El alto el fuego dado a conocer por ETA ayer domingo no ha convencido a nadie. Ni tan siquiera a su brazo político, Batasuna, que hace unos días le pidió que anunciara una tregua “indefinida y verificable internacionalmente”. Pero la banda no lo ha hecho porque pretende dejar claro que es ella la que dirige el proceso político y “militar” en la izquierda abertzale y no al revés. Sin embargo, el partido político de la izquierda necesita mostrar lo contrario y así lograr un fin fundamental: presentarse a las elecciones municipales del año próximo.
Así pues, el parón técnico, que no tregua de ETA, parece una estrategia destinada a ganar tiempo y tratar de reparar su estructura muy dañada por las continuas acciones policiales, pero también a intentar meter a su manera a Batasuna en los comicios de mayo de 2011. Una pretensión reconocida por esta formación en todos sus textos hechos públicos a lo largo de este año, así como su deseo –verdadero o falso–, de abandonar definitivamente el tutelaje de la banda. Y desde el Partido Socialista han mostrado su disposición a ayudarle para lo que ha sido imprescindible la colaboración del Gobierno.
Desde principios de 2010, los terroristas han sido detenidos en España, Francia, Portugal e Inglaterra, y por lo menos en dos ocasiones ha sido desarticulada la cúpula, así como su aparato logístico. Paralelamente, el Estado de Derecho se mostraba magnánimo con los terroristas que se mostraban dispuestos a sustituir el uso de las armas por el del trabajo político y a propiciar esta postura entre sus compañeros. Y aquí se enmarca la puesta en libertad de Díez Usabiaga para cuidar a su madre, la de Iñaki de Rentería, el traslado de Otegi a la cárcel de Martutene, en San Sebastián, o el de Idoia López Riaño a Nanclares, pese a estar en primer grado penitenciario. El mensaje es bien claro: los “buenos” serán premiados, y los “malos”, detenidos y encarcelados.
Mientras, la izquierda abertzale intenta de salir del agujero en el que ella sola se había metido por su vinculación con la banda. Para ello, asegura que trata de poner fin a la estrategia político-militar por la que el brazo armado es quien impone la estrategia a seguir. Y sin embargo, cada vez que tiene la oportunidad de desligarse la desaprovecha. Ayer pudo criticar el comunicado, decir que era insuficiente y bien al contrario mostró su satisfacción por el mismo. Hasta el punto de que el portavoz de Batasuna llegó a decir que la tregua era permanente, algo que no aparece en el texto etarra.
Por otro lado, el Gobierno puede negar la existencia de una negociación con la izquierda abertzale, pero Jesús Eguiguren, el secretario general de los socialistas vascos, lo reconoció hace un mes. Es cierto que le desmintieron Interior y el propio lehendakari, Patxi López, pero sus reiterativas afirmaciones en este sentido no tuvieron consecuencias para él. Además, el tiempo le ha dado la razón. De lo contrario, si el Gobierno desconocía que el día 5 de septiembre tendría lugar el anuncio de la tregua, ¿por qué coincide con la retirada masiva de escoltas?
Ahora bien, el fin político que persigue Batasuna más Eusko Alkartasuna no es diferente al de ETA. La estrategia del brazo político de la izquierda abertzale consistente en potenciar el Foro Soberanista para llevar adelante lo que denomina “proceso democrático”; es decir, entablar una negociación con el Gobierno, pero sin ETA de por medio, que conduzca al soberanismo para el País Vasco. Una negociación que no podría ser criticada por la no presencia de la parte que practica la violencia. Pero está por ver que la banda lo permita y no vuelva a cometer atentados en cuanto haya reconstruido sus estructuras.
Interesante análisis, Carmen