Wikileaks, amordazado

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Assange, en la rueda de prensa que ofreció en Suiza a principios de noviembre. / Martial Trezzini (Efe)

El retorcido asunto de Wikileaks y la detención de Julián Assange,  fundador del sitio de Internet ideado para que cualquier ciudadano del planeta pueda poner allí documentos secretos del cualquier tema, me recuerda mi condición de miembro de la Junta Directiva de Reporteros sin Fronteras. En la ONG tenemos una consigna: “no esperes a que te priven de la información para defenderla”. Pues bien, durante este tiempo, los periodistas hemos asistido a la revelación de primicias informativas sin pensar que podían arrebatárnoslas a nosotros y el resto de la gente. También hemos actuado como convidados de piedra a la persecución de la que Assange era objeto por parte de las “democracias” porque los documentos que poseía las acusaban de prácticas antidemocráticas.

Wikileaks ha llevado a cabo una útil labor al destapar las graves violaciones de los derechos humanos cometidas en Irak y Afganistán con la excusa de luchar contra el terrorismo. Quizás, el fundador de Wikileaks haya querido desenmascarar a esas “democracias”  al obligar a cambiar la legislación sobre la libertad de prensa en Islandia, publicitar la situación de los presos en Guantánamo o revelar informes secretos sobre actuaciones nada ejemplarizantes llevadas a cabo por militares estadounidenses en Irák y Afganistán…  Y lo ha conseguido, pero a un alto precio.

El australiano más conocido del mundo se ha presentado a la Justicia Británica y a partir de este punto me uno a la petición de RSF en la carta enviada al juez británico. En la misma sólo se solicita que examine el caso con toda la imparcialidad que se requiere, e independientemente de todas las presiones gubernamentales exteriores. “El proceso debe limitarse a las acusaciones de orden privado que pesan sobre él en Suecia” y en ningún caso a la animadversión que sus publicaciones ha generado en algunos líderes occidentales.

Resulta una obviedad recordar el clima de tensión que ronda en torno al “caso Assange” así como “las ganas que le tienen” las autoridades de algunos países, empeñadas en que se le condene como una forma de evitar que continúe sus actividades y así frenar las revelaciones de Wikileaks, en menosprecio de la libertad de información. El sitio de Internet ha sido objeto de bloqueos, de ciberataques y de deserciones de páginas en las que se ubicaba que le retiraron la posibilidad de estar ahí por presiones de los “poderosos”. En realidad, como asegura RSF  “Es, de hecho, la primera vez que constatamos un intento de censura a escala internacional de un sitio cuya vocación primera es la transparencia”

Assange tiene un brillante expediente académico, pero sobre todo es un experto hacker –aunque a él no le gusta este calificativo– que defiende lo que hace bajo el argumento de haber puesto su experiencia al servicio de la “transparencia radical”.  Obsesionado con dar a conocer a la opinión pública todo aquello que los poderes tratan de ocultar, está convencido de que esa es su misión en la vida. “Los hombres generosos no crean víctimas, sino que cuidan de ellas", asegura. Con esta postura vital son muchos los colectivos que querrían verle entre rejas durante largo tiempo.

2 Comments
  1. Jonatan says

    Será: «las mujeres generosas…» En lo demás, de acuerdo.

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