Lo prometido es deuda. Y aunque la política pase hoy por Cataluña, hay algunas palabras más de la entrevista de Zapatero en El País hace unos días que no quiero dejar sin comentar. Ya hablé del uso del impersonal por los gobernantes. Pues bien, prosiguiendo su contestación a la misma pregunta, sobre si España puso en riesgo el euro, el presidente asegura: “Hay medios de comunicación europeos que tienen una gran influencia y decían: “Este es un gobierno socialista, que ha hecho una política de ampliar derechos sociales, de gasto social, de inversión pública, ¿será capaz de embridar el gasto?”. Teníamos que ser contundentes”.
El presidente describe su pecado original: sus antecedentes socialdemócratas, por así llamarlos, casi peores que los penales. Debido a sus actos pasados, desconfiaban de sus actos futuros. La confianza –esa palabra talismán en estos tiempos- es una apuesta sobre el comportamiento que podemos esperar de alguien. Para confiar en él, los medios del neoliberalismo necesitaban una conversión. Como todos sabemos, el converso ha de atesorar más méritos que el creyente viejo, para que su pasado quede diluido por su promesa. De ahí su “teníamos que ser contundentes”. La palabra “contundencia” procede de la misma raíz latina que la coloquial “tunda”, cuyo significado, según María Moliner es “serie de palos, azotes, etc. Paliza”. Zapatero tenía claro que para obtener la confianza debía golpear a los de abajo. Todo tiene una lógica impecable: los mercados confían en quienes causan dolor a la gente.
Tres preguntas después, el entrevistador interpela de esta forma al presidente: “¿Barajó alternativas al recorte de salario a los funcionarios o la congelación de las pensiones? ¿O no?”. Respuesta: “No había muchas alternativas”. La misma frase, “There is no alternative”, fue el eslogan de la Margaret Thatcher de los buenos tiempos para negar que pudiera existir una política económica fuera del neoliberalismo. Tan célebre se hizo que llegó a adoptar la forma de una sigla: TINA, There Is No Alternative. Repitan conmigo: no hay alternativa, no hay alternativa. La conversión se ha consumado. Habrá que empezar a considerar la socialdemocracia como un movimiento alternativo, es decir, excluido del poder.
Sin embargo, Zapatero quiere seguir manteniendo la ficción ideológica. El gran valor de los socialistas estriba, según él, en que “somos un proyecto socialdemócrata, podemos hacer recortes en una situación que consideramos imprescindible [sic]. Los partidos neoliberales consideran que es connatural a su forma de ver la vida y a su ADN”. Primero, una observación gramatical. La oración contiene un anacoluto. “Podemos hacer recortes en una situación que consideramos imprescindible” significa que lo que se considera imprescindible es la situación, lo cual resulta absurdo. La gente es más dada a las vacilaciones e incorrecciones sintácticas cuando no cree lo que está diciendo. Por último, una reflexión política: si un perro me muerde ¿me preocupo de defenderme o me pongo a analizar si el mordisco está en su ADN? ¿Duele menos el bocado congénito que el aprendido? Coño, nos quieren hacer ver lo blanco negro: una dentellada es una dentellada.
Para qué votar a lacayos si ya sabemos que los que verdaderamente mandan no se presentan a las elecciones. Ni Rajoy, ni ZP, ni PSOE ni PP y menos las moscas cojoneras de CIU o PNV, los que verdaderamente tienen poder son los 37 de la reunión de ZetaPeta, que al mismo tiempo no son más que la almorrana del Mercado Mundial. ¿Tendrán estos 37 algo que ver con los ataques a la deuda pública española, ellos tan patriotas que no paran de deslocalizar sus empresas, echando empleados en su querida España, para contratarlos por nada y menos en China, Marruecos o Argentina?