La bandera roja de la confusión

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Pensé que iba a encontrar la bandera nacional por todas las esquinas de China, pero no se ven tantas.

Travesía por el río Huangpu, en Shanghai. Al fondo, rascacielos de apartamentos. (Irene Lozano)

La que veis aquí la fotografié porque el viento me puso la foto muy a tiro: ondeando en primer plano, con toda la fuerza simbólica de las banderas rojas, sobre los rascacielos del fondo, me parecía un buen compendio de la China de hoy.

El guía de Xian nos contó que en lo económico no queda ni rastro del comunismo, aunque sí en lo político. Se hacía llamar Manuel, porque sus nombres son impronunciables para los españoles, como muchas palabras chinas (no obstante, yo aprendí el segundo día a decir “pingda Tsingtao”, que significa “cerveza fría”, por una cuestión de supervivencia). Decía que Manuel se quejaba de la política del hijo único: combinada con las desigualdades propias del capitalismo, se traduce en que los ricos pueden reproducirse cuanto quieran, al resultarles asequible la multa impuesta a partir del segundo hijo, mientras que para las pobres sólo resulta aconsejable parir una vez. Es una injusticia, desde luego, pero también puro darwinismo social, que el día de mañana se traducirá en un predominio de chinos de buena familia. En el marco del debate político, el proceso tiene además una impecable coherencia: si estos chinos pijos siguen la estela de los de Pozuelo, cuando lleguen las fiestas patronales de San Mao asaltarán las comisarías y el país quedará al fin liberado del yugo del comunismo. Serán los ricos quienes acaben con él, lo cual goza de toda lógica.

Un yate de lujo fondeado en el río Huangpu. (Javier Vaquero)

Tomé la fotografía desde un barco que recorre la ciudad de Shanghai siguiendo el cauce del río Huangpu. Durante la travesía vi alguna otra bandera roja de la confusión, como ésta, izadilla en la popa de un yate de lujo.

Pero sobre todo, lo impresionante del recorrido es ir contemplando la inmensidad de rascacielos que han modificado el paisaje urbano de Shanghai. Hace diez años, al otro lado del río sólo había campo, según nos contó el guía local, que se hacía llamar Martín y tenía acento porteño. Ahora hay edificios por doquier. También la extensa red de metro la han construido en los últimos diez o quince años, y es amplia, limpia y eficaz. Como no podía ocurrir de otra forma, en la última década se han inflado en Shanghai y en Beijing las que deben de ser las mayores burbujas inmobiliarias del mundo. Los precios de los pisos se han multiplicado hasta el infinito.

El fenómeno resulta dramático para los chinos comunes que han emigrado del campo buscando su lugar en un mundo urbano. Para los arquitectos y los limpiacristales, en cambio, Shanghai es lo más parecido al paraíso. El resultado provisional –aún se están levantando en el centro financiero rascacielos gigantescos como la Torre Shanghai- es un impresionante paisaje, tan vanguardista que al visitante no le cabe ninguna duda de que se encuentra en la ciudad más moderna del mundo. Ved, si no, una imagen nocturna del célebre "abrebotellas" y una vista vertiginosa desde su observatorio, en la planta 93 o 95. No lo recuerdo exactamente porque sufro mal de altura y el suelo del puente tiene amplios tramos de cristal. Me mareé, literalmente.

El Edificio del World Financial Center, conocido como el "abrebotellas", de noche, iluminado de azul. (J.V.)

Desde el observatorio del "abrebotellas": En primer plano, la Torre Mao; al fondo, la torre de televisión. (J.V.)

Pienso en Nueva York y me viene a la cabeza lo que escribió García Lorca a propósito de cómo le hacía sentir aquella ciudad : "Asesinado por el cielo". Aquí se sentiría apaleado, descuartizado y aplastado por el cielo, casi siempre gris en China. Recuerdo el paisaje urbano de Chicago -que hizo las delicias de los arquitectos de finales del XIX y el XX- y me parece una modestita ciudad tradicional. Vuelvo a Madrid y lo veo como un agradable pueblo en el que vivir.

3 Comments
  1. Mara9 says

    ¿A que sí?
    Yo la primera vez que vi Nueva York casi me pareció encantadoramente pequeña, porque había estado antes en Shanghai y Hong Kong…

  2. el3azzi says

    Pues si Shangai es la modernidad y el vanguardismo Tokyo es el futuro. Estuve el verano pasado y eso parecía el año 3000, increible la cantidad de rascacielos y tiendas de tecnlogía.
    Habrá que ir pensandose lo de emigrar a asia-pacifico

  3. Hacersericosiempreesacostadeotros says

    El tiempo implacalbe ha dado la razón a Bakunin y dejado con el culo al aire a Marx. En China el capitalismo de partido único ha creado una clase privilegiadda, el empresario aliado del poder político y cual una democracia burguesa cualquiera, esta nuva casta explota a obreros salvajemente de la mano del partido comunista de la misma forma y manera en la hacen fortuna en USA a la sombra de republicanos u demócratas (partido único bicéfalo) o en la España juancarlista postfranquista la desdoblada falange auténtica reparte terrenos a los amigos del PPSOE.
    Bakunin denunció el poder corrupto por definición y se negó a luchar por tomarlo. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. China es la corrupción absoluta del capitalismo de partido único, dónde los empresarios europeos y usa explotan al proletario chino de la mano del Partido Comunista, y como señala Martín Seco, parecen tan encantados con ese sistema que pretenden imitarlo aquí, eso si con el maquillaje bipartidista de la señorita pepis que disfrutamos aquí.!bakunin, más vigente que nunca!

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