Mintiéndole al dinero: Zapatero en Wall Street

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Zapatero, acompañado por Moratinos, durante su reunión del martes con inversores americanos. / la-moncloa.es

Ha venido José Luis Rodríguez Zapatero a Nueva York a lanzar dos mensajes que se suponen de alcance. Uno, que junto con Nicolas Sarkozy (para los lectores fieles de este blog, nuestro amigo el marido de la puta) está a favor de gravar todas las transacciones financieras del mundo con un impuesto para el desarrollo. Dos, que España va camino de ir bien y que lo peor de la crisis de la deuda en la eurozona ya ha pasado.

La mentira piadosa del impuesto mágico la soltó Zapatero en la ONU. La mentira despiadada de que España y Europa tienen hechos los deberes de la disciplina fiscal y la competitividad la soltó en Wall Street. En cierto modo era su obligación: le entraba en el sueldo de presidente del gobierno convencer a los tiburones (George Soros y John Paulson, la gente de Goldman Sachs) de cuyo instinto para oler la sangre depende que nuestro país tenga o no tenga acceso al mercado financiero internacional.

Faltó el canto de un euro para que este acceso se perdiera cinco minutos antes de la famosa llamada a Zapatero de Barack Obama, la que junto con la sesión de gore del Ecofin desencadenó la pavorosa cascada de ajustes y recortes que se celebra con un llamamiento a la huelga general el próximo 29 de septiembre. Que seguramente también les entra en el sueldo a los dirigentes sindicales, ellos que todavía lo cobran.

Sin duda es indignante que la economía, el bienestar y hasta la dignidad de un país dependan de un puñado de desalmados inversores extranjeros que lo mismo te hunden porque no se fían y entonces no te financian la deuda, que por capricho, por el gusto de ganar dinero apostando contra caballo perdedor. Sin duda es rastrero y humillante tener que pedir permiso al Gran Capital para seguir pagando las pensiones. Mientras se puedan seguir pagando.

Pero ese es el triste destino de los morosos. De todos los que viven con lo que no tienen, es decir, obligados a conseguir crédito. Está claro que Zapatero miente cuando dice en Wall Street que el peligro de que la eurozona colapse ya ha pasado. Eso no hay experto que se lo crea y tampoco se lo han creído los de The Wall Street Journal, que es la biblia americana del dinero. Organizaron una encuesta entre los lectores con el resultado de que sólo un 15,1 por ciento coincide con Zapatero. Un 84,9 por ciento cree que miente o se equivoca.

Los que saben de dinero saben que en España y en la eurozona se ha parado el golpe (a costa de muchos billones, una quimioterapia económica que tampoco se podrá repetir muy a menudo) pero no se ha entrado en el meollo profundo de los problemas. Empezando por el problema de llevar muchos años haciendo trampas. Casi tantos como hace que convergemos en el euro.

Al escribir estas líneas una se acuerda del pobre José Borrell en su efímero trance de jefe de la oposición socialista frente a un José María Aznar intratable que presumía de haber llegado al déficit cero. Y Borrell, que de números siempre ha sabido más que de política, le acusó en una rueda de prensa de mentir. De hacer trampa como quien copia en un examen. Servidora levantó la mano y le preguntó: pero entonces, ¿qué hay que hacer, decir la verdad y no entrar en el euro? Enfrentado con el corolario de su acusación, Borrell palideció siete puntos de la escala Richter y cambió de tema.

Entonces aún se podía hablar de otra cosa, mariposa, porque Europa vivía instalada en su bonanza y España en su milagro. Cuando en realidad la Transición económica se basó siempre en tantas mentiras y pactos de silencio como la política.

Ahora con la crisis se ha retirado la marea y nos hemos quedado en pelota picada, como le gusta decir a mi admirado Nouriel Roubini. Se podría alegar que otro tanto ocurre en Estados Unidos, con sus déficits de caballo, su paro pertinaz y enormes sectores de clase media llevada entre gritos al matadero. Pero la diferencia clave es que con todas sus contradicciones y limitaciones Estados Unidos sigue siendo una economía capaz de reaccionar, de competir y de buscarse la vida. Algo que cada vez se le da peor a una Europa Occidental que implacablemente pierde posiciones frente a la Europa Oriental, el Asia lejana y cercana y la América Latina.

