Jiménez y Lissavetzky muestran su sintonía frente al rechazo mutuo entre Aguirre y Gallardón

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La cafetería del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en la calle de Alcalá, es un lugar fresquito y céntrico, propicio para las citas. En ella se encontraron ayer por la mañana la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, y el secretario de Estado para el deporte, Jaime Lissavetzky. La primera nota de color fue la extrañeza de la ministra: “¡Ah, si está aquí la prensa!” La segunda, los piropos que se dedicaron mutuamente. Ambos se sienten la “pareja ganadora” que gobernará la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid a partir de mayo del año próximo.

Decía Ambrose Bierce que las elecciones consisten en elegir a unos candidatos elegidos por otros. Bíter (el amargo) tenía razón. La ministra y el secretario de Estado verifican su aserto, por más que uno y otro repitan que sus precandidaturas han sido “voluntarias” y “muy meditada” en el caso de Lissavetzky. Jiménez aprovechó la presencia de los medios de comunicación para contestar al PP que es capaz de compatibilizar sus deberes de ministra con la campaña interna frente a Tomás Gómez para ser candidata a la presidencia de la Comunidad.

Lissavetzky, conocido como El ruso cuando era secretario general de la FSM y consejero de Educación y Deporte con Joaquín Leguina de presidente, no tiene competidor de momento porque el portavoz municipal, David Lucas, le ha dejado el paso franco. De modo que, salvo que surja algún espontáneo capaz de cosechar el 15% de las firmas de los militantes de Madrid –más de mil rúbricas--, no sufrirá la esquizofrenia de su amiga y compañera socialista.

Después del cafelito, Lissavetzky dejó a Trini y se encaminó hacia la plaza del Callao, en el centro de la Gran Vía. Subió a la sede del PSM y presentó su precandidatura ante los medios de comunicación. Agradeció al secretario general, Tomás Gómez, que le prestara la sede para dar su rueda de prensa y afirmó: “Estoy preparado para encabezar la candidatura al Ayuntamiento de Madrid. Me siento preparado y dispuesto para ser alcalde de Madrid. Y tengo la ventaja de que no parto de cero”. A continuación explicó su dilatada trayectoria de 36 años en la política madrileña.

A Jaime le gusta el Madrid actual –incluso con el granito pontevedrés, el “ganilouro” de Alberto Ruiz Galladón--, pero le gusta más el Madrid de sus sueños. Soñar es gratis y la realidad cuesta dinero. Tal vez por eso, y por lo prematuro del caso, se ahorró el relato del Madrid soñado y se prodigó en elogios hacia Trini, de la que, sin citar a Zapatero, repitió que “es la mejor”, o sea mejor, que Gómez, y reiteró ambos formarán “el tándem ganador”. “No sólo la voy a votar sino que la voy a apoyar”, añadió.

Con independencia de que cualquiera puede pensar que la comparecencia del “hombre más feliz del Gobierno” --como le definen sus compañeros, en referencia a los grandes triunfos deportivos que a todos nos llenan de orgullo-- estuvo más orientada a elogiar a Trini que a exponer su precandidatura, lo cierto es que ambos se esmeraron en demostrar su buena química frente al rechazo mutuo que se profesan Aguirre y Gallardón. Y eso parece un buen comienzo.

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