El PSOE abre la veda contra Elena Salgado

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Elena Salgado, en el Palacio de La Moncloa, tras un reciente Consejo de Ministros. / EFE

Aunque José  Luis Rodríguez Zapatero no ha dicho una sola palabra sobre la posibilidad de que en julio, después del cierre de la presidencia española de la UE y poco antes de afrontar el que puede ser su más difícil debate sobre el estado de la nación, haya  crisis de gobierno, entre los dirigentes socialistas existe la convicción casi unánime de que el presidente del Gobierno está trabajando en una profunda remodelación gubernamental. Y ya son legión los que, dentro del PSOE, opinan que la crisis de gobierno pasa necesariamente por el relevo de la vicepresidenta segunda y ministra de economía, Elena Salgado.

Públicamente,  fue el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, el primero en sugerir a Zapatero que acometiera esa crisis de gobierno para reducir ministerios y dar un impulso político al Ejecutivo. En aquel momento, a Barreda se le afeó la osadía desde múltiples ángulos en la cofradía del puño y la rosa, pero ahora son muchos los dirigentes socialistas, barones y candidatos a alcaldías que temen que el hundimiento del Gobierno en las encuestas les pase factura en sus propios comicios, que se celebrarán en menos de un año.

Uno de los barones más poderosos de la parroquia socialista comentaba en una charla privada hace unos días: “yo creo que hay un 95% de posibilidades de que Zapatero haga crisis de gobierno y sólo un 5% de que mantenga las cosas como están”.  Pero,  “para que sea una verdadera crisis de gobierno –añadía el líder territorial socialista– no puede limitarse agrupar ministerios y prescindir de Beatriz Corredor (ministra de Vivienda). Tiene que ser una crisis profunda y tiene que afectar a las áreas más importantes del gobierno, incluida economía, por supuesto”. Buena parte de los dirigentes socialistas tienen la mira puesta en Elena Salgado.

Si hace un año la familia socialista depositaba en ella su confianza con más o menos entusiasmo, pese a que no fue la primera opción de Zapatero para sustituir a Pedro Solbes, sino la resultante de que el catedrático de Economía de la Empresa, Emilio Ontiveros, declinase la oferta del presidente del gobierno, según circula por los mentideros socialistas, hoy no escatiman en comentarios enfáticos para explicar por qué Elena Salgado debe abandonar el gobierno. “Lo que no puedes hacer, Elena – asegura haberle comentado en persona a la afectada un alto dirigente del PSOE –, es hacer salir a la tribuna al presidente del gobierno, para anunciar la batería de recortes y el ajuste más duro (en alusión a la comparecencia parlamentaria que tuvo Zapatero el pasado 12 de mayo) y no hacerle explicar para qué se hacen, qué otros gastos sociales se van a mantener gracias a ese ajuste y cuáles han sido nuestras prioridades”. Esa “falta de pedagogía” es una de las versiones más suaves que se escuchan entre los socialistas ahora que parece haberse abierto la veda contra la vicepresidenta económica.

A Elena Salgado le pasan factura sus compañeros de Grupo Parlamentario por la descoordinación con que se han envuelto no pocos de sus anuncios económicos. Como ejemplo, citan el envío a Bruselas del documento que anunciaba la prolongación de la edad de jubilación a 67 años y el forzoso desmentido inmediato del mismo, o también la publicación en el BOE de la limitación del endeudamiento a las corporaciones locales y la posterior corrección sustancial a través de una fe de errores. “Cuando el propio presidente Zapatero – asegura un miembro del Grupo Parlamentario  Socialista– tiene que salir a los pasillos a desmentir a su vicepresidenta, como ocurrió, está abriendo esa veda. Hasta ahora hemos sido prudentes, pero esos errores del ministerio de economía han provocado incertidumbres y malestar que nos podíamos haber evitado”. Por todo ello, se suceden los comentarios y rumores sobre una crisis de gobierno que está a la vuelta de la esquina. Y por todo ello, las baterías apuntan, entre otros objetivos, a la titular de economía, a la que pretenden convertir en chivo expiatorio de la delicada situación que atraviesa el PSOE, a juzgar por los resultados que arrojan las encuestas.

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