicos no será uniforme sino “proporcional” a los ingresos. Es decir, que afectará más a los que más ganan. Y para dar ejemplo, el Gobierno se coloca al frente de la manifestación y se baja el sueldo un 15%. Quiere decirse que los que ganan más de 80.000 euros al año perderán entre 12.000 y 15.000. ¿Y los miembros del Poder Judicial? Los magistrados también se verán afectados por el descuento del 5, tal vez los que más. ¿Y los maestros, los médicos, los policías…? Ya se verá, la reducción va por tramos. ¿Y los miembros del Legislativo, los diputados y senadores? Monteira no tiene respuesta. Pero una hora después, el socialista José Antonio Alonso propone que no se les reduzca el 5 sino el 15, y Zapatero aplaude el “gesto solidario”. ¿Sueldo, dietas, gastos de representación…, o solo el sueldo?

Para que la equidad salga mejor parada, Mariano Rajoy pide que se revise la financiación pública de los partidos políticos, los sindicatos y la patronal y que se suprima la vicepresidencia tercera del Gobierno y el Ministerio de Igualdad, y se fusionen Cultura y Educación, Trabajo y Sanidad. Zapatero se limita a avisar que tenga cuidado con desprestigiar a los partidos y a las organizaciones sociales, que son pilares de la democracia y le pide, “por equidad”, que eche una mano para embridar el gasto autonómico y municipal, que representa el 35% frente al 20% de la Administración General del Estado. Rajoy le contesta que los ayuntamientos están famélicos y el sistema de financiación autonómica lo estableció el Gobierno, que además autorizó un endeudamiento del 2%. La coincidencia de equidades será difícil.

Vayamos al segundo concepto, el “esfuerzo justificado”. ¿Cómo se justifica la supresión del cheque bebe, que se suponía para fomentar la natalidad? Bueno, es que la prestación por nacimiento no generaba derechos, aclara Monteira. Tal vez quiere decir que no estaba “justificado” porque no era justo en algunos supuestos. Puede ser. Por eso, por interpretar la inequidad a su manera condenaron a El Jueves, ¿verdad? Mejor lo dejamos.

Avanza la mañana, prosigue el debate. Junto al madroño del patio, algunos informadores aguardan el momento de preguntar a la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, cómo se siente y qué respuesta espera de los sindicatos, a los que ya ha informado del recorte de sueldos a los empleados públicos. Pero de la Vega no está para declaraciones. En septiembre firmó con ellos una subida salarial del 0,3 este año y una paga preelectoral, en enero o febrero de 2012, para compensar la pérdida de poder adquisitivo. En marzo saltó como un resorte ante la previsión del secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, de congelarles el sueldo y obligó a Elena Salgado a rectificar a su subordinado. Y ahora ha sido rectificada por el presidente Zapatero “en base a la dura realidad”. Es comprensible que la portavoz no esté para declaraciones.

No sé si Duran aplaude o reprocha a Zapatero la “gran rectificación”. Pero la línea señalada por Adam Smith en 1776 en La riqueza de las naciones está en marcha. Zapatero invoca el “gran esfuerzo nacional”. Nos pide que seamos patriotas y olvidemos conquistas sociales como la revalorización automática de las pensiones de jubilación o el régimen transitorio de jubilación parcial que va a suprimir sin consultar al Pacto de Toledo. Sabe que el sistema cuenta con un ejército de reserva de 4,6 millones de parados y abandona el Congreso más tranquilo que Rajoy, que se marcha preocupado por las nuevas tribulaciones judiciales de Camps. Como es el día de San Pancracio, santo de la buena suerte frente a la desolación de la pobreza, un creyente que no es Bono enfila por Zorrilla a comprar lotería en una administración cercana antes de que cierre. ¿Será la única creencia que nos quede?