Sitiados por los parias de la tierra… que saben más economía que nosotros

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Nouriel Roubini. / stern.nyu.edu

¿Qué tal le sentaría a usted enterarse de que hace años que no le está pagando los intereses de su hipoteca a un banco español, ni europeo ni americano, sino a un inversor indio? ¿O que la moneda de su país habría “pinchado” hace tiempo –como el corralito argentino en 2002- de no ser porque China compra nuestra deuda pública a mares? ¿Se imagina descubrir que hace tiempo que determinados lujos históricos que son nuestra razón de ser y nuestro orgullo, tales como la Seguridad Social en Europa o el derecho fundamental de todo dios en Wall Street a ir a trabajar en descapotable, los financian las potencias emergentes del Tercer Mundo?

De estas y más humillantes cosas se entera una yendo al Y92 de Nueva York, centro cultural que presume de subir a su escenario a las mejores mentes del mundo, a escuchar a Nouriel Roubini, el único guru económico que en septiembre de 2006 divisó la crisis en lontananza. Acaba de salir en Nueva York y Londres su libro Crisis Economics, que llegará a España en septiembre, de la mano de Destino y bajo el título: Cómo salimos de ésta. Yo me lo pienso leer, y aconsejo a todo el mundo que esté muy al loro.

Roubini es un doctor por Harvard que nació en Turquía, que se crió en Italia y en Irán, que ha trabajado en el FMI, en el Banco Mundial, en la Reserva Federal y en la Casa Blanca, que ahora tiene su consultoría privada y que se explica con la épica insolencia de uno que no supiera de economía, pero con la ventaja –y la mala leche- de que sí sabe.

Y lo primero que te deja claro es que esta crisis ni es una excepción ni es de esas cosas que pasan cada cien años. Todo lo contrario, es algo que lleva pasando a tutiplén desde el principio de los tiempos económicos, desde que el capitalismo es capitalismo. Pues las crisis son inherentes al riesgo que necesariamente hay que correr para ganar dinero. Lo dijo Karl Marx y lo confirma cada día The Wall Street Journal.

Una de las lecciones más amargas del libro de Roubini es que, leyéndolo, los pobres nos enteramos de cómo se hacen ricos los ricos. ¿Trabajando? Quita, subnormal. ¿Construyendo, descubriendo o inventando algo tremendo, como el ferrocarril o Internet? Eso está más pasado que el agua de litines. Analizando centurias de creación –y destrucción- de riqueza Roubini expone ante nuestros ojos la evidencia de que el dinero en serio sólo se gana especulando. Siempre. Y a tope. Lo cual tarde o temprano pone la economía en pompa. Unos cuantos perdedores se tiran por la ventana y vuelta a empezar.

Con la ventaja además de que a lo largo del siglo XX las economías avanzadas tuvieron el viento a favor: Estados Unidos salió de la Gran Depresión un poquito gracias a las reformas del New Deal y un muchito gracias a ganar la Segunda Guerra Mundial y convertirse el dólar en la divisa imperial de referencia. Si se les iba la mano con las burbujas o con el endeudamiento, pues bueno, todo quedaba en casa.

Pero a finales del siglo XX, principios del XXI, Estados Unidos muere de éxito. Se disparan las exigencias de la clase media y del sueño americano. El capitalismo se masifica y se hace más correoso. Todos quieren ganar, nadie tolera perder.

Aparece entonces una generación de magos de las finanzas que, amparándose en la falta de cojones y hasta de imaginación de los reguladores, desarrolla brillantes argucias para sacar dinero de la chistera y de la nada sin asumir los riesgos. Como dice Roubini, no ha habido una crisis de las hipotecas subprime. Era el sistema financiero en bloque el que era subprime. Yo suscribo una hipoteca que no puedo pagar. Al broker que me la vende eso le da igual porque él va a comisión de mis intereses –cuanto más altos, mejor- y no le van a quitar el bonus porque yo luego no pague al banco. Al banco también le da igual porque, en lugar de esperarse treinta años a que yo pague la hipoteca, la ha enrollado en cinco minutos con otras 99 hipotecas y ha vendido todo el rollito de primavera inversor a un hedge fund. Que a su vez ha suscrito con Goldman Sachs un credit default swap para cobrar si yo no pago la hipoteca. Y Goldman Sachs, que a lo mejor es el único que sospecha que yo no pagaré –por algo son los más listos-, ha suscrito por otro lado otro credit default swap para apostar contra su propio credit default swap y ganar siempre...Con lo cual, al final, ¿quién desarma el lío?

