La foto de la sucesión

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El vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba (centro), acompañado por el ministro de Fomento, José Blanco y la ministra de Defensa, Carme Chacón, durante su segunda comparecencia en la noche del viernes en la sede del Ministerio de Fomento. / Alberto Martín (efe)

Si una imagen vale más que mil palabras, la foto de la rueda de prensa de los miembros del Gobierno que salieron a explicar la militarización de los controladores aéreos tras la ejecución, el viernes, de su huelga encubierta y salvaje es buen ejemplo de ello. La ocasión permitió a José Luís Rodríguez Zapatero presentar en sociedad no sólo el nuevo estilo implacable de gobernar que se ha propuesto tras el cambio de Gabinete sino a los protagonistas del nuevo impulso político, los tres tenores de la sucesión. Allí estaban, juntos frente a las cámaras de los medios de comunicación, los tres posibles sustitutos del presidente como candidatos a la presidencia del Gobierno por el PSOE si, como cada vez cuaja más la convicción interna y externa, Zapatero opta por no presentarse en las generales de finales del 2011 o primeros del 2012.

Significativamente, quien habló en nombre de todos, porque llevaba las riendas, fue el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, demostrando que está situado el primero en la pole position de la carrera sucesoria. Varios miembros señalados del Consejo de Ministros aseguran en privado que, si Zapatero decide no ir finalmente, porque estime más perjudicial que beneficiosa para el PSOE su presencia en la cabeza de la lista madrileña, el sucesor será sin duda Pérez Rubalcaba. Sobre todo porque cuando el presidente lo anuncie -que será lo más tarde posible para que la decisión no conlleve la imagen de que se va porque el PSOE va a ser derrotado sin remedio, y estrepitosamente- no habrá tiempo para maniobrar y preparar a otro.

Esa teoría de algunos ministros choca, sin embargo, con la evidencia de que las otras dos figuras de la foto de la crisis, la ministra de Defensa Carme Chacón y el ministro de Fomento José Blanco, están en el candelero permanentemente, como el vicepresidente Rubalcaba. Y Zapatero no quiere tomar la decisión de colocar personalmente a un número uno señalado a dedo.

En consecuencia, lo más probable es que se decida por la vía de un Congreso extraordinario, aunque sin primarias por los citados problemas de tiempo, o de un menos probable aunque estatutariamente válido Comité Federal. Y ahí, de cara a la sociedad, se resolverá democráticamente el problema. Eso sí, con Pérez Rubalcaba acudiendo a la partida con las mejores cartas que ya le ha dado Zapatero colocándole como su número dos.

El debate estará cada vez más abierto, aunque habrá que esperar al barómetro del CIS de noviembre, donde se recoge ya la valoración del cambio de Gobierno y de los nuevos ministros, pero, sobre todo, la de Zapatero y su gestión (aunque no la de la crisis de los controladores). De momento, el presidente, asesorado por los sabios del partido de la vieja y la nueva guardia, especialmente Felipe González en el primer caso, se ha instalado en la razonable teoría de que si no mejoran sustanciosamente las cosas no puede repetir. Pero no porque las elecciones catalanas hayan sido un serio aviso y se tema lo peor para las municipales y autonómicas, sino porque hasta el CIS recoge uno de los síntomas básicos por los que un presidente no puede volver a ser candidato: en estos momentos, le inspira personalmente poca confianza al 37% de los españoles y ninguna al 44,4%; es decir, que el 81,4% de los ciudadanos desconfían de él. Y en este caso, no sirve de consuelo que Mariano Rajoy le inspire poca o ninguna confianza a una décima más de españoles, el 81,5%. O que en la valoración de uno a diez, Zapatero tenga un ,46 y Rajoy un 3,42. Porque a la postre –bien es sabido- las elecciones las pierden los gobiernos, no las gana la oposición.

Significativamente, en el barómetro de octubre Pérez Rubalcaba era el más valorado, con un 4,61 sobre 10, seguido de Carme Chacón, con un 4,38. Por cierto que, demostrando la importancia que le da a las encuestas (también a su valoración personal en consecuencia), Zapatero hizo ministra de Asuntos Exteriores a la tercera mejor puntuada (Trinidad Jiménez, con un 4,15). Blanco, siempre bien situado, consiguió un 3,93. Equivocadamente, a juicio de muchos –yo entre ellos-, se pensó que Pérez Rubalcaba se sacrificaba personalmente colocándose como “pim, pam, pum” del Gabinete. Pero quien ha decidido ser el “pim, pam, pum”, para lo bueno o para lo malo, ha sido José Luís Rodríguez Zapatero quien, con las duras reformas de ajuste y la adopción de medidas de hierro como la de militarizar a los controladores, está demostrando que ha decido dar la cara, aunque se la partan.

Y que lo hace pensando más en salvar a España de la crisis que en los resultados electorales del PSOE, cada vez más precarios.

4 Comments
  1. perri says

    pues por favor que no nos salve tanto, que un par de sacrificios más y directamente nos venderá en la plaza del pueblo

  2. Jonatan says

    Wikileaks sabe.

  3. adrian says

    No entiendo cómo nadie puede ver a Chacón o a Blanco como presidentes de gobierno. No tienen carisma ni credibilidad ninguno/a de ellos/as

  4. lancaradeluna says

    y tú donde estabas en el 23 F?

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