La misma diferencia entre retórica y práctica se reproduce en el debate de la dichosa Tasa Tobin, el impuesto mundial con que Zapatero y Sarkozy dicen que quieren borrar la pobreza de la faz de la tierra. Mientras ellos se prueban la caperuza de Robin Hood, Barack Obama rediseña toda la política americana de ayuda al desarrollo con ánimo de convertirla en una máquina de penetración diplomática y política (ríete del Plan Marshall) pero también económica. Obama ha comprendido que el desarrollo puede ser el gran negocio del siglo XXI y quiere estar en primera fila a la hora de recoger los dividendos.

Y de dar ideas. Por ejemplo Hillary Clinton avala una ingeniosa y ambiciosa iniciativa para que las remesas que los inmigrantes en todo el mundo mandan a sus familias en sus países de origen (remesas por lo general pequeñas, pero que todas juntas suman una fortuna) puedan ser usadas por los bancos como cualquier otro depósito, para financiar proyectos e incluso endeudarse. Movilizando así unos recursos inusitados para el desarrollo –y para otras cosas- sin necesidad de recaudar ni un euro ni un dólar más en impuestos. Contra la retórica hispanofrancesa, sentido práctico americano.

Si a Obama le salen bien ésta y otras jugadas de las cenizas de Bretton Woods puede acabar saliendo un nuevo orden económico con la Casa Blanca haciendo las veces de Banco Mundial privado, con China, India y Brasil de socios preferentes y con la UE de convidado de piedra. Por de pronto ya quieren eliminar un par de asientos europeos en el FMI.

Es humano apretar los dientes y tratar de aguantar hasta que las cosas vuelvan a ser como antes. Pero, ¿y si ni siquiera antes fueron nunca así? ¿Qué pasa si tenemos todo el derecho a algo, pero no hay con qué?

Ir a la huelga es fácil. Lo difícil va a ser el día después.

2 Comments
  1. celine says

    Menudo desayuno me ha dado usted, Grau. El caso es que me suena muy verosímil cuanto cuenta. Que Europa se va al carajo parece cantado. De hecho, muchas de sus virtudes, sus valores fundamentales, están siendo enterradas, con el razonamiento de que «la crisis que afecta al mundo ya no permite respetar tanto derecho y tanto bienestar». Sí, me produce un profundo malestar la simple contemplación de los rostros de los Paulson y los Soros y los anónimos tiburones que han comprometido al mundo entero. Me desasosiega no escuchar que podamos librarnos de esta gentuza. Y de otra parecida que no puede sentarse en esa mesa explosiva de negociantes.

  2. Amsterdam says

    Creo que aqui el concepto clave es capacidad de reaccion. Estados Unidos la tiene, Europa cada vez menos y España, sencillamente hace tiempo que no sabe que es.
    Para muestra la huelga en si. Tiene sentido hacer una huelga general en septiembre, meses despues de la aprobacion de las medidas de Zapatero? me parece una tomadura de pelo de los sindicatos. Si no quieres hacer nada contra el gobierno, correcto pero no hagas la pantomima meses despues.
    Por lo que refiere al Gobierno, mejor ni hablar. En lugar de invertir tanto tiempo en diseñar nuevas tasas, seria mejor usarlo para asegurarse un mejor uso de los fondos publicos. A poco que tengas contacto personal con empleados publicos, las historias que oyes ponen los pelos de punta. Elevados sueldos a los altos cargos muy por encima de sus responsabilidades (si equiparamos al sector privado) y capacidades, indemnizaciones millonarias a estos altos cargos cuando faltan un par de años para la jubilacion, niveles de productividad por los suelos, etc.
    Si a todo esto, le unimos la pasividad total de la mayor parte de la ciudadania que ha crecido a acostumbrada a la vida facil y cree tener derecho a ello, entonces tenemos el dream team perfecto para que ser salir de la crisis en España sea una odisea….

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