Añoranza de Pedro Solbes

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Sólo quien no conozca a Zapatero ha podido sorprenderse con las declaraciones al Diario de Pontevedra del ex ministro de Cultura, César Antonio Molina, en las que revelaba los motivos de su destitución: “Eran tan nimios que avergüenzan a quien los dijo (…) me explicó que me cesaba por la paridad y el glamour”. Lo lamentable es que Molina no miente y Zapatero le decía la verdad. Prescindir de un ministro porque lo que convenía entonces era una chica joven que procediera del mundo del cine como Ángeles González Sinde es una razón extraña, muy acorde con la manera que el presidente ha tenido de entender el Consejo de Ministros: un órgano de gestión formado por jefes de negociado de los que uno puede desprenderse sin excesivos miramientos.

Quizás el único que consiguió un trato deferente fue José Bono, que ya en el momento de incorporarse al Ejecutivo dejó las cosas claras: “No me trates como a uno de los demás porque no soy uno cualquiera”. Y eso fue algo que no consiguieron ninguno de los supuestamente más próximos como Jordi Sevilla o Jesús Caldera. Ni siquiera Pedro Solbes se libró del desdén de Zapatero, aunque su salida del gabinete tuvo dos episodios distintos sobre los que el alicantino siempre guardó un discreto silencio.

Solbes es un tipo mucho más vital de lo que se piensa. Su ideal de vida pasa por tomar una paella en la playa con los amigos y beberse unos tintos de verano. Aceptando la vicepresidencia prestó un servicio a un partido al que nunca estuvo afiliado pero que le había hecho ministro en tiempos de González y luego comisario europeo. Su idea era retirarse como embajador en la OCDE, que es una de esas bicocas bien pagadas con la torre Eiffel de fondo, y cuando le llegó la oferta de Zapatero no pudo negarse. Con la oposición de su señora,  valoró que no era conveniente dar calabazas a quien tenía que decidir sobre su continuidad en Bruselas. Su designación venía a conjurar los temores a que el puesto lo ocupara Miguel Sebastián.

Pero vayamos al grano. Antes de las elecciones de 2008, a cuyo triunfo contribuyó de manera decisiva con su parche de pirata en el ojo, Solbes había pedido a Zapatero que lo sustituyera. Alegó cansancio y quizás mencionó las paellas que se estaba perdiendo. El caso es que Zapatero, según ha trasladado Solbes a algunos de sus allegados, le sorprendió con una especie de chantaje. “Entiendo lo que me dices pero si te vas no tendré otro remedio que elegir a Caldera en tu lugar”. Tan inesperado fue el comentario como su reacción: “En ese caso y por responsabilidad, tendré que continuar”.

Pasaron las elecciones y la crisis comenzó a sentirse en toda su intensidad. Por las misma fechas en las que Zapatero explicaba a Molina que con tan poco glamour no podía estar en el Consejo, comunicaba a Solbes que la hora de su relevo había llegado. El vicepresidente encajó su liberación con algún reparo: “Estoy encantado de irme pero, visto desde fuera, no creo que sea el mejor momento”. Efectivamente, no lo era. Hay veces, incluso, en que se le añora.

7 Comments
  1. Mara9 says

    Curioso efecto el de los ministerios, que sólo los desea quien no los merece…

  2. anton says

    ¿Añorar al señor que bajó el IRPF dos puntos para rentas altas, que eliminó el impuesto de patrimonio y otras tropelías? No, gracias.

  3. Jorge says

    Como dice Anton, es triste que se añore al ministro que decidió vender las reservas de oro del Banco de España. Esto dijo en 2007

    “se pretende, vendiendo oro, activo no rentable, convertirlo en bonos de renta fija, que sí tienen rentabilidad»

    «El oro ya no es rentable»

    El oro estaba entonces a 600 Dolares/onza. Hoy esta a 1.200.

    Acordaos de cuando abrió el debate porque quería que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social se invirtiera en el casino de la Bolsa, pretensión que afortunadamente no consiguió llevar a cabo. No hace falta que diga a cuanto estaba el IBEX en aquel entonces y a cuanto esta ahora.

    Que conste que lo que hay ahora me parece incluso peor, y que en tiempos de Solbes parece que era el gran David Taguas, al que Escudier bien conoce, el que marcaba la política económica en Moncloa. Peores vendrán que buenos los harán

  4. krollian says

    Y ahora ya salta el incansable Sebastián queriendo subir la luz un 4%…

  5. Laspra says

    Lo que me llama la atención de Molina es que se extrañe de su destitución pero no de su nombramiento. ¿O acaso es tan fatuo que se creía que ese cargo había sido creado para él? Por cierto, ¿alguien recuerda qué hizo de relevancia en el ministerio?

  6. celine says

    Se me ocurren varias cosas, Laspra: sacarse de encima a Rosa Regás como directora-catástrofe de la Biblioteca Nacional; dinamizar actividades culturales con el Instituto Cervantes (del que había sido director) y otras importantes instituciones españolas y extranjeras y mucho trabajo de fondo, sin brillo ni focos mediáticos. Sabía organizar, creo yo; fue un buen ministro de cultura, me parece, aunque tuviera arranques por peteneras de vez en cuando.

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