¿Tú de quién eres? Catedráticos y magistrados pelean por la presidencia del Tribunal Constitucional

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Pascual Sala y Manuel Aragón. / tribunalconstitucional.es

PSOE y PP tienen aparcadas, entre otras, la renovación del Tribunal Constitucional, 7 de cuyos miembros han excedido el periodo de permanencia en dicho órgano establecido en la propia Constitución Española, mientras que  un octavo falleció en 2008. Pero mientras los políticos aparcan sus aspiraciones, los actuales miembros del TC, así como los aspirantes a incorporarse al mismo, mantienen una batalla sorda por ver quién consigue alzarse finalmente con la presidencia del alto tribunal. La cuestión no es tanto si el próximo presidente es progresista o conservador, ya que los números  indican que la futura composición del TC decantará la mayoría del lado progresista (con 7 miembros del llamado sector progresista frente a 5 conservadores )  y asimismo, su presidencia, sino que se remonta a los orígenes del aspirante a presidente: si pertenece al lobby de los catedráticos, procedentes del mundo de la docencia y la investigación  o, por el contrario es un magistrado, que  procede del  un largo ejercicio de la judicatura y posee una amplia experiencia en el Poder Judicial.

Hasta la fecha, el triunfo de los catedráticos ha sido una constante: desde 1979, año en que se creó el Tribunal Constitucional, ha habido 7 presidentes del mismo y todos procedían del mundo de la docencia, la investigación y la Universidad. 7 a 0, por tanto, para los catedráticos y sus hasta ahora 7 representantes en la presidencia del TC:  Manuel García Pelayo (Profesor universitario y jurista de reconocido prestigio, especializado en Derecho Constitucional comparado), Francisco Tomás y Valiente (Catedrático de Historia del Derecho), Miguel Rodríguez-Piñero (Catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social), Alvaro Rodríguez Bereijo (Catedrático de Derecho Financiero y Tributario), Pedro Cruz Villalón (Catedrático de Derecho Constitucional), Manuel Jiménez de Parga (Catedrático de Derecho Constitucional) y María Emilia Casas (Catedrática de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social).

En la próxima renovación, la dicotomía es idéntica y las posibilidades que tienen los catedráticos de seguir manteniendo el control o la presidencia del Tribunal Constitucional son muy elevadas. No sólo son los esfuerzos del propio  interesado en alzarse con la presidencia del TC  los que darán sus frutos, llegado el momento de la renovación , sino que las gestiones e influencia del propio ministro de Justicia, Francisco Caamaño, catedrático también de Derecho Constitucional, están siendo vitales para decantar la balanza a favor de los catedráticos.

Los dos candidatos en liza en esta ocasión proceden de las filas progresistas: Manuel Aragón, catedrático de Derecho Constitucional y Pascual Sala, experto en Derecho Administrativo y ex presidente del Tribunal Supremo y el Consejo General del Poder Judicial entre 1990 y 1996. Y el favorito del Ejecutivo, o al menos del ministro de Justicia es, sin lugar a dudas, Manuel Aragón. Pero para alzarse con la presidencia necesita, además del apoyo indisimulado y los manejos del ministro Caamaño, la mayoría absoluta de los 12 votos de los miembros del alto tribunal.

Aragón, cuyas relaciones con el resto de compañeros progresistas quedaron seriamente deterioradas después de que se alinease con el bloque conservador durante la elaboración de la sentencia del Estatuto de Cataluña, en su empeño por resaltar la inutilidad jurídica que tiene el término “nación” que recoge el preámbulo del Estatut, goza  de la complicidad de los miembros del bloque conservador. Los  conservadores le apoyarían en la votación para la elección del presidente, pero no así sus compañeros Pascual Sala, Elisa Pérez Vera o Pablo Pérez Tremps. Esos 3 votos están cantados y apoyarían la presidencia de Pascual Sala. Por eso y ante el temor de un empate a votos con Pascual Sala, que convertiría a Sala en presidente, por ser el de mayor edad de ambos, el PSOE, a instancias del ministro Caamaño, eliminaba de su propuesta de candidatos para su elección  en el Senado a Encarnación Roca. Su voto se consideraba claramente  vinculado a Sala. En su lugar, el PSOE propone a Adela Asúa, catedrática de Derecho Penal. Asimismo, de entre los nombres barajados para ser elegidos por el congreso de los Diputados, aparecía el de Paloma Biglino, un voto seguro para Aragón, que contrarresta el del otro candidato que el PSOE propondrá casi con toda seguridad para su elección en el Congreso: Eliseo Aja. Este catedrático de la Universidad de Barcelona, propuesto a petición y tras el acuerdo establecido entre José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla,  se cuenta entre los que, más allá de lobbys y gremios, no perdona a Aragón su actuación durante la tramitación de la sentencia del estatuto catalán. Y lo pondrá de manifiesto con su voto a Pascual Sala en su momento.

De cumplir su palabra los conservadores y dar sus 5 votos a Aragón, éste, con votarse a sí mismo y contar con el voto asegurado de Paloma Biglino, tendría suficiente para convertirse en el nuevo presidente del TC. Pero en la familia socialista inquieta la posibilidad de que el sector conservador no cumpla la palabra que supuestamente dio a Aragón y decida que, a río revuelto ( y el río de los progresistas lo está) ganancia de pescadores. Los conservadores no pierden nada con intentar un asalto a la presidencia aprovechando la existencia de dos candidatos progresistas y divergencias tan notables entre sí.

En todo caso, la respuesta a todas estas cuestiones no se producirá hasta entrada la primera quincena de diciembre, cuanbdo PSOE y PP reanuden las negociaciones y reactiven la votación de los ocho nuevos miembros del alto tribunal, tras la celebración de las elecciones catalanas. Para entonces, parece que la emoción puede estar garantizada.

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