De la Vega ganó una batalla; Salgado, la guerra

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Las vicepresidentas De la Vega y Salgado, durante la sesión parlamentaria de ayer. / EFE

El anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero de la reducción salarial para los funcionarios una media del 5% a partir de julio de este año y la posterior congelación a partir de 2011, parece haber pillado por sorpresa a la oposición y a traición a los sindicatos. Pero es la misma idea que él mismo desautorizó hace poco más de dos meses. En aquel momento, el globo-sonda lanzado por el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, duró en órbita apenas unas horas. Fue desautorizado públicamente por los tres vicepresidentes del Gobierno, Teresa Fernández De la Vega, la propia Elena Salgado y Manuel Chaves. En privado, había sido Zapatero quien cortaba de raíz las aspiraciones de recorte del departamento de Hacienda. Entonces, aquel episodio se consideró una batalla ganada por la vicepresidenta primera, Teresa Fernández De la Vega, en su guerra con la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. Pero ayer, las circunstancias y las presiones que ha recibido Zapatero de la UE y del propio Barack Obama, dieron la vuelta a la situación convirtiendo aquel episodio en una escaramuza, un asalto que entonces ganó De la Vega. Ahora, el combate lo ha ganado Elena Salgado, muy a pesar de los sindicatos y del propio Zapatero.

El  pasado  24 de febrero, cuando Carlos Ocaña planteó públicamente la posibilidad de congelar las retribuciones de los funcionarios  hasta 2012 y compensarles después de esa fecha,  Teresa Fernández De la Vega se encontraba de viaje en Bruselas. Apenas vio el teletipo, decidió actuar y se puso en contacto con Zapatero para pedirle explicaciones al respecto. La vicepresidenta le recordó el acuerdo  firmado con las centrales sindicales por el que se comprometían a aplicar  una subida salarial del 0,3% este año, con cláusula de revisión anual hasta 2012. Zapatero no lo dudó un segundo: los acuerdos con los sindicatos se cumplirían. Y con esa baza en el bolsillo, De la Vega llamó a Elena Salgado y le planteó dos opciones: “¿Desmientes tú o desmiento yo?”. La vicepresidenta Salgado, en aquel momento, no tenía apenas información de lo dicho por su secretario de Estado y así se lo trasladó a De la Vega, pero, informada de la conversación entre De la Vega y el presidente, se apresuró a recoger las velas desplegadas por Ocaña: “Es mejor que lo desmienta yo misma”, respondió. Aquel mismo día, Salgado matizó lo dicho por su secretario de Estado. Y los servicios de prensa del Ministerio de Economía desmintieron la información en un comunicado público. Explicaban entonces desde el Ministerio de Economía que “los salarios de los funcionarios ya están prácticamente congelados, porque la subida es de tan sólo un 3%”. Pero lo cierto es que esa “irrisoria” subida suponía un total de 2.500 millones de euros de haberse mantenido durante todo el año 2010. A De la Vega le pidieron que aclarase el incidente en su calidad de “portavoz del gobierno”. Y su respuesta fue mucho más contundente que la de Salgado. Las retribuciones de los funcionarios no se tocan, vino a decir horas después, desde la sala de prensa del Consejo de Ministros. Palabras que, después de la sesión de ayer y los anuncios de Zapatero, se va a tener que comer, del mismo modo que el presidente se tiene que tragar sus promesas de que “no habrá recortes del gasto social”. Y los sindicatos se van a tener que tragar este sapo y quién sabe si algún otro, si la UE y el FMI continúan apretando las tuercas a Zapatero y a la economía española.

Fueron precisamente los líderes sindicales de UGT, CC.OO y CSIF los destinatarios de la tercera y  siguientes llamadas de la vicepresidenta De la Vega, aquel 24 de febrero. A todos les trasladó el mismo mensaje: un desmentido rotundo del anuncio de Carlos Ocaña, garantías de que no volvería a suceder y disculpas por el nuevo episodio de descoordinación protagonizado por el equipo de su compañera de gabinete. El propio Cándido Méndez lo aireó públicamente minutos después: “acabo de hablar con la vicepresidenta del gobierno y me ha asegurado que no hay nada de eso”, dijo el secretario general de UGT, seguro de la palabra dada por De la Vega.

Dos meses y dieciocho días después, el Gobierno se ha visto obligado a decir “digo” donde entonces dijo “Diego”, un gesto que ha desatado las iras de la izquierda parlamentaria y de los sindicatos y que ha llevado a sentenciar a un alto representante de la CEOE: “Afortunadamente, parece que Zapatero ha empezado a hacer caso a Salgado”. Para quienes, como él, consideran que existe una guerra sin cuartel entre las vicepresidentas primera y segunda, con el giro copernicano que dio ayer Zapatero, queda claro que la ha ganado Salgado y que será ella quien la escriba a partir de ahora.

1 Comment
  1. Alcatufo says

    ¿Y qué espera De la Vega, al igual que Blanco, también disconforme con los recortes que le afectan, para dimitir? ¿Ésa es la dignidad que tienen? ¿Ese valor conceden a su palabra?

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