Así son los bancos, así es la gente...así son los gobiernos. Porque el gobierno de Estados Unidos, para parar el toro de la crisis, ha hecho lo mismo: endeudarse hasta las orejas. Hasta un punto que sólo se sostiene reduciendo el gasto público (cosa que los demócratas no quieren), subiendo los impuestos (a lo que los republicanos dicen que ni hablar) o haciendo trampas, que es la única fórmula de consenso. Y hala, a emitir deuda pública por trillones.

En los buenos tiempos de la guerra fría la deuda quedaba en casa. Pero con el tiempo hubo que empezar a evacuar deuda a los inversores de Europa y sobre todo a los de los países emergentes: China, India. ¿Por qué esta “tercermundización” de la deuda? Porque ellos eran los únicos que tenían la casa fiscalmente en orden. ¿Y qué motivo tenían para pagar la juerga occidental? Pues que como en sus países no consume ni Dios, sólo pueden mantener su economía boyante gracias a la exportación. Y Occidente no puede comprar sus exportaciones con el dólar o el euro por los suelos. O sea que para levantarnos la moral y la moneda, compran nuestra deuda pública. Con lo cual la realidad es que nosotros fingimos que somos ricos, pagando ellos, que fingen que son los pobres...¿hasta cuándo?

Observará el lector sagaz que yo estaba hablando tan ricamente de los americanos y de repente me pasé al “nosotros”. Nouriel Roubini advierte del grave error de creer que la crisis es un virus que viene de Estados Unidos. Estamos podridísimos todos y cada uno. Por méritos propios. Ellos tienen Wall Street, nosotros tenemos un sistema financiero y social que se tambalea por el envejecimiento, la pereza, el provinciano miedo al inmigrante y las trampas. El guru que nunca se equivoca avisa que esto ahora va en serio: o nos ponemos las pilas de las cuentas claras, o nos cargamos el euro. O quizás no nos lo cargamos del todo pero nos quedamos fuera, junto con Grecia, Portugal e Irlanda.

Decía antes que este hombre, Roubini, habla con la épica insolencia de alguien que no sabe de economía, sabiendo. Modestia aparte, yo llevo un buen rato haciendo un experimento análogo: haciendo como que no sé de política, cuando para mi gusto sé demasiado.

Lo cual me lleva a plantearme esta inquietante posibilidad: ¿qué pasa si Roubini tiene razón –como la tenía en 2006, cuando se quedó solo previendo la actual crisis- y las cosas de verdad sólo se pueden arreglar haciendo lo que él dice, que a mí, la verdad, no sé si me parece políticamente viable?

¿Qué pasa si esto es como el cambio climático, que lo que de verdad haría falta para contenerlo, no puede ser?

Cómo salir de ésta, se pregunta el tío. ¿Quizás con una Tercera Guerra Mundial?

5 Comments
  1. Xabi says

    Vaya artículo, impresionante. Me gustaría decir que «Santaigo Niño Becerra» también predijo esta crisis, y en su libro «El crash de 2010» deja muy clarito que va a ocurrir; un saúdo.

  2. Alberto says

    Por favor, autor del artículo, lea el comentario #3 que le dejan en su enlace en meneame.net:
    http://www.meneame.net/story/vivimos-como-ricos-gracias-viven-como-pobres

  3. Cape says

    Yo no entiendo mucho de economía, pero sinceramente. ¿Hace falta hacer tanto el gilipollas con el dinero? De verdad, no tendría que ser así. Yo te compro una hipoteca, y punto… ahí se cierra el contrato.

    Este mundo empieza a necesitar un cambio drástico y de raíz. Y eso sólo se consigue con una guerra.

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